Aprender de la Peregrinación: Certezas y Desafíos. La Confirmación de una nueva etapa. Por Pablo Vidal
Aprender de la Peregrinación: Certezas y Desafíos
La Confirmación de una nueva etapa.
Por Pablo Vidal
En la Familia Grande del Hogar de Cristo, somos muchos los que todavía, estamos procesando el paso de la Peregrinación por nuestros Centros Barriales y el eje de nuestra propia vida comunitaria.
Sentimos que aún nos resuena el eco de la oración que le rezábamos a la Virgencita: “María, Madre nuestra, tu visita a cada pueblo y ciudad nos hace arder el corazón, porque en cada encuentro todos nos enriquecemos.” Y al recordar, se experimenta la huella de ese fuego en el alma que encendía en cada uno pero, traspasaba los cuerpos iluminando la experiencia colectiva de ser Pueblo.
Sin duda, la Peregrinación es un hito en la historia y la cultura de los Hogares y, como tal, marca un rumbo transformador por ser a la vez, una huella poderosa en la experiencia común de Fe y una fuerte línea orientadora de futuro.
En lo personal, me gustaría compartirles algunas reflexiones que fuimos realizando en el camino con algunos de los que transitamos los distintos momentos en cada ciudad. Son apenas algunas primeras intuiciones surgidas de las ruedas de mates. Pero, por su fortaleza y reiteración nos atrevemos a darles el nombre de certezas y evaluamos como riesgoso no seguir profundizándolas.
Certezas
La primera evidencia práctica surgida de la Peregrinación fue la de confirmar que nos hace mucho bien estar juntos. En el tiempo compartido se expande esa alegría de saber que no estamos solos, a pesar de la sensación de orfandad que nos angustia a todos, en algún momento, pero es ampliamente superada por la vivencia compartida de sentirnos Pueblo que camina y quiere ser Iglesia. Esta experiencia marco a fuego nuestra identidad, viviendo la Fe desde y con los más rotos.
Sin más, es necesario aclarar que esa Unidad no proviene de una Estrategia o de la voluntad de encontrarnos, sino que, creemos que nace del dejarnos conmover por el Dolor. Porque nos estremecemos cuando vemos a una persona durmiendo en la calle o a una madre cansada de pedir ayuda por todos lados porque no sabe qué hacer con su hijo que está consumiendo. Estar juntos nos da la fuerza para seguir, es nuestra fortaleza.
Así también, somos lo que somos porque, ante ese dolor nos organizamos alrededor de la Misericordia como principio rector, para responder a esta realidad social tan desgarradora como injusta. Y por ese mismo dolor, escuchándolo, dejándonos afectar, es que nos preguntamos por dónde ir, a decir verdad, muchas veces, casi a modo de súplica, dado la tristeza que el presente nos provoca.
Por otro lado, es otra certeza compartida que, La Familia Grande se construye con esa unidad: la de pensar juntos. Y esa es nuestra respuesta más contundente frente a una problemática donde no existe nadie que pueda afirmar que tiene la llave de las soluciones, y tantas veces, nos sentimos de rodillas pidiendo la Gracia que nos permita “Hacer lo adecuado”, lo justo, lo bueno para cada comunidad y cada persona que sufre.
Cabe explicitar que, la complejidad del problema nos obliga a tender puentes, a construir con otros las respuestas. Y así es como vamos andando juntos; avanzamos preguntando más que afirmando y caminamos juntos: sugiriendo, proponiendo, invitando, buscando vínculos, trazando espacios de encuentros, escuchando ecos, metáforas, comparaciones, casi como poetas, tratando de encontrar palabras que le den sentido a la historia que hoy nos desafía, para comprenderla mejor.
Sospechamos que esto nos sucede por la complejidad y porque en la condición humana, el dolor no es posible de ser contado ni transmitido; Apenas si permite ser compartido, justamente, porque los hechos del sufrir, del temer, del desesperar, desbordan la lógica, lo racional y el lenguaje. Y es por todo esto, que nosotros entendemos al Dolor como una llave que abre la puerta de la Comunidad, lugar fundante donde nos ubicamos en nuestro trabajo.
Con el mismo énfasis, tenemos que ponderar también, que esa Unidad de la Familia Grande se construye con la Gratuidad; tomando las palabras del Papa Francisco en su carta Encíclica “Fratelli Tutti” en la que nos habla acerca de la Fraternidad y la Amistad Social, en su número 140 cuando dice lo siguiente: “Quien no vive la gratuidad fraterna, convierte su existencia en un comercio ansioso, está siempre midiendo lo que da y lo que recibe a cambio.”
Por eso nos sigue emocionando recordar cómo pudieron sumarse con alegría tantas personas a lo largo y ancho del país, sin que lo económico resultara una barrera. y esta es nuestra segunda e irrenunciable certeza.
Porque vale afirmar que, muchos de nosotros aún seguimos conmocionados por el protagonismo de los “acompañantes pares” en esta Misión. Porque en este viaje de las periferias a las periferias los verdaderos protagonistas fueron ellos enarbolabando un mensaje de esperanza para nuestro pueblos y comunidades más golpeadas por el dolor.
Tan es así que, muchas veces, hemos llamado a la Peregrinación “la Caravana de la Esperanza”, y se hace necesario explicar que el micro de 60 plazas que nos transportó en todo el trayecto, siempre tuvo más de cincuenta asientos ocupados por varones y mujeres que antes estaban en la calle y consumían drogas, siendo en la Peregrinación, los verdaderos Misioneros.
Ellos y ellas eran los que llevaban la Virgencita y la Cruz, Ellos y ellas llevaban la bendición casa por casa, Ellos y ellas hacían las oraciones en los hogares y bendecían a las familias. Siempre con el liderazgo de la Virgencita que nos iba llevando por las distintas calles de las ciudades y barrios que fuimos recorriendo.
Así fue como realmente, sentimos todos una Iglesia viva, donde los pobres eran realmente los protagonistas y se nos hizo presente este pasaje del evangelio “la piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular”.
Es importante aclarar que, este “Descubrimiento” no es parte de los inicios del Hogar de Cristo, o al menos, no con la intensa fuerza con la que lo percibimos hoy. Fueron naciendo por el desborde, no por nuestra inteligencia. De hecho, cuando leemos el Documento de Unidad del Hogar de Cristo no nombramos los” Acompañantes Pares”. Por entonces, estábamos con el foco puesto en los equipos y, en la actualidad, entendemos que ellos y ellas tienen una capacidad enorme de liderar espacios y cuidar la vida.
Es preciso aclarar que, es evidente cómo superan largamente la capacidad de otras personas que no han vivido la experiencia. Inferimos que esa experticia nace de la transformación del dolor en la profunda convicción de sentirse salvado y agradecido; Nada más y nada menos, que eso es lo que los vimos entregar gratuitamente.
“La tristeza de ustedes se convertirá en gozó” ( Juan16, 20). Como reflexionaba el Cardenal Pironio: “es de la misma tristeza de donde se engendra el gozo. La tristeza de ustedes madurará, florecerá en gozo.”
Sin duda alguna, estas dos certezas son el hilo conductor de nuestro hacer y pensar el futuro
Riesgos
El Papa Francisco, en el 3er encuentro de Movimientos Populares nos convoca a reflexionar sobre dos riesgos: “Encorsetarse y Corromperse” y cierto es que, ambos, nos tocan muy de lleno. Es por eso que les propongo reflexionar juntos sobre ello, en los párrafos que siguen.
Encorsetar
En nuestro caso, encorsetarnos podríamos vislumbrarlo como el peligro de achicarnos, ir a menos, o también encerrarnos. Porque la clave es preguntarnos: ¿Desde dónde discernimos nuestras propuestas o los rumbos que tomamos como Centros Barriales del Hogar de Cristo? ¿Desde la realidad que viene o desde la autopreservación de la institución?
Los invito a pensar juntos sobre el tema tomando directamente las palabras del Papa Francisco, en esa ocasión:
“Primero, no dejarse encorsetar, porque algunos dicen: la cooperativa, el comedor, la huerta agroecológica, el microemprendimiento, el diseño de los planes asistenciales… hasta ahí está bien. Mientras se mantengan en el corsé de las «políticas sociales», mientras no cuestionen la política económica o la política con mayúscula, se los tolera. Esa idea de las políticas sociales concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a los pueblos a veces me parece una especie de volquete maquillado para contener el descarte del sistema. Cuando ustedes, desde su arraigo a lo cercano, desde su realidad cotidiana, desde el barrio, desde el paraje, desde la organización del trabajo comunitario, desde las relaciones persona a persona, se atreven a cuestionar las «macro-relaciones», cuando chillan, cuando gritan, cuando pretenden señalarle al poder un planteo más integral, ahí ya no se lo tolera. No se lo tolera tanto porque se están saliendo del corsé, se están metiendo en el terreno de las grandes decisiones que algunos pretenden monopolizar para sus pequeñas castas.”
Es difícil dejar pasar un llamado de tal magnitud; claramente nos lleva a dilucidar desde dónde abordamos los desbordes en nuestros Centros Barriales y comprendemos esa sensación de nunca llegar a acompañar lo suficiente o lo necesario.
De algún modo, este conciso señalamiento de Francisco nos hace pensar también que Encorsetarse es cerrar la puerta en post de frases hechas como “Necesitamos Sistematizar los Procesos para cuando ya no estemos y armar protocolos de actuación” O, “hasta acá estamos bien, ahora hay que consolidar”. Me inquieta sentir que ambas esconden algo muy peligroso que es el Control y la des- individualización. Quizá ese intento nos calma y uniformiza nuestras prácticas pero, a riesgo de perder la identidad de nuestra Fe porque, desde la razón, no se puede Controlar la Vida humana que siempre es Misterio.
En mi opinión, la mejor manera de seguir recibiendo “la vida como viene” es teniendo la puerta abierta para que entren todos y todas dándole lugar a Dios. Porque entiendo que la tentación de “consolidar” es darle más importancia a la Razón que al Corazón.
En ese sentido, hay una muy linda anécdota de nuestro querido Padre Charlie Olivero con el Papa Francisco: Cuenta que, cuando él le comentaba a Francisco nuestra preocupación por los desbordes en los CB, recibió una devolución muy atinada del Papa que le dijo algo así como:- ¡Menos mal que se les da el desborde y el caos! Porque si pudieran controlar todo sería una señal de que están trabajando con base en su racionalidad humana; que haya caos, que exista el desborde, es darle lugar también a Dios para que Obre.
Sin duda, la anterior es una imagen maravillosa para sostenernos en nuestros desbordes e impotencias, pero la fuerza de pensar que allí sucede lo trascendente le da otro sentido a todo.
Cabe aclarar que no negamos la importancia de la formación y la consolidación, que se dan en el trabajo, pero creo que siempre tenemos que tener claro que, a veces, la única manera de salir, es para el costado porque nuestra tarea es como el agua: tiene que correr, sino se estanca y se pudre. Recibir en los CB es aprender a caminar en esa tensión de lo inabarcable.
Desde otro punto de vista, pienso que encorsetarse, es también encerrarse en uno mismo. No “salir de la quinta” como solemos decir, es pensar que nuestros límites están marcados por un “no sé qué” que nos obliga a no correr barreras o “ver con otros ojos.”
A propósito de este tema, es muy interesante la Encíclica del Papa Francisco “Fratelli Tutti” donde se desarrolla la idea de un corazón abierto al mundo entero. Quiero resaltar al menos una de sus partes, pero para los que no lo hicieron recomiendo su lectura completa.
“146. Hay narcisismos localistas que no son un sano amor al propio pueblo y a su cultura. Esconden un espíritu cerrado que, por cierta inseguridad y temor al otro, prefiere crear murallas defensivas para preservarse a sí mismo. Pero no es posible ser sanamente local sin una sincera y amable apertura a lo universal, sin dejarse interpelar por lo que sucede en otras partes, sin dejarse enriquecer por otras culturas o sin solidarizarse con los dramas de los demás pueblos. Ese localismo se clausura obsesivamente en unas pocas ideas, costumbres y seguridades, incapaz de admiración frente a la multitud de posibilidades y de belleza que ofrece el mundo entero, y carente de una solidaridad auténtica y generosa. Así, la vida local ya no es auténticamente receptiva, ya no se deja completar por el otro; por lo tanto, se limita en sus posibilidades de desarrollo, se vuelve estática y se enferma. Porque en realidad toda cultura sana es abierta y acogedora por naturaleza, de tal modo que «una cultura sin valores universales no es una verdadera cultura»”.
Siguiendo esta maravillosa reflexión, los invito a pensar en nuestro trabajo en los CB porque desde esta concepción, si solo pensamos en el crecimiento de nuestro propio espacio instituciona,l podríamos decir, que corremos el riesgo de enfermarnos; Nuestros Hogares de Cristo tienen que salir a compartir su alegría con otros y ayudar a los que están menos desarrollados, colaborar subsidiariamente al crecimiento de distintos CB y no perder la mirada amplia que nos permita darnos cuenta de nuevos barrios que estén sufriendo el flagelo de las drogas y buscar el modo de misionar o recibir a esos varones y mujeres en nuestros Hogares.
Claramente, imagino que se trata de tener la actitud de” Los pescadores de hombres”, es decir, trabajar con una perspectiva abierta, tanto en lo territorial como en lo profundo de los corazones.
Corromperse
Otro riesgo que nos trae la época es pensar dinero / proyectos antes que lo que nos pide la realidad y volviendo a las preguntas que nos hacemos en todo el texto: ¿Desde dónde discernimos nuestras prácticas sistemáticas? ¿Las hacemos porque surgen de una necesidad sentida por la gente de los barrios o, porque alguien viene y nos dice que hay dinero para determinados proyectos?
Por si acaso, traigo a la actualidad aquello que nos decían los Curas Villeros en su texto la “Droga despenalizada de Hecho” del 2009: es necesario…“Adaptar nuestros programas e instituciones a la realidad y no la realidad a ellos.” Porque en esas decisiones también se juega quién está en el Centro: ¿El dinero o Dios?
También es parte de nuestro discernimiento de la realidad que hoy el Hogar de Cristo está de “moda”, por decirlo de algún modo. Quizá se puede sentir la tentación de abrir un Hogar de Cristo porque se cuenta con financiamiento y no porque nos conmueve el dolor de las personas de la comunidad; Ahí es cuando debemos ir a nutrirnos de la Creatividad de nuestros CB mayores para ver cómo se pueden acompañar esos procesos que se dan en nuestra organización.
Dicho de otro modo, no tenemos que asustarnos con esos pedidos porque realmente creemos que el Hogar de Cristo busca ser una conversación con nuestras Comunidades, constituye en sí mismo, un diálogo permanente entre las personas que sufren y nuestras estructuras.
Sostengo que, cuando llegan esas propuestas no hay que expulsarlos sino abrir una reflexión compartida que nos permita hacer lo mismo que cuando viene una chico o chica al Hogar solo por el “plan” o por la comida; Nosotros sabemos que nuestro acompañamiento va superando esas tensiones del primer momento poniéndole el cuerpo y lo mismo deberíamos hacer con aquellos que se acercan a querer abrir un Hogar de Cristo sólo por la plata o la chapa. Sin lugar a dudas, recibirlos, pone en juego nuestra creatividad en el acompañamiento y también en esos ajustes y tensiones del ver cómo y qué hacer para poder acompañar, hay que dejar obrar a Dios.
A veces nos podemos corromper cuando sentimos que somos como David vs Goliat en esta lucha inacabable contra la cultura del descarte. Es vivir un cotidiano que nos cachetea desde la desproporción; Y surge el problema cuando queremos medirnos de Goliat a Goliat y ahí se arma el lio. El remedio es simple; la memoria: “yo te saqué de detrás del rebaño…” y, continuamente, volver a ser el David del primer amor, el débil, el elegido…
Antídoto: Recibir la Vida como Viene
Y como corolario me propongo volver a nuestro antídoto y guía, que es nuestra propia identidad, nuestro método: Recibir la Vida como Viene…; o sea, señalar la disponibilidad, la apertura de dejarse conmover sin juzgar, abrazando a los más rotos.
“La Iglesia discierne así; no frente al ordenador, sino frente a la realidad de las personas. Se discuten las ideas, pero la realidad se discierne. Personas antes que en programas, con la mirada humilde de quien sabe buscar en los otros la presencia de Dios, que no vive en la grandeza de lo que hacemos, sino en la pequeñez de los pobres que encontramos. Si no los miramos directamente, terminamos siempre mirándonos a nosotros mismos y haciéndolos instrumentos de nuestra afirmación, usando a los demás.” Papa Francisco. Homilía 23 de Mayo de 2019.
Les propongo Volver a conectar con eso que nos dio origen: Recibir y Responder. Por eso la FGHC es cambiante. No somos los mismos que hace 15 años. Vivimos un proceso en el que pensamos, charlamos y escribimos mucho pero, el que nos va llevando es Dios.
A riesgo de ser reiterativo sólo se trata de Responder a la Realidad. Tenemos que trabajar y mejorar el Discernimiento y en ese sentido recomiendo profundamente la Catequesis del Papa Francisco sobre ese tema ( Roma.2022)
Si seguimos por ese sendero podemos confirmar que nuestra historia se teje en los procesos de los caminos de conversión personal y comunitaria.Siempre ardiendo porque lo peor que nos puede pasar es dejarnos enfriar el corazón.
Como nos dice el Apocalipsis en el Capítulo 2: “Conozco tus obras, tus trabajos y tu constancia. Sé que no puedes tolerar a los perversos: has puesto a prueba a quienes usurpan el título de apóstoles, y comprobaste que son mentirosos. Sé que tienes constancia y que has sufrido mucho por mi Nombre sin desfallecer. Pero debo reprocharte que hayas dejado enfriar el amor que tenías al comienzo.”
Enviar un comentario