Manejo del dinero y manejo del tiempo – Mariana López y Blanca Aguirre
Mariana López y Blanca Aguirre
CB Mugica, Villa 31, CABA
¿Cómo empezamos a manejar el tema del “acompañamiento o la cooperativa”? En un primer momento, cuando ese dinero entraba en el Hogar, nosotros teníamos una cooperativa. Los chicos acompañaban a hacer trámites, a los hospitales, y les pagábamos por hacer ese acompañamiento. Paralelamente, tuvimos la suerte de contar con un grupo de voluntarios que nos ayudó a armar un emprendimiento.
¿Qué era un emprendimiento? Un inicio a una tarea laboral donde había horarios, donde había que entrar en una formalidad. Y a ese emprendimiento empezamos a darle forma también de sueldo. Entonces el acompañamiento que en un primer momento hacíamos con los chicos empezó a chocarse con este nuevo emprendimiento.
¿De qué manera? El que acompañaba -que tal vez lo hacía una sola vez por semana- y el que trabajaba en el emprendimiento –que lo hacía toda la semana- cobraba lo mismo. Y empezábamos a tener el primer problema de no ser equitativos con ese dinero. Los mismos chicos empezaban a preguntar: “¿Por qué éste sí, porque el otro no? ¿Por qué le dan plata a éste y a mí no me da nada? Yo trabajo mucho pero no cobro, y éste cobra”, o el planteo de decir: “yo no voy a hacer ninguna tarea comunitaria, porque a mí nadie me paga nada”.
Buscamos darle una vuelta e hicimos un fondo común donde cada una de las tarjetas de los chicos se quedaba en el Hogar y se distribuía entre todos. Todos ganaban lo mismo mientras cumplieran con su responsabilidad. Entonces dejaron de existir esos planteos por ir a trabajar, acompañar al compañero, ir a visitar las comunidades terapéuticas y las cárceles. Las cosas se fueron ordenando un montón.
Por otra parte, había una responsabilidad que cumplir, un trabajo que hacer. Empezamos a ajustar: “faltaste, no viniste, se te descuenta y se reverá nuevamente a ver qué pasa.” Hay momentos que algún pibe venía muy mal y para no darle de baja de la cooperativa se lo dejaba activo, pero se esperaba un tiempo y cortábamos momentáneamente el darle plata. Que viniese al centro, que participase de los grupos, que hiciera vida de centro barrial pero sin recibir dinero.
En el emprendimiento hacían velas. Después sumamos un segundo emprendimiento de carpintería y un tercero de costura. Los chicos pudieron comenzar a circular entre los emprendimientos, pero sabemos que no todos los centros barriales pueden tener esa posibilidad. En ese caso, se puede empezar a jugar entre el acompañamiento y el emprendimiento.
¿Por qué? Cuando los chicos empiezan a tener tareas de acompañamiento, ya sea ir al hospital, a sacar el DNI, a los juzgados, no pueden hacerlo todos los días. Entonces si se tiene un emprendimiento quizás uno puede empezar a alternar entre los que salen a acompañar y los que trabajan en el emprendimiento. Así todos tienen la misma carga horaria de trabajo o de responsabilidad. Esto lo remarcamos porque en nuestra experiencia hizo muchísimo ruido: “Él hace más y yo hago menos y yo quiero tener lo mismo que tiene el otro”.
Eso suena un montón y nos interpela. Entendemos que es necesario que el pibe tenga un mango en el bolsillo y queremos ser equitativos. Tenemos que ponernos en ese lugar y buscar que todos tengan los mismos derechos. No tendrán el dinero en el mismo momento, cada uno según sus posibilidades, pero sí todos lo tendrán a su tiempo.
Para ser equitativos hay buscar que experimenten primero que hay que hacer algo, trabajar para poder ganarte el mango. También es importante que a veces puedan acompañar sin necesidad de recibir un pago por eso. No quiere decir que tengan que ser sirvientes del centro barrial para devolver lo que se les dio. No. Pero el Hogar es familia, y en una familia podemos acompañar: recibir a aquel que viene del mismo modo que me recibieron a mí. Así como podemos trabajar y cobrar. Pero el acompañamiento forma parte de la familia del centro barrial, no tiene que ser siempre pago. El acompañamiento como tarea lógica de familia: nos acompañamos, nos albergamos, nos cuidamos, nos comunicamos, charlamos en el patio. Acomodar estas cosas en el centro barrial nos costó mucho tiempo.
No se alcanzó enseguida, y aún sigue en debate. El centro barrial te interpela todo el tiempo lo nuevo que surge. Se crean nuevas tareas. Nacen a partir de las inquietudes de los chicos. Por ejemplo hacer una carpa los sábados para acompañar a quienes están en situación de calle. Se sale a la mañana a buscarlos. También la idea salió de los mismos pibes del Hogar. Y como surgen tantas tareas, cuesta mucho acomodar todo: acompañamiento, dinero, sueldo, trabajo, la necesidad de la plata. Por eso decimos que tarda mucho tiempo acomodarlo. Lo importante es que cada centro barrial tenga claro o intente tener claro: discuta, debata, cuál es la formalidad de pago, de sueldo, de entrega, real y necesaria, para nuestros pibes en el centro barrial. ¿De qué manera ellos reciben la plata?
¿Por qué nos interpela tanto la plata? Porque la plata es la posibilidad de consumo para el pibe. Sabés que le das plata y se te puede venir un quilombo. ¿Qué va a hacer con la plata? Por otra parte, como decía recién Blanca de la tarjeta, uno puede pedirle al pibe que deje la tarjeta en el centro barrial. En nuestro centro se lo hace para formar este pozo en común pero no todos los chicos te van a decir: “Sí, te la doy”. Lleva un tiempo y confianza. Puede pasar que el pibe no quiere dártela y está en todo su derecho, porque la tarjeta es suya. Cuando el chico se hace socio de la cooperativa, empieza a recibir la tarjeta con la suma de $1.500.
Elegimos los chicos en el centro barrial, se hace el trámite con Gustavo Barreiro -de eso hablábamos al decir que el monto de la tarjeta de la cooperativa es de $1.500 para cada uno de los chicos-. Hay otros programas, también nuevas cooperativas con otras sumas. Por ejemplo: “Argentina trabaja”. Tienen otro precio, otro sueldo –diríamos-. Todas esas cooperativas -serían como planes- te dan una tarjeta. La tarjeta de cobro, una tarjeta que el chico tiene, pone su clave, va al cajero y retira el dinero.
Y eso supone un lío bárbaro. Porque el pibe tiene la tarjeta y tiene toda la plata junta en el cajero. Sabemos qué pasa con el impulso cuando no está bien. Entonces viene el problema de si realmente él va a querer dejar su tarjeta para que nosotros podamos ayudarlo.
¿A qué? Voy a empezar a relacionar el manejo del dinero con el tiempo. En un principio, podemos proponerle ser nosotros quienes tenemos la tarjeta, o directamente él te dice que no quiere tener la tarjeta. En el caso del centro barrial Mugica la mayoría de los chicos deja su tarjeta en el Hogar. Cuando hacemos esta charla para armar el famoso plancito y empezamos a organizar qué vamos a hacer con la plata, siempre les aclaramos que la plata y la tarjeta son de ellos. Y es así: la plata y la tarjeta son de ellos. Lo que uno intenta es que en un futuro, ellos puedan trabajar, tener ese dinero, y poder ser autónomos e independientes de ese dinero. Es lo que más deseamos. Recién el Hermanito hablaba que cuanto más acompañamos a un pibe, el pibe va bien. Tenemos muchísimos casos de pibes que van muy bien, formando su pareja, teniendo su casa, y queriendo ser cada vez más autónomos e independientes. Pero hay que empezar a aprender a manejar ese dinero, y nosotros lo acompañamos en ese aprendizaje. Aparece el tema del tiempo: ¿Cuándo es tiempo de entregar las tarjetas? ¿Cuándo es tiempo de que el pibe maneje el dinero y cuándo no? Esta es la segunda tarea, muy compleja, que también nos interpela como equipo y la debatimos. ¿Por qué? Porque uno siempre -por más que no quiera- tiende a controlar. Es muy difícil no controlar. Porque al estar trabajando con los chicos querés que anden bien. Y la plata es un tema difícil pero necesario. Ellos necesitan tener dinero. Todos lo necesitamos para vivir.
Esta discusión se torna porque está el miedo en nosotros. El miedo de que no usen bien la plata. El miedo nos hace caer en el control y el control genera pibes dependientes de nuevo. También el hermanito hablaba de algo muy interesante que es el miedo a tener una nueva adicción: que esta adicción sea quedarse toda la vida en el centro barrial.
Si no ayudamos a que aprendan a manejar el dinero, van a quedarse toda la vida en el centro barrial. A esto se suma la búsqueda de generarles el gusto por ganárselo. Que sepa que también va a hacer cosas y por esto va a recibir su dinero.
En cuanto a la mirada del tiempo pasamos por distintos ensayos y errores. Entre ellos empezamos a aprender a pagarles a los chicos, qué día era conveniente. ¿Cuándo era conveniente que tuvieron la tarjeta, cuándo no?
Tal vez creíamos que era conveniente y resulta que en ese chico no funcionó. Parte de nuestra administración consiste en sumar un poquito más de dinero para que los chicos puedan dejar la tarjeta y dividirlo eso en cuatro partes. De este modo tienen plata para gastar todas las semanas. En un principio empezamos a pagar los viernes. Después vimos que era un error porque se venía el fin de semana y se hacía muy difícil. Cambiamos a pagar los días lunes. El día que comienza la semana para ver qué hacemos con la plata, qué queremos comprar. Darles la posibilidad a los chicos de ahorrar esa plata y que nosotros seamos los que vayamos a comprar las necesidades que tienen en ese momento: la campera, una zapatilla, u otras cosas que el pibe necesite. Que sientan que ahorraron esa plata que se ganaron.
De ese modo se fueron dando cuenta que tenían el apoyo del Hogar. Se va probando a ver qué pasa. Hubo casos de chicos que se llevaron la tarjeta y la quemaron en dos minutos. Entonces volvieron a decirnos: “Quiero intentar ver qué pasa porque no lo pude sostener.” Y ahí se vuelve a comenzar todo de nuevo.
En nuestro centro barrial nuestros chicos cobran $400 semanales. Le pagamos los días lunes. Ahora está quedando medio poco esos $400 semanales porque para mucho no alcanza. Tratamos de ver de qué manera los podemos ayudar con otras cosas, pero la idea es que cobren $400 semanales los días lunes, más la SUBE que es la primera manera de empezar a ver el dinero en los chicos. Le damos la tarjeta SUBE para que puedan empezar a viajar. Se la cargamos y ellos tienen la posibilidad de viajar hasta los fines de semana.
Después cuando empiezan a venir al centro barrial y empiezan a tener continuidad, es cuando entran a lo que sería el emprendimiento o la Cooperativa, en el caso de los otros centros barriales que no lo tengan. Cuando empiezan a no faltar, a ser constantes, sostienen, pueden charlar, empiezan a hacer grupo, tienen cierta estabilidad -lo que el Hogar entiende como estabilidad-: empezamos a acompañar este tema.
Se suma también otro tema de dinero que es la posibilidad de ver dónde viven los chicos y del subsidio habitacional. En el caso de villa 31 nosotros recibimos dinero para que los chicos puedan alquilar. Si bien es muy difícil poder tramitar el subsidio porque se necesita un recibo de alquiler y se hace complejo que salga rápidamente, cuando los chicos cobran el subsidio habitacional es el momento que nosotros pensamos que pueden ir a vivir solos.
Entonces distribuimos ese subsidio habitacional para el fin que tiene. Tenemos también casitas amigables donde hay chicos que viven. Estas casitas fueron donadas para que los chicos vivan. Y las distribuimos como los subsidios. Así como no todos están posibilitados a cobrarlos, ni hay tanta posibilidad que salga rápido, las casitas amigables son lugares para vivir sin tener que pagar ningún alquiler. Se ve caso a caso a quién proponérselo.
Para no caer en el control del manejo del dinero es importante esperar el tiempo de los chicos. Hay chicos que pueden manejar su dinero pero también hay otros que en determinado momento no. Ninguno de los dos extremos está bueno: ni controlar, ni dejar al libre albedrío ese dinero. Todos sabemos lo que significa la plata para los pibes. Lo importante es no perder de vista que en el Hogar somos artesanos de los pibes, y vamos trabajando con cada chico de manera individual porque nadie se parece a otro. Tal vez uno pueda manejar de entrada el dinero y otro necesite que lo acompañemos mucho más. Sin caer en el control, hay que ser conscientes de eso. Si probamos y no nos sale, saldrá la segunda. Le hacemos ver al pibe: “Mirá te dimos la tarjeta y vos no supiste qué hacer con eso. ¿Por qué no vamos a un segundo plan? Te acompañamos y nos vas pidiendo”.
Quiero contar, para terminar, que hay pibes que hoy ahorran plata. Eso es muy interesante, impensable en otro momento. Sin embargo tenemos chicos que dicen: “No me des la plata el lunes, la quiero guardar porque quiero comprarme zapatillas”. Está bueno, y nos gusta. Es importante que puedan ahorrar.
Todos los centros barriales cuando empiezan no tienen absolutamente nada. Por eso decíamos que al principio no se presenta el problema del dinero. El problema se empieza a presentar cuando al estar más empapados de lo que es el Hogar, empezamos a recibir y a articular los beneficios que existen a nuestro alrededor, así también como a recibir donaciones. En nuestro caso gestionamos también a partir de eventos el dinero, y en la actualidad el emprendimiento también nos deja dinero porque se venden los productos que se realizan. Ese dinero vuelve a un mismo fondo. La plata que entra de los chicos, más el emprendimiento, más las entradas por donaciones o por donde sea, y eso se distribuye entre todos. Pero para eso todos tienen que trabajar.
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