La Espiritualidad y la Mirada – Pablo Vidal
Pablo Vidal
Escuela de la FGHC
Área de Abordaje Pastoral y Comunitario de las Adicciones en Cáritas Nacional
En el encuentro de la pastoral nos juntamos todos los equipos que compartíamos los dispositivos comunitarios y justamente nos preguntábamos: ¿Qué era lo que nos diferenciaba del resto de los dispositivos asistenciales que existían? ¿Por qué nuestros lugares están llenos de gente, y los chicos participan y se quedan?
Porque veíamos que no alcanzaba solamente con abrir un lugar. Como decía Pepe, algunos lugares tenían las puertas abiertas -algún dispositivo del Estado o a veces de alguna organización- habían estudiado y tenían un protocolo pero no había nadie adentro o había pocos chicos o no participaban o cerraban a las cuatro de la tarde.
Y preguntábamos: ¿Cuál es el diferencial nuestro? Fundamentalmente un cambio en nuestra relación con los chicos, no los veíamos como un adicto: “¿Hace cuánto o dejar de consumir? o ¿qué droga consumís?”, sino que nos empezaban a importar otras cosas, y eso nos iba transformando a ambos. El Hogar una de las diferencias que tiene es esa mirada de familia. No tiene una mirada compartimentada como quienes ven solamente el aparato psíquico o solamente el cuerpo físico o solamente las causas judiciales. Sino que puede ver el todo.
Ver el todo implica también apostar al tiempo. Que no haya tiempos en nuestros centros implica una mirada de los recorridos: “¿De dónde venís? ¿Qué hiciste?. Contame: ¿cómo estás?”.
Otro de los aspectos nuestra espiritualidad, reflejada en el modo en cómo nació el Hogar, es que la realidad del barrio interpela nuestra vida. La realidad nos dolía y no nos permitía quedarnos en nuestra zona de confort como parroquia. No era suficiente la escuela de deportes, la catequesis, queríamos sentirnos interpelados todo el tiempo por la realidad y que ella nos transformara. Es por eso que cada centro tiene su dinámica. Hay centros que tienen lugares para dormir, otros para los más chicos, otros para madres, porque son centros que están todo el día saliendo de su zona de confort.
Todos los que estamos acá estamos llamados por Dios, es una vocación. No solamente una vocación de servicio. Nuestra espiritualidad implica preguntarnos: ¿Vemos al otro como un don para nuestra vida? Todo: la gente, el Hogar; todo se juega en la mirada, en cómo miramos al otro. No basta un protocolo para operar, para desintoxicar una persona. Y en este sentido resulta tan difícil sistematizar nuestras experiencias, porque es muy difícil sistematizar un modo de mirar. Una mirada de familia, una mirada del otro como un don y también un llamado a dejarnos transformar por la vida de los chicos. Muchos de quienes hacemos esto desde hace años, en los hogares, en los centros, vamos viviendo cómo nuestra vida se transforma.
La idea de este encuentro no es ir cerrando temas. No vamos a brindar las claves del Hogar sino a pensar juntos, a caminar juntos. ¿Cuál es el camino? ¿Qué cosas vemos como importantes? Una de ellas es dejarnos transformar por la vida de los chicos. A veces, en algunos centros, a los chicos les exigimos hacer caminos descendentes. Se les obliga a tocar sus miserias para participar, a ir hacia los lugares donde más les duele. Tienen que poder hablar de esas cosas que tanto les dolieron en la vida. Es importante que quienes participamos del centro vayamos haciendo ese camino. Es muy difícil acompañar a otro a ver sus miserias, a perdonarse, a ver sus dones, si no hacemos ese camino. Nuestra espiritualidad tiene que ver con dejarse interpelar por la vida de los chicos como un don ¿Qué tiene que decirme Dios a través de la vida de tantos chicos que acompañamos? De tantas vidas, de tantos fracasos, de tantas esperanzas.
Para eso es importante generar espacios. No basta solamente el centro, sino generar espacios de encuentro, de amistad, espacios gratuitos. Juntarnos a comer y que alguna vez te inviten a comer, invitar a alguien a dormir a tu casa y un día también quedarte a dormir, hacer un festejo de 15, un casamiento: cosas que generen encuentros de amistad. La clave del Hogar es que no hay enfermos y sanos, sino que nuestra espiritualidad es que esa soledad que nos atraviesa a todos, decidimos caminarla juntos.
Por eso estamos hoy acá, para caminarla juntos. Esta canción del Cristo:
Amigos voy descubriendo
a un Cristo de cuerpo entero
un Cristo tan compañero
que anda llevando en la villa
la misma vida sencilla
del Cristo de los villeros.
Nació a orillas de un poblado
vivió en un país extranjero
fue un pobre tan verdadero
que del cielo donde vino
solo se trajo el camino
lo mismo que los villeros.
En este Cristo yo creo
el mismo Cristo que espero
es un Cristo sin dinero
que trabaja con sus manos
el Cristo de mis hermanos
que vuelve entre los villeros.
Este es el Cristo que vive
cuando a mi hermano lo quiero
Cristo de rancho y madero
Cristo de amor y sin techo
Cristo fraterno y derecho
con el alma del villero.
Cristo muerte, Cristo vida
Cristo Señor y pueblero
palabra y no palabrero
sufre, muere y resucita
inquieta, llama, me invita
desde el rancho del villero.
Y si usted va descubriendo
a un Cristo de cuerpo entero
tan concreto y compañero
que se hace vida sencilla
es el Cristo de la villa
el Cristo de los villeros.
En ese Cristo yo creo
el mismo Cristo que espero
es un Cristo sin dinero
que trabaja con sus manos
el Cristo de mis hermanos
que vuelve entre los villeros.
Este es el Cristo que vive
cuando a mi hermano lo quiero
Cristo de rancho y madero
Cristo de amor y sin techo
Cristo fraterno y derecho
con el alma del villero.
Enviar un comentario