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Encuentro 5: Atravesar los muros de las cárceles – Liliana Conde

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Encuentro 5: Atravesar los muros de las cárceles – Liliana Conde

Liliana Conde

Los invito a que vayamos recorriendo lo que es el trabajo de la Casa Libertad que busca creativamente dar respuesta con acompañamiento, por un lado, a aquellas personas que están privadas de libertad y, por otro lado, a los jóvenes que salen de estar presos. A diferencia de otras organizaciones que visitan los penales, desde el Hogar de Cristo y de la Casa Libertad, acompañamos solamente a los que conocemos, a los pibes y pibas del Centro Barrial y a alguna persona del barrio. Por lo tanto, lo limitado del acompañamiento es debido a la forma en que lo encaramos, que generalmente tiene que ver con el cuerpo a cuerpo. Sería mentiroso, como siempre dice el Hermanito, querer acompañar a todos porque no podríamos hacer el seguimiento que hacemos. En las próximas páginas, propongo que recorramos un camino, en el que, por un lado, iremos atravesando rejas, muros o puertas que explican la labor que llevamos en la Casa Libertad. Vamos a ir caminando y atravesando rejas, las rejas que tienen que ver con el acompañamiento y lo que hacemos cuando los pibes y pibas están presos. Por otro lado, vamos a hacer un recorrido inverso que es qué pasa cuando salen de la cárcel.

La primera reja que vamos a atravesar es la del ingreso al penal y cuando decimos cómo atraviesan ellos ese ingreso al penal, la atraviesan luego de que otras puertas y otros muros se cerraron antes de llegar. Las puertas del trabajo se cerraron, las puertas de la vivienda, las puertas de un proyecto de vida digno. Con respecto al sistema penal argentino, es bastante selectivo y generalmente castiga a los más excluidos por delitos cometidos por los de las clases más bajas.

Cuando vamos al penal y estamos en esa primera puerta vemos el ingreso de las mujeres que van a visitar a sus maridos, a sus hijos, y mayormente tenemos esa sensación de que todos son pobres. Entonces, a veces nos preguntamos por qué la mirada está siempre puesta ahí o por qué siempre terminan encerrados nuestros jóvenes que son los más excluidos.

Cuando hablamos de atravesar esa primera puerta, desde lo que es la Casa Libertad, el Hogar de Cristo, podemos atravesarla gracias a que tenemos un convenio logrado por el Servicio Penitenciario Federal que nos facilita la tarea de visita. Por suerte tenemos este convenio que hace que tengamos algunas prerrogativas que no tienen las visitas comunes, que podamos visitar sin ser requisados por ejemplo. Afortunadamente, hace ya muchos años que venimos sosteniendo esa tarea y eso es muy importante.

La segunda reja que atravesamos es la que nos permite ingresar al lugar de acompañamiento y de visita. La importancia de la visita es fundamental. Quien está privado de libertad lo que espera siempre es la visita. En esa visita aprovechamos para que se conozcan entre ellos y compartan con otros hermanos de distintos Hogares de Cristo. Para muchos chicos la visita del Hogar de la Casa Libertad es la única visita que tienen porque nosotros somos su familia, no reciben ningún otro tipo de visita.

Los protagonistas principales de estas visitas son los acompañantes pares, por ejemplo Papito que estuvo en su momento privado de la libertad y hoy es el que acompaña a otros chicos que están presos. También voluntarios como Estela, Magui y María. A su vez, están los equipos de la Casa Libertad como Lili, Ana, Facundo y también miembros de otros Centros Barriales. Generalmente intentamos, con esa prerrogativa que tenemos que se hagan en lugares comunes y que se puedan bajar a varios de los chicos que están presos. De esa manera, tener un acercamiento diferente y, sobre todo, comunitario.

El encuentro en sí mismo consiste en una instancia de encuentro grupal donde se comparte la oración, el juego, algún cumpleaños. Así como también es el momento en que acercamos los mensajes que tienen de algún familiar, de sus mujeres, alguna foto de sus hijos. A continuación, compartiremos algunas palabras de Estela, una de las voluntarias:  “Creo que en estos cinco años que vamos con Magui, María y también compartimos momentos con Lili, Papito, Lili (Conde), muchas veces nos hemos preguntado y re preguntado cuál es la función de nuestro estar en las cárceles. En principio fue difícil atravesar estas rejas, fue muy difícil. Lo sentíamos como una batalla, como algo ganado, cada vez que atravesábamos una reja, la otra reja era como algo ganado. Todavía seguimos luchando contra algunas cosas del Servicio Penitenciario que no nos gustan pero hemos ganado ya la confianza de muchos, no de todos, pero de muchos y lo bueno es que nos encontramos con los chicos. Ellos nos esperan. Para muchos somos la única visita porque las familias o no quieren saber nada con ellos o quizás no pueden ir a visitarlos por trabajo, por problemas económicos, por lo que sea. Entonces nosotros, la familia del Hogar de Cristo, somos la única familia que tienen para visitarlos, para compartir con ellos, para rezar, para llorar, cuántas veces hemos llorado y nos hemos reído con los chicos. Hay veces que los chicos dicen que el único cumpleaños que les han festejado ha sido ahí en la cárcel con el Hogar de Cristo y traigo aquí el recuerdo de uno de nuestros chicos, Damián que murió el año pasado. Me emociona mucho pensar en eso porque cuando le festejamos el cumpleaños, fue muy divertido, como siempre, tratamos de que sea un momento divertido y también de trabajo personal, y cuando pasaron dos meses, antes de que lo internaran porque él murió por una enfermedad, le preguntamos cuál fue el momento más feliz de su vida y él rápidamente dijo: “yo creo que el momento más feliz de mi vida fue cuando me festejaron mi cumpleaños aquí en la cárcel”. No lo podíamos creer, con Magui, con María, con los que estaban ahí en ese momento. Realmente estaba muy solo, muy desamparado. Para nosotros fue revelador eso de compartir con él ese día y después de acompañarlo. Lástima no lo pudimos acompañar en los últimos momentos pero creo que él sentía que el Hogar de Cristo estaba con él. En Devoto nos reunimos, compartimos un poco de vida, también festejamos los cumpleaños, tratamos un tema. A veces usamos un cuadernillo que hicimos con nuestro equipo y a veces simplemente un tema que nos parece que es importante tratar con este grupo y ese día. Rezamos un poco, el que quiera, con toda libertad, pero, sobre todo, los escuchamos. También nos peleamos y nos divertimos, es parte de sentir que ese que está enfrente es nuestro hermano, es nuestro hijo, es nuestro nieto según sea la edad. Y la verdad es que tratamos de que sea un momento de felicidad y de alegría para estos chicos que viven en un lugar muy gris, es decir, lo que tratamos es de llevarles un poco de color a la vida de ellos. Como dije, con el equipo hicimos un cuadernillo, que tiene muchos errores pero está hecho con mucho cariño y justamente uno a quienes se lo dedicamos es a Damián, a este chico que falleció, y a nuestro primer pichón en Devoto por el cual empezamos a ir a Devoto, que todavía está en otro lado.”

Estos cuadernillos son recursos muy importantes porque en realidad tiene que ver, aparte de la oración y de lo que hay en ese libro, hay una guía de autoconocimiento, hay para trabajar el proyecto de vida y eso es muy importante.

Ahora queremos compartir el testimonio de Liliana, otro de los miembros de este dispositivo: “Hace ocho años que vengo atravesando los muros de las cárceles y como anécdota tengo el haber acompañado uno de los chicos el día que murió su hijita, recuerdo haber hecho todo a las apuradas, salir de mi trabajo corriendo para articular y que él pudiera venir al velatorio de la nena. Como no fue posible tuve que relatarle por teléfono desde que empezó el velatorio hasta que sepultaron a su hijita en el cementerio. Todo el tiempo lo tuve en el teléfono relatándole todo y recién a los dos días lo dejaron salir de ahí. Pasan cosas buenas y malas como en todas las familias. Es muy duro para ellos atravesar esos momentos, sobre todo el de la muerte. Otro chico, que falleció su mamá, estando él ahí adentro. Pero también hay momentos alegres como el haber festejado mi propio cumpleaños que coincidía con el de uno de los chicos, con un bizcochuelo comprado en Día y usando como vela un encendedor. Nosotros con los chicos que me toque participar en la visita, muchas veces hacemos reuniones en grupo y ahí vamos compartiendo. O si no, depende de cada caso particular, cuando hay que trabajar con alguno que ya esté por salir un poco más para fortalecerlos en la salida. Me reúno con ellos particularmente y hacemos una charla bastante extensa como para ver qué proyecto de vida puede salir de ahí. Antes de eso por supuesto que ya venimos trabajando con sus anhelos, con sus sueños. En sacarlos esos momentos que pasamos con ellos ahí, fuera de esos muros. Como yo le digo a ellos: hay una canción que dice ‘Vuela, vuela’ pero con tus sueños, con tus pensamientos, por lo bueno que querés hacer afuera, fuera de estos muros de las cárceles como para que puedan resistir el hambre, el frío y todo lo que pasan ahí adentro. Y bueno, eso es lo que vengo haciendo desde hace ocho años y darles un abrazo, una contención y mucho amor. Sin juzgarlos, simplemente escucharlos porque detrás de cada relato, de cada vivencia hay mucho sufrimiento y eso es lo que nosotros vamos a acompañar.”

Papito, uno de los voluntarios, nos comparte parte de su historia: “Yo hace nueve años que salí en libertad, va a hacer diez y hace ocho y medio que hago acompañamiento a los penales. Todo empezó porque una psicóloga del Hurtado me dijo ‘¿me acompañás a la cárcel?’. Le dije que no. Después de tanto tiempo de estar privado de mi libertad, no quería saber nada, volver a la cárcel era algo muy loco. Después a la noche, estaba acostado y me puse a pensar cuántas personas me fueron a ver que yo no conocía y entonces decidí decirle que sí a esta chica y empezamos a ir. Lo bueno que tuvo es que ese día le dije: ‘¿Sabes qué Sofi?, lo bueno de esto es que puedo entrar y salir sin una marroca o con una esposa o adentro de un camión y que me saluden todos los penitenciarios’. Los guardacárceles hasta el día de hoy, para ellos es algo loco. Tanto tiempo en la calle, también estoy agradecido al Hogar de Cristo, sin el Hogar no sería posible, mis compañeros estaban todos privados de la libertado y hoy por hoy están sentados acá y contentos de poder acompañar, de lo que puedo, estoy ahí presente mientras que se pueda voy a estar.”

Volvamos a pensar en las rejas. La primera, la del ingreso al penal, la segunda es la del lugar para compartir donde entramos como Hogar de Cristo, como Casa Libertad y podemos estar con ellos, físicamente. Con respecto a la tercera reja, ya es la del pabellón. En esa reja, no podemos estar con ellos físicamente. Es un lugar donde intentamos, en las visitas que hacemos, que ellos cuando están en el pabellón con otros se reconozcan como hermanos del Hogar de Cristo.

Si hay alguna división, si hay algún problema previo, tratamos que se reconozcan como hermanos (y siempre lo hacemos en las charlas y en la compartida) que no haya divisiones, que sepan que están con el mismo sufrimiento y que tienen que defenderse. A veces las situaciones del pabellón son complicadas y es muy importante que haya más de uno, que no se sienta solo. Si bien físicamente no podemos entrar a ese lugar, estamos presentes, como decíamos antes, de esa manera que no se ve pero se siente y lo hacemos a través de las tarjetas que les damos, las tarjetas control para que puedan llamar.

Los chicos llaman siempre a la Casa Libertad, a sus vínculos, llaman a sus referentes barriales, con la gente que se siente bien y llaman muchas veces o sea que la soledad es muy grande, sobre todo los que están en el interior. Padecen mucho porque a ellos no los podemos visitar.

Nosotros podemos visitar generalmente a los chicos que están en la Capital, en el penal de Devoto, el de Marcos Paz o Ezeiza pero para los otros se complejiza. Y también estamos presentes cuando llega el Padre, un depósito o al que está en el interior una encomienda, es una manera también de que la Casa Libertad, el Hogar de Cristo está. La reja de la celda es donde más se sufre, donde la soledad está en su plenitud, donde es muy doloroso, es un lugar de mucha fragilidad y donde también se juega ahí la vida y la muerte.

A veces la salida en algunos casos es el suicidio entonces lo que tenemos que trabajar siempre es que en ese lugar tan triste y de tanta soledad haya un proyecto de vida, que se piense en la vida, que se piense en un proyecto vital Hay muchas veces que los chicos llaman y dicen “se me ocurren muchas cosas en la cabeza” y tenemos que tratar de que eso no suceda.

Así que, desde el Hogar de Cristo, en ese encierro profundo, lo que tratamos es que durante las visitas o cuando ellos llaman por teléfono explicarles que no están solos, que no sólo los acompañamos a ellos sino que también acompañamos a sus familiares. Los acompañamos al salir de testigo de concepto si necesitan en un juicio, que alguien le explique al sistema judicial qué clase de pibes son, contar un poco de su historia de vida para que la justicia no sea tan injusta a veces.

Cuando atravesamos esas cuatro rejas, la última la de la celda, se cumple la pena con alguna libertad condicional. Empezamos a hacer el camino inverso, el camino que tiene que ver con otro lugar, tiene que ver con la salida del penal. Esa es la primera puerta y la primera reja que se vuelve a abrir. La reincidencia, estadísticamente, se produce a las 48 horas. El riesgo de reincidencia es el desafío que tenemos como equipo en la Casa Libertad para brindar una oportunidad de empezar diferente. Y el comienzo va a ser diferente si logramos que al salir del penal alguien los esté esperando, no es lo mismo salir solo, sin un mango, que no los espere nadie que si hay alguien que los está esperando, que sientan que alguien los va a buscar.

Tenemos compañeros que hacen esa tarea también, si salís y no te sentís solo y te sentís acompañado, el camino empieza a ser diferente. Si alguna vez antes estuviste preso y saliste solo te vas a dar cuenta que el que te espere otro va a ser lindo. Y la segunda puerta, en este camino inverso, es la puerta de la Casa Libertad. El desafío de tener un lugar que los reciba para que puedan vivir. Es un momento de vulnerabilidad psíquica muy importante que requiere acompañamiento. Sin embargo, no todos quieren ir a la Casa Libertad porque sienten que van a estar en otro lugar donde hay normas, donde puede haber rejas.

A veces cuando uno está preso siente demasiado que tiene que estar libre y que nada lo tiene que normar de alguna manera, entonces también es un desafío tratar de hacer una entrevista, que el chico que acompañamos comprenda que lo vamos a recibir como familia, que es un lugar de cuidado, que es un lugar para protegerlo, nunca para hostigarlo y, sobre todo, para sentir el calor del Hogar.

Es la primera puerta que se abre para brindar un lugar para vivir un tiempo hasta que se acomode, para que piense en los proyectos, para ayudar con los temas penales, para que puedan acomodar un poco su cabeza. Un lugar donde los recibimos, donde van a compartir la vivienda con otros que vivieron su misma situación, con otros chicos, otros compañeros que también han estado presos como ellos.

Para ejemplificar esto que decimos, Daniel, nos cuenta lo que se vive en la Casa Libertad: “Yo vine a la Casa Libertad, vine de Batán, gracias a la Pastoral universitaria que había en el penal. Yo no tenía dónde ir, no tuve visitas durante los dos años y seis meses que estuve y cuando ya se estaba por cumplir, tenía que presentar mi libertad condicional fue que hubo una visita de la gente de Mar del Plata a Casa Libertad para ver cómo era el dispositivo y cómo era esto porque era algo que tenían que hacer allá porque es algo muy necesario. Realmente la gente que estaba en la misma situación que yo ahí en Mar del Plata tenía que irse o cumplido o bien conseguir un domicilio que no era real, después a chequear el domicilio y volvían a la cárcel por no cumplir con los requisitos. Tuve la gran suerte de ser el primero al que le habló esta gente de la Pastoral y me mandó a la Casa Libertad. Yo no soy de Mar del Plata, tengo familia en Buenos Aires pero, de a poco, tengo que reconstruir los vínculos. Me encontré en un lugar que realmente me abrió los brazos y me acogió de una manera que nunca nadie lo había hecho en mi vida. Es algo que estoy eternamente agradecido y realmente tendría que haber de estos lugares en muchos lados más porque hace mucha falta. Yo me crucé con mucha gente en la cárcel, de todas las edades (chicos, grandes) que realmente reincidían porque no tenían una contención y la Casa Libertad a mí me brindó la función aparte de abrazarme y de ser una contención muy grande para mí porque si no, no sé dónde hubiera terminado porque es muy difícil salir de la incertidumbre que provoca el salir a la calle y no tener a dónde ir. Y yo me choqué con esto que estoy eternamente agradecido y todo lo que me ha brindado tanto la Casa Libertad como todo el Hogar de Cristo, lo que me están brindando continuamente son cosas que me van fortaleciendo para poder seguir adelante. Yo ya tengo 53 años y honestamente nunca pensé que podía volver a tener otra oportunidad. Gracias a ellos la logré, la estoy logrando.”

Por su parte, Darío nos cuenta: “Yo salí de la cárcel en Santiago del Estero en la Unidad 35 y me fueron a visitar una vez del Hogar de Cristo. Estuve un año y medio. Me hablaron de la Casita Libertad, yo también estaba en la calle y hoy gracias a Dios estoy en la Casita, recuperando vínculos familiares, tengo 5 hijos. Estoy tratando de estar con ellos, de más adelante ir a verlos, a recuperar los vínculos familiares. Gracias a Dios estoy en la Casita Libertad y me están ayudando, la estoy peleando día a día. Estoy conociendo mucha gente que me hace bien. Trato de seguir adelante y estoy re agradecido porque si no no sé dónde estaría hoy.”

En la tercera puerta de lo que se trata una vez que salieron de la cárcel es abrir las rejas que permitan ponerse de pie y empezar a caminar. Tiene que ver con que empiecen a trabajar, como bien dice Darío, a reconstruir sus vínculos perdidos que estuvieron abandonados de alguna manera cuando estuvieron privados de su libertad. Abordar la salud, hacer un tratamiento, vincularse con su cuerpo desde algo saludable porque a veces estuvo muy deteriorado por el consumo y el auto abandono.

Todo esto implica un cambio de conductas y hábitos saludables, en definitiva, intentar tener un proyecto y no volver a reincidir. Armar un proyecto de vida. Cuando hablamos de un proyecto de vida, armamos todo esto que les vengo diciendo y también, de a poquito, ver qué posibilidad de trabajo se genera.

En la Casita, junto con todo el equipo, acompañamos cuerpo a cuerpo, nos ponemos al servicio de los chicos y lo que tratamos es que, de a poquito, se vayan poniendo de pie, intentando ir resolviendo cada una de las cosas que les cuesta tanto. No abandonar sus causas judiciales, si salieron con libertad condicional, no olvidarse de firmar, ir preparando un currículum para salir a buscar trabajo. En el mientras tanto también armamos un proyecto de vasos, que es muy importante porque al principio de esa tarea costaba un montón, nadie quería hacer vasos, nadie quería cortar botellas, nadie quería lijar un vaso porque no se veía la producción o el trabajo de cada uno.

Rolando, quien participo del dispositivo nos cuenta: “Llegué a la Casita Libertad después de que tuve un problema con la justicia y de haber estado detenido un cortito tiempo. El problema que yo tenía era el laburo, cuando yo llegué a la Casita me dijeron que estaba ese proyecto ahí, los chicos lo estaban sacando adelante, medio que no iba, que no funcionaba y me dijeron que yo podía trabajar y participar en la Casa coordinando el grupo de los vasos. Así empezamos a laburar con los chicos y ahora tenemos todo esto. Somos 5 ó 6 pibes que laburamos todos los días y estamos re contentos porque tenemos una salida para poder ayudar a la familia, salir adelante y también es muy importante que haga esto porque muchos de los pibes que salen de estar detenidos van a venir y van a ayudar acá y si no tienen alguna tarea que hacer van a venir y van a tratar de ayudar en los vasos. Eso es lo importante que tiene que haber un proyecto porque si no cuánto vamos a tardar o cuánto van a tardar algunos pibes para volver a caer en cana. Y esto es como para arrancar, después que arranca cada uno va a tomar su camino. Yo el día de mañana creo que tomaré mi camino y seguiré por otro trabajo más formal pero por ahora estoy liderando esto y llevándolo adelante y estoy muy contento. Y le doy gracias a Lili (Conde) por invitarme acá que tengo un montón de vergüenza, pero bueno…”

Eso es parte también de lo que hacemos en la Casa, trabajar y trabajamos la autoestima para que se sientan fuertes, que sientan la posibilidad de salir adelante. Para ir cerrando, la cuarta puerta del camino de reinserción es abrir la puerta a los proyectos y a las oportunidades. Es un desafío para los chicos la capacidad de poder elegir lo bueno. Es un desafío para ellos poder encontrar una vivienda. Es un desafío para ellos conseguir un trabajo que no sea precarizado o un trabajo que los exploten. Nosotros lo que hacemos ahí es acompañarlos uno a uno, cuerpo a cuerpo para lograr alguna ayuda transitoria a través de la Casa Libertad, alguna ayuda económica.

Tenemos un convenio con el Ministerio de Justicia y ahora estamos tratando de conseguir uno específico para lograr viviendas para los chicos que es donde se nos hace el nudo. Salir y conseguir una vivienda. Los acompañamos en todo, en lograr su habitacional, la ayuda de la cooperativa. Todo eso que, de a poquito, cuesta, porque la Casa Libertad tiene un tiempo, no puede ser para siempre. La idea es poder lograr que vayan volando solos, más que volando, caminando paso a paso, firmes, pudiendo encontrar un proyecto en el cual se sientan dignos.

Para terminar, no se me ocurrió nadie mejor que citar al Papa cuando fue a la cárcel en Chile y le habló a los privados de la libertad y dijo, en resumen: :. “A los presos pueden privarlos de la libertad pero no de la dignidad. Estar privados de la libertad no puede ser sinónimo de la pérdida de sueños y de esperanza. La dignidad es un derecho. La sociedad tiene la responsabilidad y la obligación de reinsertarlos porque una condena sin futuro no es una condena humana, es una tortura. Debemos humanizarnos, todos nos equivocamos y todos debemos pedir perdón. Y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.”

 

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