Encuentro 1: Modelo de cuidado desde la espiritualidad guadalupana – Mónica Vega
Mónica Vega
¿Por qué la Virgen de Guadalupe? Ella es la patrona de América Latina y cuando se le aparece a Juan Diego en el Micaopowa le dice que quiere construir una casita para ella. ¿Para qué quiere la casita? Para que todos sus hijos puedan ir y dejar sus dolores, sus heridas, sus alegrías como es una casa.
La primera casita amigable fue en Tepeyac, la primera casita donde aquél que está afuera, excluido como estaba Juan Diego (como estaba todo el pueblo mejicano, los pueblos indígenas diezmados después de la colonización), pudiera dejar sus heridas, sus dolores, sus llantos y también sus alegrías. Y desde esa primera casita ella va creando siempre espacios sagrados porque eso es lo que son las Basílicas, los Templos, los Centros Barriales, los centros comunitarios, los Hogares de Cristo.
Todos estos son espacios sagrados donde uno se encuentra con un Dios que está escondido en la cotidianeidad y una María que nos recibe y abraza pero no sólo a nosotros que somos los primeros aunque estemos trabajando en el centro, los Centros Barriales son los primeros que ella acoge. Entonces después, sanadas nuestras heridas y dolores acompañamos a quienes están también sanando sus heridas y sus dolores. De alguna manera la Vigen de Guadalupe, que es la patrona de América Latina, le ponemos todos nuestros Hogares de Cristo, le ponemos nuestros Centros Barriales.
Tanto las semillitas, como las que ya son tallitos o las que tienen un tronquito más largo para que realmente ella, en sus manos, en el hueco de sus brazos ponga todos estos modelos de cuidado. A continuación, contaré nuestra historia. Es una historia que lleva muchos años y que es pequeñita porque es una semillita allá en el norte, en el NOA, en un ramal de una diócesis muy grande que parece chiquita como es Jujuy. Conocerán otra parte de Jujuy.
Tomaré las siguientes palabras como punto de partida: “La religión del pueblo latinoamericano es expresión de la fe católica y contiene la dimensión más valiosa de la cultura latinoamericana”. Estas palabras no solamente las dicen los obispos o nuestros teólogos, sino que esto es la semilla de nuestra identidad. Nuestros pueblos latinoamericanos en la fe católica tienen la dimensión de la cultura.
En América Latina, el Evangelio, tiene tres dimensiones esenciales: la cultural, social y espiritual. En la primera, es en donde la religiosidad popular y la fe se manifiestan. Con respecto a la social es todo lo que hemos visto, es decir, los modelos de cuidado que han surgido a lo largo de la historia, que en los años 60 eran de un modo, en los 70 de otro, en los 80 tuvieron otras características. Hoy en la Iglesia argentina se manifiesta con esta dimensión de casas amigables, de lugares de encuentro donde generar una cultura del diálogo, una cultura del encuentro. Por último, la dimensión espiritual donde aparece toda la faceta contemplativa de nuestro pueblo y vecinos. No es solamente el pueblo son nuestros vecinos, es el que vive al lado mío, el que vive acá, el que está en la otra cuadra, el que está más allá.
La Virgen de Guadalupe quiso quedarse en las yungas de Jujuy, por eso le pusimos esta frase: “… en mi casita sagrada lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto y le daré a la gente en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva y en mi salvación”. Es un lugar de encuentro. En este camino, que comenzó en el 2004, se desarrolló el gran encuentro que es “La Virgen de Guadalupe se encuentra con los peregrinos en un santuario”. Nuestro santuario se encuentra casi en las puertas de lo que es el Parque Nacional. Está al aire libre, es un santuario ermita porque la Virgen está allí solita esperando que todos sus hijos lleguen. Se encuentra con los peregrinos en su santuario, sale al encuentro y sale al encuentro del peregrino.
Esto no es una parroquia, todos sabemos que en las parroquias uno pertenece, hace la catequesis, hace los casamientos, hace montones de actividades. Comedores, apoyo escolar, magníficas y montones de cosas. Esto es un santuario, ahí el pueblo va. vamos a peregrinar y a encontrarnos con Dios. Es ese minutito que todos vamos y tocamos la imagen, donde ya no hay ninguna cosa teórica, ninguna cosa intelectual sino es de mi corazón al corazón de Dios y del corazón de Dios al mío. Es en este santuario donde la Virgen se queda.
Como dije antes, lo comenzamos en el año 2004 y lentamente fue creciendo, la Virgen fue haciendo ahí un lugar y las comunidades de toda la zona se reúnen. Es un lugar de oración y celebración junto al pueblo de Dios. Llegan multitudes a encontrarse con la Virgen, llegan de la montaña, del Ramal 34, de las comunidades aborígenes que no son solamente las Coya, también las comunidades Wichi, Guaraní y los criollos jujeños y salteños (porque estamos a unos 40 kms. de la frontera con Salta donde ya empieza Pichanal, Embarcación). Y es ahí en ese lugar de oración donde el pueblo llega, se encuentra con la Virgen y la Virgen se encuentra con su pueblo. La Virgen dice: “porque allí escucharé su llanto y su tristeza”.
Creamos un tiempo y un espacio de oración donde la gente viene a rezar y cuando uno va a rezar no reza, nada malo, por la paz en Irán… no, cuando las señoras que van a rezar piden “por mi hija que no le va tan bien con el marido porque muchas veces le pega”, “te pido por mi hermano que no le va tan bien porque el viernes cuando cobra se toma todo hasta el domingo”, “te vengo a pedir por mi mamá que está en la lista de espera del PAMI…”. Cuando vamos a rezar rezamos por lo que está en el corazón, de ahí sale el dolor, la alegría, sale lo más íntimo, los deseos profundos.Y a partir de eso, de nuestro trabajo, del estar acompañando, uno empieza a percibir cuáles son los deseos profundos del pueblo de Dios y de nuestros vecinos.
Nuestra tarea también la realizamos junto con otro santuario que se fue desarrollando que es el Santuario de San Expedito (ubicado sobre una calle y la ruta 34) ¿Qué hacemos ahí? Es un santuario callejero entonces todos los días 19 se ponen 500 sillas, que salen de varias casas, y viene todo el mundo que no va a otro lado. Entonces para el camionero que pasa por ahí, el pibe que va en bicicleta, el hombre que va en moto o va a trabajar a la empresa. Ese santuario es en la calle. Cuando uno va a rezar a San Expedito va con aquello que le es urgente, “que por favor me salga la obra social porque tengo que llevar a mi pibe”, “que por favor me salga esta casita que quiero alquilar porque somos pareja joven nos queremos ir a vivir a otro lugar porque estamos viviendo con mi mamá y mi papá”, el pibe que pide “ojalá que pueda terminar de juntar la plata para comprar la bordeadora así puedo ir a cortar pasto.” Todos pedimos en San Expedito lo que nos es urgente.
Y también es ahí donde uno sigue escuchando el clamor de nuestro pueblo, de nuestros vecinos. “Ojalá que pronto encuentre un lugar donde yo pueda poner a mi pibe porque consume, porque se la pasa en la esquina.” “Ojalá que pueda encontrar algún lugar para que pueda mandar a mi piba a la escuela porque este colegio de acá muchas veces está cerrado, muchas veces no tienen maestra, no tengo dónde mandarla.” Todo eso sale de ahí y a partir de eso seguimos trabajando nosotros con otro santuario.
El tercer santuario que está en nuestro territorio es el de Jesús Misericordioso, es la pastoral de los hospitales. Es el hospital donde vienen todos los enfermos que están sobre ese ramal de la 34. Quienes vivien en Vallegrande o en San Lucas tienen que ir a ese hospital. Entonces ahí también se fue generando un espacio sagrado con el santuario al Jesús Misericordioso, porque también cuando estamos en el hospital nos aparecen los grandes temas, la vulnerabilidad de la vida, de nuestra propia historia, la muerte, el dolor, nos aparecen realmente muchas cosas de nuestra condición humana. Estos son algunos de los encuentros de mujeres, de chicos, de jóvenes que se fueron organizando a lo largo de los años.
De ahí hacemos un diagnóstico, de cual aparecen 5 emergentes que son esenciales. ¿La gente qué pide? Pide casa, pide trabajo y pide alguna solución para el tema de la violencia, alguna solución para el tema de las adicciones y pide también por la escuela, por la educación. Decidimos ahí centrarnos en dos cosas en las que había una ausencia total del Estado pero en las cuales nosotros creemos que como modelo podemos contribuir y son: el tema de la violencia y el tema de las adicciones. Heridas sociales que no tienen respuesta aún o que tienen pero son todas embrionarias y las cuales están tejidas, están entramadas en todos los niveles sociales, niveles educativos, socioeconómicos, culturales, étnicos porque le pasa a la comunidad aborigen, le pasa a la comunidad criolla, le pasa al hijo del ingeniero, le pasa a la hija de la señora que pone las naranjas en una caja en una empresa, les pasa a todos.
Luego, a través de lo que fue la Parroquia del Rosario se empezó a crear una especie de pequeño grupo que se puso a pensar qué hacemos con esto. Ya sabemos lo que le pasa a la gente, la gente ha puesto su deseo profundo afuera. ¿Qué hacemos? Se comenzó a hacer el estudio de distintos modelos de cuidado, se visitaron las facendas, se visitaron los Hogares de Cristo, se visitaron distintos modelos que atendían. Y al mismo tiempo se iniciaron una serie de actividades donde convidamos a gente que tenía más camino que nosotros, que tenía más experiencia que nosotros y escucharlos y aprender de ellos.
En una primera instancia, se hicieron actividades de información y de prevención en Libertador, Fraile y Legua que son algunos de los pueblos que están sobre nuestro ramal, sobre la ruta 34. Y después vino una cosa que fue muy importante, la declaración de los Obispos argentinos en noviembre del 2013. Luego se publicó un documento que fue muy crítico, muy esencial en ese sentido hecho entre el Obispo y el clero de Jujuy que fue un análisis de la situación del consumo y la comercialización de la droga en la provincia y eso lo hicimos en el 2013.
En el 2015 llegamos a un diseño de un modelo de cuidado. Ahí intentamos armar un equipo inicial para largar todo esto, con gente que estaba en la Pastoral social de la Parroquia, otros que estaban en los santuarios, se convida gente de afuera, ahí es cuando Heidi y yo fuimos convocadas, y vinimos a unas reuniones en ese proceso de discernir si podíamos hacer algo, porque la magnitud del problema era inmenso. Había tantas heridas sociales y un grupito tratando de hacer una cosita es una gotita en el océano. Pero tratamos de hacer ese caminito de la conformación del equipo social. Y ahí empiezan nuestros primeros pasos.
En este período es cuando nosotros, después de mirar todo eso, trabajamos un poco lo que era cómo respondemos. Iniciamos con un programa de verano y nos dijimos que era ensayo y error. ¿Por qué iniciamos con un programa de verano? Porque nosotros sabemos que el verano es momento más difícil de los pibes. Por un lado, estamos todos más desprotegidos, están cerrados los comedores, los Centros de atención primario y los hospitales, hay menos gente hasta en la Parroquia porque la gente de vacaciones (quizás no a Mar del Plata, pero sí a la casa de tu tía que está tres pueblos más adelante). Y es donde los chicos, los jóvenes, las mujeres, todos estamos más desprotegidos.
Por otro lado, cerca de Navidad la gente recibe los aguinaldos. Entonces hay quien compra la puerta, la ventana, la chapa porque van a extender la casa y hay también quien viene con plata y consume alcohol, droga. Es una época donde hay mayor incidencia de abuso de menores, eso es estadístico porque tiene que ver con esto de que hay mucha circulación de gente y mucha gente que, aún siendo de la familia, llega a la casa y los chicos están muy desprotegidos. Entonces largamos el programa por un verano sin drogas y sin violencias en el barrio.
Al principio, lo único que intentamos fue que el pibe que no consume no consuma y el pibe que consume lo haga en menor cantidad, bajando los niveles de riesgo. Es así como se generó una casita amigable para jóvenes. Las chicas llegan después, llegan porque son pareja de los chicos o porque han quedado embarazadas, o porque han sido expulsadas de su casa o por una situación de violencia.
Nos largamos a hacer eso, no hicimos nada grandioso. Con una piola, un montón de pelotas se ofrece alguito a los chicos para que puedan tener un espacio de cuidado y de cariño con la mirada de un adulto que está atento, como pasa aquí. Esto, muchos de nuestros chicos no lo tiene. Fue ahí donde hicimos nuestro convenio de cuidado tanto por ser un modelo diocesano desde el obispado, tanto con Cáritas, con Sedronar, con otros organismos de Estado y otras fundaciones.
Ahí le pusimos a nuestro barrio Centro Marcelo Palentini que fue nuestro anterior Obispo, un obispo misionero que trabajó muchos años y que murió 5 años atrás. Él es una figura importante, muy querido en la Diócesis. Empezamos a trabajar en el barrio San Lorenzo y usamos estas tres herramientas: presencia, cercanía y vínculo.
Cuando uno llama al plomero y aparece con su caja de herramientas, llamas al cura para un responso y te aparece con el librito, todos aparecen con algo, bueno ¿cuáles son nuestra herramientas?, son fáciles: presencia, cercanía y vínculo. En cuanto a la presencia nos referimos al estar, de codo a codo, hombro a hombro, el estar. Nuestros pibes están en las esquinas porque no hay otro lugar. Decimos que ellos se encuentran en situaciones de riesgo porque no hay una situación positiva para ofrecerles entonces, consideramos necesario el eje de la presencia de estar, de caminar el barrio, de estar donde sea, en el espacio vital del pibe.
Si el espacio vital del pibe es debajo de un árbol, es en el árbol y es eso de salir, de encontrarse con el chico, con la chica y no tan chico y no tan piba porque nosotros tenemos mucha gente de más de 21, de más de 30 que la batallan también con las adicciones y la violencia. Con respecto al vínculo, hicimos una pequeña capacitación para nuestros operadores.
Nosotros no nos preocupamos tanto por los títulos universitarios. Vos podés ser enfermera, abogado o lo que se te ocurra pero lo que nosotros buscamos fue fundamentalmente gente que tuviera la capacidad de consideramos importante poder vincularse, crear un lazo y encontrarse con el otro. De esta manera, creamos un pequeño perfil.
¿Qué buscamos? Alguien que tuviera una historia de trabajo en el barrio o en la zona porque por ahí trabajaban en Cooperativa, Catequesis, algo que demostrara que tenía un sentido de pertenencia a la comunidad. No es alguien que estuviera simplemente buscando trabajo sino que tiene esto de vincularse con el otro y que realmente son las manos de la Iglesia, son los que ponen el cuerpo de la Iglesia.
Fuimos buscando gente, los preparamos… Si hay algo que creemos que es muy importante es que tengan una buena referencia y a todas las chequeamos. La referencia puede ser desde el comedor donde trabajaban. Si vos tuvieras un pibe que consume ¿harías que esta chica trabaje con tu hijo? Si vos tuvieras un pibe al que le pegan vos ¿querrías que esta fuera la chica que lo acompañe a él? Entonces cuando uno se pone en ese lugar, cuando el líder comunitario, que tiene que ser el que lo recomienda, se pone en el lugar y tiene la suficiente confianza como para que si le pasa algo en su propia familia pondría a esta persona, es esa.
Y hay, en todas las comunidades hay, es esa gente que sostiene, que vincula. ¿Cómo trabajamos en esto de crear el vínculo? Con cosas que son saludables. ¿Dónde creamos un vínculo desde chicos? Cuando jugamos. Vos sos adolescente y querés estar con otro, no importa, así sea para pelearte pero querés estar con otro. Bueno eso. Poder hacer actividades que fomentaran el vínculo, porque es eso en realidad lo que nos lleva a un cambio dramático en nuestras vidas, en cualquier sentido.
Nosotros cambiamos siempre o ha habido grandes transformaciones a partir de un vínculo fuerte que tenemos con alguien. Fue acá donde nos dimos cuenta que muchos de nuestros pibes no tenían mesas en sus casas, muchos todavía siguen comiendo en comedores. No hay nada malo con el comedor pero ya tenemos dos generaciones de comedores y entonces para nuestra zona, el comedor que es distinto a lo que puede ser acá en Buenos Aires, es un espacio donde los pibes no están con su familia y que se come con un tupper, rápido y se van. Muchos de estos pibes no sabían lo que es hacer un pan, aunque vienen de abuelas que han tenido su hornito de barro. Chicos que no saben lo que es sacar una cebolla de la huertita y vienen de comunidades agrícolas.
Entonces es darles la oportunidad de que puedan tener todas esas experiencias que hacen a su identidad y que están en la cultura. Que uno pueda dibujar y dibuje y no tenga esa angustia de tener que llenar todo rápido porque después no va a haber más papeles ni lápices. Lo mismo con la comida, no es que tenés que comer las 4 hamburguesas ahora o llevártela al baño y guardártela en una bolsita. Es un poquito de todo eso.
Y desde ahí hemos empezado a trabajar el camino al Bananal, Yuto que son dos comunidades que tienen gran número de aborígenes, la zona de San Francisco al Vallegrande que queda hacia la altura y tenemos ahora un pequeño vínculo que ya estamos trabajando con eso en el barrio Sumai pacha, de Maimará donde desde allí nos vinieron a buscar para que los acompañemos. Por lo menos no somos uno solo los perdidos en Jujuy, somos dos.
Y también colaboramos cojuntamente con el Monasterio del Siambom porque la vida contemplativa es muy importante. Nosotros ahora estamos hablando del tema de adicciones pero tenemos otros tres programas y uno de ellos tiene que ver con la vida contemplativa. Una de las cosas claves para nosotros en todo esto, es que trabajamos sobre una especie de trípode en el cual la Iglesia tiene historia, territorio, recursos humanos, experiencia.
Y el sector privado tiene la capacidad de subirse a este trencito que la Iglesia va marcando a través de recursos, a través de sus opciones de responsabilidad empresarial y la otra pata es el Estado. Tenemos una posibilidad hoy que me parece muy importante que es cómo la Iglesia puede tener esta incidencia en políticas públicas directamente desde la praxis, desde la práctica.
La incidencia en políticas públicas es mostrar un modelo de cuidado que son los centros barriales, los Hogares de Cristo, las Casas de bajo umbral y poder tener este es nuestro modelito. Asimismo, la incidencia en política publica pasa por eso, esto no es un programita enlatado, es una célula viva, parte de una cosa orgánica que tiene y responde a cada contexto que es adaptable y flexible. No es lo mismo un Hogar de Cristo en la villa 11-14 que en Ledesma, en Juárez, en Moreno o en Ushuaia. Pero sin embargo, basado en lo que es un modelo de cuidado, tiene la capacidad de impactar en las políticas públicas porque estamos metidos en territorio, esa es la labor de la Iglesia y siempre ha sido.
Estas obras del centro Libertad, nos han dado un predio grande donde antiguamente vivían 240 familias y se ha dado en comodato al Obispado y desde ahí estamos convirtiendo lo que era la escuela en un centro de capacitación y de actividades. Nosotros recibimos todo y lentamente lo estamos transformando de nuevo y aquí aparece nuevamente el acondicionamiento de las Ermitas, después vamos a contar un poquito más de lo que es la oración contemplativa.
Como ustedes ven, todo esto se nos ha cedido y estamos en ese proceso de reacomodarlo, de organizarlo. Y aquí entra una cosa importante, aparece este segundo centro, teníamos el centro barrial Palentini y aparece este Centro Libertad. Este centro no es una granja, no es una comunidad terapéutica, sino que lo imaginamos como parte de un itinerario terapéutico. Este itinerario no se inicia en la granja, se inicia cuando los operadores están en la calle con los pibes y se continúa en todas las actividades que se van haciendo.
¿Qué es una actividad terapéutica? Es una actividad saludable que le amplía al chico las opciones del presente. Nosotros siempre hablamos de que los chicos, las chicas, el adulto, todos tienen que tener un plan de vida pero cómo vas a tener un plan de vida si no tenemos una mayor opción de presente. Entonces parte de este itinerario terapéutico es crear oportunidades de presente que le amplíen a los chicos, a los jóvenes y a todos la posibilidad de elección hoy, acá en el presente.
En el Centro es María, Madre de Guadalupe. Sabemos que, esto es de los Obispos, la fe tiene un enorme potencial humanizador, lo que nos humaniza es la fe. Pero no aquella fe inmadura de la primera infancia o de la adolescencia, si no que la fe como aquello que potencia mi humanidad. Aquello que transforma mis luces y mis sombras. La fe que tiene la capacidad de sanar aquellas heridas inconscientes de las cuales usamos todo lo que las ciencias nos ofrecen, la psicología, la psiquiatría pero entendiendo que la fe es aquello que nos humaniza. Porque es eso que hizo Jesús.
Los milagros de Jesús fueron presencia, cercanía y vínculo y humanización. Comprender y entrelazar las tres dimensiones del Evangelio: la cultural, la social y la contemplativa. El Evangelio siempre está en las culturas, está el bautismo, en la religiosidad. Pero después tenemos la dimensión social, aprender a cuidar, que es lo de siempre. Desde el principio de los tiempos Dios cuidó a la humanidad.
Creo que en ese sentido nosotros debemos profundizar y desarrollar esto de la dimensión social del Evangelio, no como una cosa asistencialista porque siempre estamos con esto que a la iglesia nos encanta tener pobres… todo eso que ahora divagan por todos lados, no. La Iglesia siempre ha tenido y la comunidad cristiana esta expresión del cuidado de lo social. Con respecto a la la dimensión contemplativa, porque caminamos codo a codo hasta que lo veamos a Jesús cara a cara pero en el medio tenemos estos espacios sagrados de encuentro que puede ser una peregrinación, que pueden ser distintas cosas, donde uno se encuentra con Dios cara a cara. Y desea responder al clamor de los que necesitan ser acompañados en el camino, prevenir y recuperarse de situaciones de violencia y adictivas y sale al encuentro de familias y personas.
Yo creo que es super esencial, como sabemos, uno sale al encuentro y adopta el diseño de los Centros Barriales, de los Hogares de Cristo de las villas de Buenos Aires y que se promueve la multiplicación de pequeños centros barriales para un adecuado servicio en las comunidades, sobre todo en diócesis como la nuestra que es grande pero que las parroquias no tienen la capacidad que tienen otros lugares.
Ya contamos un poquito esto del Centro Libertad, este entorno amigable, el contacto con la naturaleza y que al estar retirado nos ayuda también a un viaje interior que a veces nos es muy difícil. Siempre en el centro María de Guadalupe y desde ahí sale el pueblo, la comunidad y se sale a organizar un servicio. En este caso nosotros tenemos el centro barrial y el programa de las mujeres. Buscamos que tenga un poco de mística, un plan de trabajo y los recursos económicos, así de sencillo.
Los recursos económicos que no son grandes cosas pero imaginarse que uno pueda comprar algunas cosas para que se puedan crear estos espacios amigables y para poder sostenerlo chiquitito, ninguna cosa grande. Después trabajar en la construcción de un vínculo, el vínculo de confianza con tres cosas que nos humanizan: la atención, el afecto y la autoridad. La atención que el otro pone sobre nosotros, el afecto que se demuestra en ese cariño, en la mirada, en el mate, en el estar y la autoridad.
No sé aquí pero los nuestros en nuestros jóvenes la autoridad está… pero no es el bajar línea sino aquél que acompaña desde la experiencia. Entonces la autoridad como cuidado, el que cuida tiene autoridad, esta que viene desde el servicio. Y desde ahí empezar a construir esto de un camino saludable que ayude a una sana recreación, deportes, trabajo manual, huerta, arte, técnicas de comunicación, interpretación de las emociones, una introducción al camino interior y una espiritualidad integrada.
Nosotros trabajamos con esto de la espiritualidad en dos cosas que nos parecen importantes: que es esto de atención plena, trabajar con niños y adolescentes y también con sus familias con este vivir en el presente con distintos ejercicios que nos ayuden a tener esta atención plena y esto que hablamos de una espiritualidad integradora, el silencio y la soledad como modos y caminos al encuentro con Dios. Creando ese camino saludable. Desde ese camino saludable, después de haber tenido esto que nos aumenta y ensancha nuestras posibilidades de presente, recién podemos hacer un plan de vida porque después de haber experimentado estas cosas uno puede decir “yo quiero que mi vida sea así”, pero primero tengo que ofrecerle este repertorio de presentes.
A partir de este plan es posible generar un cambio. Todo esto se vuelve un círculo porque aquel que ya está integrado quiere organizar un servicio para ayudar a los que no. Esto es lo que nos pasó a todos nosotros, alguien nos sirvió antes, alguien nos ayudó a tener opciones saludables de presente, a hacer un plan de vida y hoy estamos en esta opción de presente. Entonces se vuelve a hacer, es el círculo, ese círculo donde siempre se retroalimenta y esto es un círculo que tiene un proceso.
Como decimos, empezó en la soledad de la Ermita y termina en la soledad de la Ermita porque uno empieza solo con la Virgen llevándole sus heridas, sus dolores y termina también, a los pies, en el corazón de la Virgen, llevándole la vida con sus luces, sus sombras y allí mismo uno experimenta ese abrazo de Dios que sana y que cura y que es lo que hace la Iglesia y lo que hacen ustedes y hacemos todos y a nosotros nos tocó en este pedacito de Jujuy.
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