SEMANA SOCIAL VIRTUAL 2020 “Nadie se salva solo” Por: Gustavo Carrara
SEMANA SOCIAL VIRTUAL 2020: NADIE SE SALVA SOLO. “Llamados a remar juntos hacia una conversión humanista y ecológica” Primer panel central: Es tiempo de actuar ahora para el futuro.
En este tiempo inédito que vivimos, el Papa Francisco rezaba el 27 de marzo en la Plaza de San Pedro, cerca del Cristo crucificado que detuvo la gran peste de Roma en 1522. Allí decía: “Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás.”1
En este tiempo de prueba es necesario realizar esta elección: hacer una profunda transformación en nuestra patria. Es posible elegir la utopía de ser un país más justo, solidario y fraterno donde exista la posibilidad concreta de tener para todos, una tierra para trabajar y construir un techo para cuidar una familia. Tierra-Techo-Trabajo son derechos sagrados. Es así que los últimos deben ser los primeros, para así llegar a todos. Como sabemos: “La utopía toma su fuerza de dos elementos: por un lado, la disconformidad, la insatisfacción o el malestar que genera la realidad actual; por el otro, la inquebrantable convicción de que otro mundo es posible. De ahí su fuerza movilizadora… la utopía es una forma que la esperanza toma en una concreta situación histórica… Pero dicha creencia va de la mano con una búsqueda concreta de mediaciones para que ese ideal sea realizable.”2
Ahora bien, resulta difícil pensar el después de la pandemia cuando estamos entrando tal vez en lo más duro de la misma, por lo menos en el AMBA. Pero a la vez es muy necesario hacerlo. Francisco nos aconseja: “Prepararnos para el después es importante. Ya se notan algunas consecuencias que deben ser enfrentadas: hambre, sobre todo para las personas sin trabajo fijo (changas, etc.), violencia, la aparición de los usureros, (que son la verdadera peste del futuro social, delincuentes deshumanizados), etc.”3 Hay que tomar registro de las consecuencias de esta pandemia y también de aquello que ha puesto de manifiesto.
A modo de ejemplo diremos algo de las villas y barrios populares, que según el RENABAP son por lo menos 4400 en todo el país. Está pandemia dejo ver al descubierto en carne viva, la injusticia social histórica que viven estos barrios. Las características habitacionales de muchas de las villas y los barrios populares están marcados por un gran hacinamiento, en el que la relación entre la cantidad de habitantes, el espacio y los servicios públicos esenciales (luz, agua, cloacas) es verdaderamente preocupante. El Covid 19 pone de manifiesto esta situación cuando se vuelve necesario disponer de agua para lavarse las manos, o de espacio para hacer aislamiento. Pero hay que decir que la pandemia no solo puso a la luz la iniquidad que existía, sino que profundizó y aumento la brecha. Y eso se verá nuevamente en el tema educativo, mientras algunos sectores sociales encontraron
1 Papa Francisco. La vida después de la pandemia. Librería Editrice Vaticana. Pág. 22.
2 Cardenal Jorge Mario Bergoglio, S.J., Educar es elegir la vida. Mensaje a las Comunidades Educativas. 9/04/ 2003. 3 Papa Francisco. La vida después de la pandemia. Librería Editrice Vaticana. Pág. 28.
nuevas modalidades de aprendizaje, los sectores populares que no tienen conectividad ni equipamiento, se quedaron dónde estaban o retrocedieron, en consecuencia la brecha educativa aumentó.
Muchas veces escuchamos acerca de la necesidad de volver a la normalidad. ¿Que sería volver a la normalidad? ¿Vivir como anestesiados e indiferentes ante el dolor de nuestras hermanas y hermanos? ¿Seguir admitiendo en la práctica que unos se sientan más humanos que otros, como si hubieran nacido con mayores derechos? (Cf. LS 90)
Es importante comprender que no puede quedar todo igual. No podemos volver a lo mismo como si nada hubiera pasado. El Papa nos dice: “La misericordia no abandona a quien se queda atrás. Ahora, mientras pensamos en una lenta y ardua recuperación de la pandemia, se insinúa justamente este peligro: olvidar al que se quedó atrás. El riesgo es que nos golpee un virus todavía peor, el del egoísmo indiferente, que se transmite al pensar que la vida mejora si me va mejor a mí, que todo irá bien si me va bien a mí. Se parte de esa idea y se sigue hasta llegar a seleccionar a las personas, descartar a los pobres e inmolar en el altar del progreso al que se queda atrás. Pero esta pandemia nos recuerda que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren: todos somos frágiles, iguales y valiosos. Que lo que está pasando nos sacuda por dentro. Es tiempo de eliminar las desigualdades, de reparar la injusticia que mina de raíz la salud de toda la humanidad… Aprovechemos esta prueba como una oportunidad para preparar el mañana de todos, sin descartar a ninguno: de todos. Porque sin una visión de conjunto nadie tendrá futuro.” 4
Este panel que compartimos busca de alguna manera presentar distintas iniciativas de caridad en este tiempo de pandemia. “Tenemos que convencernos de que la caridad no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas” (EG 205).
Hoy es imprescindible acercar estas preguntas: ¿Quiénes a contracorriente llevan adelante proyectos con los descartados de la sociedad? ¿Dónde hay espacios que buscan cuidar a los más frágiles frente al modelo “exitista”, que no encuentra sentido al invertir para que los lentos, los menos dotados, los más débiles se abran camino en la vida? (Cf. EG 209). ¿Dónde hay experiencias de salvación comunitaria? (Cf. LS 149)
Así podremos visibilizar un ejército invisible actuando como un solo pueblo, a lo largo y ancho de nuestra patria, cuidando y abrazando la vida como viene, porque los pobres casi no tienen más que la vida y cuidan especialmente de los chicos y de los adultos mayores. Me ayudo nuevamente con las palabras de Francisco: “En estos días de tanta angustia y dificultad, muchos se han referido a la pandemia que sufrimos con metáforas bélicas. Si la lucha contra el COVID es una guerra, ustedes son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras. Un ejército sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo… no se encierran en la queja: se arremangan y siguen trabajando por sus familias, por sus barrios, por el bien común. Esta actitud de Ustedes me ayuda, cuestiona y enseña
4 Ibídem. Pág. 52-53.
mucho… Quiero que sepan que nuestro Padre Celestial los mira, los valora, los reconoce y fortalece en su opción… Espero que los gobiernos comprendan que los paradigmas tecnocráticos (sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos) no son suficientes para abordar esta crisis ni los otros grandes problemas de la humanidad. Ahora más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir.” 5
Aquí se nos presenta el camino escondido de las bienaventuranzas (Mt. 5, 1-12), aquí hay mucha santidad de la puerta de al lado (Cf. GE 7). Aquí nos encontramos con un profundo convencimiento: “Dios quiere la felicidad de sus hijos también en esta tierra, aunque estén llamados a la plenitud eterna, porque Él creó todas las cosas «para que las disfrutemos» (1 Tm6,17), para que todos puedan disfrutarlas.” (EG 182)
Un nuevo proyecto nacional de desarrollo integral, que realmente abarque a todos, tiene que tener al pueblo pobre trabajador como protagonista, en una acción que claramente tiene que ser colectiva. Y ¿por qué más que nunca en esta crisis inédita hay que prestarles atención a los más pequeños y pobres de nuestra patria? Porque el pueblo pobre trabajador apunta a lo esencial, es decir a cuidar la vida, y en su acción concreta nos enseña que nadie se salva sólo, y que la unidad tiene que estar por encima de los conflictos.
Gustavo Carrara. Obispo Auxiliar de Buenos Aires. Vicario para la Pastoral de Villas CABA.
5 Ibídem. Pág. 37-38.
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