Trabajo y dinero
Jésica
CB El Galpón – Cooperativa de Trabajo – Merlo, Prov. de Buenos Aires
La cooperativa empezó hace un año como un taller de panadería y ante la necesidad de los chicos de ganarse el mango. Una vez que comenzó la cooperativa surgieron un montón de situaciones. La idea terapéutica fue que la cooperativa acompañe sin ser la protagonista. Surgieron un montón de situaciones: vínculos, trabajo en equipo, ponerse en el lugar del otro.
Esto nos ayudó a ensamblarlo de una manera que ni nos dimos cuenta pero vemos que resultó y que el acompañamiento terminó de cerrar el círculo. En una primera instancia, comenzaron vendiendo puerta a puerta. Después fueron hablando con los locales y los comercios cercanos a “El Galpón”. Se preparaba la mercadería y se entregaba en concesión.
Hoy por hoy asisten a eventos, se brindan servicios de catering y de desayuno. El crecimiento fue rápido, en muy poco tiempo. Eso nos pone súper contentos. Una vez que surge el proyecto, surge el emprendimiento, surge la necesidad de manejar el dinero y ahí es donde el Centro Barrial empieza a encender la alarma de cómo acompañamos ese manejo de dinero.
Es un proceso muy complejo. Cada historia tiene su particularidad. En primer lugar como estrategia principal logramos ver la potencialidad de cada uno de los chicos que integran la cooperativa. Poder potenciar las capacidades y la gratificación del trabajo, a nosotros nos funcionó para poder recuperar el autoestima, para poder pensar que podemos. Hablo en plural porque me siento parte de las chicas ya que acompañamos todos los aspectos desde comprar la harina hasta intervenir en los conflictos cotidianos. Me emociona porque me siento súper orgullosa de ellas.
Una de las estrategias que elegimos como Centro Barrial es ayudarlas a tomar conciencia del gasto de la materia prima. A medida que se va generando dinero, ellas apartan un margen del mismo para comprar la materia prima. El tema del dinero y la ganancia que ellas generan, en un principio era un acompañamiento cuerpo a cuerpo. Es decir, se entregaba el dinero pero permanentemente se acompañaba. ¿Qué pasa? Como Centro Barrial tratamos de poner la confianza a flor de piel en cada uno de los chicos. Esto es lo que les permite sentirse fuertes con toda la herramienta que viene atrás.
En algunos casos guardábamos el dinero e íbamos negociando cuáles eran las necesidades, a tal punto que ya manejan el dinero ellos mismos. El hecho de que manejen el dinero es gratificante porque sienten que pueden. De esta manera, el Centro Barrial dejó de ser el que controla, el que fiscaliza, el que dice: “mira acá, mira allá” y pasan a ser quienes toman conciencia de sus necesidades: comida, vivienda. Siempre les digo que la cooperativa no las va a hacer ricas pero sí les va a dar un sentido de trabajo en equipo, un sentido de darle valor a los vínculos -al respeto, a la responsabilidad-.
Como acompañante de cada una de las chicas me siento más que orgullosa y emocionada de ellas. Creo que más allá del dinero expresa las ganas y el saber que pueden salir adelante.
Silvana
CB El Galpón – Cooperativa de Trabajo – Merlo, Prov. de Buenos Aires
La cooperativa me ayudó primero que nada a aceptar la ayuda. Yo sabía que necesitaba ayuda pero un día mi corazón la dejó entrar. Trato de valorar la confianza que se puso en mí. Un ejemplo de esto es cuando necesitaba plata para la luz y me daban $100. En mis tiempos de consumo quizá me los gastaba en drogas y hoy por hoy queriendo tal vez si me falta un plato de comida y tengo que presentar el ticket de la luz, y lo gasto en comida se los digo al otro día.
En otro momento manipulaba, mentía o buscaba un ticket para presentar. Valorar la confianza que me tienen es un paso de crecimiento mío en el tratamiento. Me compré un equipito, un parlante de $900, y me vinieron a decir si me parecía que ese gasto tan grande fuera una prioridad, y yo decía: “pero si yo lo quiero al parlante”… pero también pude escucharlos y darme cuenta de que tenían razón, que yo tengo que hacer otra cosa con los $900 ahora. Ellos me ayudaron a pagarlo, me dieron el dinero y yo de a $200 fui devolviendo y ya pagué el equipito, y lo tengo en mi casa. Está bueno.
Una parte importante de esto es la convivencia en el trabajo, conocer a los compañeros. Un día uno viene mal o yo… Y la tolerancia, es todo una cadena, que digo: “Dios, gracias, por haberme hecho crecer así de esta manera.” Esto se vive y se siente. Acá estamos y vamos por más.
Andrés
CB y Granja Madre Teresa – Gral. Rodríguez, Prov. de Buenos Aires
La nuestra es una experiencia diferente, otro camino, con algunas cosas de fondo en común. En estos 30 títulos que voy a ir compartiendo, están mezcladas cuatro grandes cosas: 1.- ¿Cómo hacemos? Algunas cuestiones operativas de cómo hacemos nosotros con el dinero. 2.- Los motivos más de fondo de por qué hacemos esto y los horizontes para qué lo hacemos. 3.- Algunas dificultades que se nos presentan con esta metodología una vez que incorporamos el dinero como una herramienta educativa y terapéutica. Son las que llamamos “las dificultades del camino”. 4.- Finalmente, la identidad del equipo.
¿Quiénes intentamos esto? Cuando digo identidad del equipo es a propósito. No quisimos poner ni perfil, ni características. Identidad nos parece algo mucho más profundo, existencial. No es novedad para ustedes que el equipo del Centro Barrial debe procurar cada vez más tener una identidad muy profunda. Nosotros ayudamos a administrar sus cooperativas, sus pensiones, y el dinero de las changas que las personas pueden ir adquiriendo.
Tenemos por un lado, el Centro Barrial -donde vienen de lunes a viernes-, y por otro lado, lo que llamamos la granja donde las mujeres con hijos viven ahí. De los dos espacios tenemos gente que tiene su cooperativa y nosotros tenemos la tarjeta. Es el punto de partida. Es un acuerdo, no un delito del Hogar de Cristo. “¿Querés que te ayudemos? ¿Aceptás esta metodología? Bueno, la tarjeta la tenemos nosotros.”
Tener la tarjeta implica que el equipo tenga que organizarse para ir al cajero, sacar la plata, tener los códigos… Tener la tarjeta implica todo eso. Elaboramos plancitos totalmente personalizados. No hay un modelo estándar: para todos es así, para todas las mujeres de tal manera. Tenemos la tarjeta y con cada persona se va dibujando un plancito. El diminutivo es a propósito. ¿Por qué? Porque con cada persona vamos haciendo proyectos y planes en general de muy corto plazo.
Cuando podemos de acuerdo al proceso, se pasan a proyectos de mediano plazo o de largo plazo. Son pasos muy pequeños. Piensen que en la cooperativa hoy en día estamos hablando de 5500 mil pesos mensuales. Alguna pensión puede ser un poco más de dinero. Nadie vive con ese dinero. Sin embargo, ellos sí. Y encima se lo administramos nosotros. La primera tensión viene justamente de los plancitos personalizados y de compararse entre ellos. Se empiezan a enterar y nos dicen: “ustedes con Pepita hicieron así… A Pepita le dan dos mil por semana, ¿a mí porque no? A Juancito…”
La primera tensión que va a estar siempre es la que viene de compararse entre ellos. En relación al equipo, “cuentas claras conservan la amistad”. Las personas del equipo que estén involucradas con esta herramienta educativa, terapéutica y de acompañamiento, que es ayudar a administrar el dinero, tienen que ser personas muy ordenadas y transparentes. Se imaginan los conflictos que detonaría la mala administración del dinero de otro, o decir: “no sé dónde quedaron porque tengo muchas cosas”. La plata es de ellos. Por eso, el equipo tiene que ser en este punto muy ordenado y muy transparente.
También, hay que tener espalda para contener, soportar, recibir y hospedar la acusación de quedarnos con algo de su dinero. Tarde o temprano, por el proceso terapéutico, o porque están detonados algún día, siempre vuelve a aparecer esta sospecha y acusación. El equipo lo tiene que tener incluido en la cuenta. Es una tensión fuerte que a veces hay que acompañar tolerándola en silencio y mostrando con claridad cómo viene el proceso de las cuentas.
Intentamos ayudarles a aprender a aprovechar sanamente los préstamos y aprender a devolver. Aparte de administrar su tarjeta y su dinero, otra estrategia con el dinero es que a veces prestamos dinero para comprarse algo: un lavarropas, para pagar un servicio, u alguna otra cosa de lo cotidiano.
Buscamos siempre apuntar a estrategias donde ellos aprendan a devolver. Esa es parte de la mayoría de los plancitos. Una de las situaciones más difíciles con la que nos encontramos es que ellos saben cómo está asociado el consumo con el dinero: la dinámica de empeñar sus propias cosas, las que consiguieron con su propio esfuerzo para tener efectivo para consumir. Es una dificultad grande.
Simplificando, pensamos como tres grandes grupos de personas: 1. Los que tienen una dinámica de crecimiento sostenido. Llegan a tener su terrenito, su casilla propia, pueden comprarse una casilla de madera, dos chapas. Van armando algo. Acceden a microcréditos. Llegan a una autonomía plena. Les entregamos su tarjeta, su cooperativa. “Mirá ya estás capacitado a partir de ahora seguís en el Centro Barrial pero disponé vos.” A algunos les agarra pánico. 2. Otro grupo es como la luz de giro de la moto o del auto. Es una dinámica de alternancia: dan diez pasos para adelante y cinco para atrás. Esta dinámica es la más la más común. 3. El último de los grupos, la dinámica de las balizas: estoy estancado, estoy parado, estoy en una rotonda y no termino de agarrar ningún camino de crecimiento. Son los que llamamos los más crónicos.
Debemos asumir, sin condenar a las personas, pero reconociendo que tienen un techo. Algunos no logran salir de la dinámica: trabajo, consumo, trabajo, consumo. Y acompañamos esas situaciones también. Con los que podemos hacemos la experiencia del ahorro y de nuestra ayuda. Aunque sea muy poco dinero. A veces no es tan poco: en la dinámica de recuperar derechos cuando logran cobrar una asignación por hijo totalmente atrasada de repente se encuentran con 20.000 mil pesos.
Allí vamos sembrando la mentalidad y la mirada del ahorro para dar pasos más significativos. Cuando hablamos de ahorro, hablamos que a partir de un acuerdo con ellos determinada cantidad de dinero no se toca. Eso requiere también que el equipo tenga personas capaces de sostenerlo, porque en algún momento va a entrar en crisis. Van a venir y exigir la plata que está ahorrada. Ahí hay que sostener que no es algo sencillo y cuando no se puede sostener o destrabar -son los momentos más límites- se entrega la tarjeta y hay como una pausa en el vínculo de ayuda.
Por eso, insisto que la dinámica del dinero requiere de un equipo sólido que pueda sostener los acuerdos que se construyen y que el mismo equipo propone. ¿Por qué querés comprarte tal cosa? ¿Por qué? Dentro del respeto por su libertad el ayudar a pensar. Al ser un trabajo personalizado imagínense la cantidad de tiempo invertido. En definitiva, tratamos de organizar su platita y de organizarla con la visión del mes. Tanta plata por semana. Con algunos existen los días de cobro. Son distintos. Fue todo un camino pasar de entregar dinero los viernes a durante la semana. Porque la dinámica de entregar dinero los viernes… Venía el fin de semana: gira es poco.
Entonces toda una estrategia fue de a poquito ir corriendo esa agenda. Ahora ya estamos en la etapa donde la gira es en cualquier momento por más que le entregues… Pero se van dando pasos. Este trabajo demanda hacia dentro del equipo una comunicación permanente. Ellos me piden un poquito de plata a mí y le piden un poquito de plata a otro miembro del equipo. Si no estamos comunicados tenemos un problema del equipo. No de ellos. Después lo van a asumir pero tiene muy claro que el problema es nuestro.
Por eso, los roles y funciones en torno al manejo del dinero tienen que ser muy claros. Si hay más de una persona, como en nuestro caso, que manejan dinero tiene que haber muchísima comunicación. Básicamente tenemos una persona dedicada a la administración de las tarjetas, pensiones, y todo eso. Otra persona a cargo de la ayuda cotidiana que no es otra cosa que $100 por día. Así y todo estamos comunicados.
A través de esta estrategia buscamos recuperar o sembrar en algunos casos hábitos sanos para organizar la vida cotidiana. Meterse un poquito en la billetera del hermano es para ayudar a ordenar la vida: cómo pasar de un consumo permanente a algo más gradual, y a pensar en invertir sanamente; cómo gastar en la propia comida o en la comida de los hijos y no en el consumo.
Tenemos que combinar el sostener con firmeza, con una escucha paciente muy grande, un explicar con calma (a veces los números aunque sean pocos se confunden). Hay que explicar con mucha calma. Para esto, llevamos un registro personalizado muy sencillo, muy básico. Lo que charlamos hoy tenemos que buscar de escribirlo. En algunos casos más extremos hasta afirmarlo. Tal vez, al otro día la persona viene y te niega todo. La negación es parte de la realidad.
Entonces el registro es muy importante: “te acordás de esta hojita que ayer escribimos”. Esto ayuda. No siempre soluciona porque igual está la negación pero ayuda. Desde este acompañar el tema del dinero desactivamos conflictos vecinales a veces muy complejos. Como la tarjeta o la pensión no alcanzan, van contrayendo deudas. Ahí es donde viene toda una estrategia territorial y del barrio. Tenemos vecinos que conocen esta dinámica, o ellos mismos que vienen al Centro Barrial y ahí se les pagar. Y si bien no es así… nos sentamos con ellos, los vecinos y el centro barrial para mediar y buscar llegar a un acuerdo.
Primero evitar que se maten, segundo si el conflicto fuese muy grave efectivamente solucionamos con un anticipo pero tiene que haber una estrategia donde la persona aunque sea con gotero vaya devolviendo al Centro Barrial. Es una estrategia superadora al ajuste de cuentas. En cuanto a los puntos de llegadas significativos en los procesos personales, tenemos personas que han logrado comprarse un terrenito, han logrado llegar a $30000, $40000, $50000 con el ahorro y se compran un terrenito y se construyen su casilla. Mantenimiento, equipamiento o mejora de la propia vivienda.
El equipo tarde o temprano tiene que asumir tensiones desde un contexto excluyente. A quienes en nuestra sociedad tienen una profunda convicción que simplemente son vagos y que todos los planes sociales son un sistema que alimenta la vagancia, habría que escucharlos con paciencia y ver qué experiencia han transitado para comprenderlos. No sé si podrán cambiar de mirada. Con tres generaciones de chicos NINI. Ni estudian, ni trabajan. Pero, ¿por qué?
Hace tres generaciones que no vieron nunca ni estudiar ni trabajar a nadie de su familia. Entonces, con esa realidad, la acusación de que son vagos es bastante simplista y superficial. Hay que ir más profundo. Nosotros también en nuestra experiencia percibimos que hay personas que son vagas y hay que armar toda una estrategia educativa para dar vuelta eso.
Participación de otros Centros
Romina
CB Virgen del Carmen – Prov. de Tucumán
Me parece muy interesante este proceso de empezar a trabajar desde el Centro Barrial (esto de la panadería es muy terapéutico, es muy lindo). De empezar a vender en la salida de misa, después puerta a puerta, y en el paso siguiente, cuando va madurando, que se cree la cooperativa. En el Norte es muy difícil armarse formarse como cooperativa.
Las preguntas eran entonces: ¿Cuál es la manera en que fueron formándose? ¿Está claro que la relación entre ellos como cooperativa es de socios o de alguna manera los jóvenes los han visto como jefes o empleadores? ¿Esto trajo dificultades en la relación o demandas por ejemplo?
Andrés
Cuando el planteo de ellos es si somos sus jefes, ahí tenemos que volver al vínculo. “Acá yo no soy tu jefe, no soy nadie. Soy un hermano tuyo que trata de ayudarte con todo el Centro Barrial”. Eso tiene que ser real no solamente un proyecto escrito. Se entiende. Por más real que sea algunas personas llegan a ese momento de crisis. Por eso es tan importante trabajar en equipo, a veces somos varios interviniendo, porque si el vínculo se lastimó mucho con uno, está el resto.
Jésica
La realidad es que siempre charlamos con las chicas que no hay jefes en la cooperativa, ni el Centro Barrial es el que dirige. Hemos logrado ese tipo de maduración en donde son ellos los generadores. Ellos se ponen la camiseta de su emprendimiento y nosotros acompañamos. Acompañamos desde una charla, acompañamos desde tener que salir a comprar las bandejitas. Es un apoyo cuerpo a cuerpo.
Es fundamental que ellos sepan que el Centro Barrial está para sostenerlos. Esa es la visión que le dimos nosotros a la cooperativa. Fuimos desde el Centro Barrial moldeando una estructura, un orden. En un principio era yo la que agendaba la cantidad de bandejas vendidas, llevaba todos los registros, pero hoy son ellas las que hacen ese trabajo.
Va muy de la mano a la maduración del proyecto mismo, porque surgió de hacer unas medialunas y vender una tarde a hoy estar presentándose en eventos y con una magnitud totalmente distinta de mercadería. Los ingresos son otros porque antes quedaban chirolitas a cada una y hoy les queda un número mayor. Ese incremento, ese crecimiento, es lo que les permite a ellas hoy sostener.
Ese acompañamiento es lo que le permiten sostener. Hoy por hoy ellas están tomando independencia pero siempre el Centro Barrial acompaña. También, buscamos articular con otros centros. Estamos permanentemente fogoneando para que puedan tener una venta y una presentación de sus productos.
La visualización de la dinámica que tiene el Centro Barrial de Rodríguez a lo que trabajamos nosotras es algo un poquito más chiquito pero con mucha significancia, y con muchos valores y mucho trabajo emocional. Muchas veces los conflictos que surgen en la cooperativa son emergentes que después se trabajan en el grupo terapéutico y sirven de puntapié inicial para empezar a trabajar su historia.
¿Constituyen una cooperativa formal, matriculada?
Jésica
En un principio, eran personas de la comunidad que iban a aprender de panadería. No era nuestro eje, ni nuestro anhelo llegar a ser cooperativa. Pero se interesaron por el taller y empezaron a venir una vez, y otra, y otra. Entonces, dijeron: “no tengo para la sube… si cocinamos unas medialunas”. Surgió de un modo tan sencillo como ese.
Nos pusimos la camiseta de las necesidades de los chicos y empezamos a proyectar sin grandes expectativas, en el día a día, y fue tomando cuerpo. Por eso, es importantísimo que ellos realmente hayan podido construir la estructura desde abajo: de vender dos medialunas a hoy tener un manejo totalmente distinto y una magnitud, una conciencia distinta. En medio está el proceso.
Viendo que está tomando otro tipo de dimensiones, estamos iniciando el proceso para constituir una personalidad jurídica y una cooperativa en cuanto tal. Esa es la proyección que tiene el Centro Barrial para afrontar la necesidad que las chicas tienen de un laburo formal.
¿Cómo interactúan con quienes trabajan en el mismo rubro en el barrio?
Jésica y Alejandra
No vamos a los lugares donde venden tortilla o hay una panadería. Vamos por el barrio sin molestar a la gente que trabaja. Empezamos de abajo y estamos creciendo de a poquito. Estamos contentos. Al principio, no pensábamos que iba a tener la magnitud que tiene. Y, el entorno barrial nos acompaña a sostener. Eso les da ganas a las chicas y a los que acompañamos.
¿Cómo mantener la calidad del producto en el emprendimiento?
Andrés
Respecto de los emprendimientos, nosotros tenemos algunas tensiones que fueron mencionadas por otros compañeros. Por ejemplo, en el emprendimiento de trapos de piso cuando logramos que las personas produzcan y tenemos stock no tenemos quien los compre. Pero, cuando viene un gran comprador que nos dice yo te compro 500 trapos de piso por mes, le tengo que decir que no porque tal vez en el momento no tenemos esa capacidad de producción, o porque hay trapos de piso mal hechos. Son tensiones propias de nuestros Centros Barriales.
¿Cómo las enfrentamos? Artesanalmente. Vez por vez. En nuestro Centro Barrial nunca hemos logrado una estabilidad de los emprendimientos. Cuando tenemos producción de buena calidad, la ofrecemos -hay gente que la está esperando-, cuando tenemos producción de mediana o mala calidad lo resolvemos comprándolo nosotros mismos o lo compra alguien de la misma familia grande. En el emprendimiento de mermeladas, por ejemplo, hemos tenido que tirar mermeladas porque no podemos vender ni regalar una mermelada que sabemos que está mal. Pero bueno son las tensiones y las dificultades propias de nuestros procesos.
Puntos a tener en cuenta para evitar generar dependencia.
Andrés
En nuestro Centro Barrial con algunos estamos reflexionando sobre el tema de la dependencia. Está la dependencia de sustancias en general –alcohol, alguna droga- pero la dependencia se puede ir transformando. “Mirá, vos estás consumiendo Centro Barrial. Fíjate cuál es la dinámica. Es mejor, es más sano, hay un proceso de crecimiento pero vos estás consumiendo Centro Barrial. Estás consumiendo personas. Llega la coordinadora y tenés que consumirla. No soportas que otro hable antes que vos. Estás consumiendo. Cambió el foco, cambió el objeto de dependencia, pero está la dinámica de la dependencia.”
Entonces la pregunta es muy profunda, muy buena. ¿Cómo? Es artesanal. Pero la mirada de que no se soluciona la cosa solamente porque no consumo más alcohol o alguna sustancia, eso es un paso enorme. Pero queda mucha tarea.
Jésica
Como Centro Barrial brindamos el taller, emprendimiento generado por ellos. En un principio el Centro Barrial creó un préstamo para que ellos pudieran abastecerse cada día: comprar los insumos, las maquinarias, y después ellos lo reintegran con lo que van generando.
El Centro Barrial cumple la funcionalidad de asistir pero ellos tienen que tomar conciencia de reintegrarlo en algún momento. Esa es la dinámica que generamos para que puedan despegar en la producción. Lo mismo ocurre cuando van surgiendo necesidades: comprar una balanza, los insumos que aumentan día a día. Es un poco desalentador.
El tinte de esperanza es que sucede en el Hogar de Cristo. No estamos en la panadería del barrio, estamos en el Hogar de Cristo. Si hoy sale $5 pesos más la harina… No importa, alguien va a comprar el producto. Es como otro espíritu, otra esencia, que resulta potenciadora para ellos. Una de las estrategias fundamentales tanto en el taller como en el Centro Barrial es al venir y plantear que hicieron muchas cosas mal, se les pregunta qué saben hacer bien y se arranca por ahí.
Esta apertura también la permiten los talleres, así como la adherencia. Quizás no todos empiezan haciendo grupos o viniendo a los espacios terapéuticos, pero arrancan con un taller porque es lo que me sale mejor. Después, escuchan de lejos que invitan a los chicos a los grupos y se enganchan. Nos ha pasado que el taller sea la puerta de entrada.
¡Tengo puesta la camiseta del taller y ellas son mis pollas, y vivo pensando en la harina, en la margarina, además de las otras ocupaciones que tengo en el Centro Barrial! También tenemos taller de herrería. Este taller está tomando cuerpo. Muy de a poquito, pero ya vendieron tres parrillas. Hay un grupo de chicos que está súper emocionado y ellas son el precedente. Si el taller de panadería pudo es como que pone en marcha la bicicleta y todos quieren activar y progresar.
Wanda
CB El Galpón – Cooperativa de Trabajo – Merlo, Prov. de Buenos Aires
Todos empezamos de a poco y gracias a Jésica siempre podemos más y nunca tenemos que perder la fe, porque si tenés fe vas a llegar mucho más a lo poco que tengas. Estoy muy orgullosa de las chicas y de Jésica porque siempre nos ayudamos. Jésica ayudó a mi familia y siempre le voy a agradecer por todo.
¿Cómo se decide a quién sumar a la cooperativa?
Jésica
Que un cooperativista ingrese depende del profesor que nos diga si asiste y le pone empeño, y si, junto con el grupo terapeútico y la asistencia de psicológa, consideran que estaría bueno porque lo ven participar. No queremos que esto pueda terminar poniendo un palo en la rueda a chicos que aunque tengan ganas por ahí todavía no están preparados.
Con respecto al dinero que generan, siempre deben dejar una parte para nuevamente comprar la materia prima y el resto se divide en partes iguales. Lo dejamos todo por escrito. En un principio era yo quién lo hacía, y las chicas firmaban dando el consentimiento para que quede asentado. Hoy están un poquito más moldeables, tomaron el control cooperativo, y ellas registran todo: desde lo que se gasta hasta la última media luna que se vendió.
Eso permite hacer un balance después. Yo por ahí lo veo de una manera más técnica y estructurada, pero a ellas les asombra empezar a tomar dimensión del crecimiento.
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