Acompañando a los Equipos
Dardo
Hogar de Cristo Nazareth de Gualeguaychú
Cuando empezamos a acompañar personas, tal vez muchos de nosotros lo empezamos haciendo solos. Rápidamente caímos en la cuenta de qué difícil es acompañar la complejidad si estamos solos. Una de las grandes alegrías que tuvimos al encontrar la familia grande del Hogar de Cristo es que no estábamos solos.
Eso es nuestra fuerza. Esa misericordia compartida es la que multiplica la posibilidad de dar respuesta a la complejidad que viene. Es bueno sentir la confianza en un equipo que está en mi espalda. Poder dejar que otros hagan otras cosas porque a veces tenemos la idea de que nadie hace las cosas mejor que nosotros. Es bueno tener esta confianza y transmitirla. Esa confianza primero nos viene de Dios, de nuestra familia, de los que nos han llamado a formar parte de un equipo.
Cuando acompañamos a los equipos es bueno dar confianza para que otros hagan lo que a lo mejor empezamos haciendo nosotros. Nos permite dejar más tiempo para la creatividad, para dar respuesta a otras cosas, para poder ampliarnos en el territorio, y para acompañar cada vez a más gente. Es muy interesante no solamente invitar a otros a que nos acompañen en el entusiasmo de vivir la misericordia, de encarnarla, sino también dejarlos madurar. Esa confianza y esas ganas de trabajar con los demás son aspectos fundamentales.
Además de la confianza, es importante el cuidado de los equipos. Con el tiempo vimos que el entusiasmo del principio también se va como desgastando por la misma cotidianidad. Hay que estar muy atentos a acompañarnos entre nosotros. Lo que hacemos no es un trabajo, sino que es una respuesta a la complejidad que tiende a recuperar la vida, a recuperar el placer en la felicidad de estar vivos, y para eso tenemos que mirar mucho para adentro de nuestro equipo.
Cuando podemos hacer eso, también podemos elevar la mirada para mirar un poco más lejos además de nuestro Centro Barrial. Podemos ayudar a que se formen otros centros barriales en nuestra ciudad, en ciudades vecinas, y en ciudades que están un poco más lejos. Después, mirando a la Federación, pensar en acompañar equipos que están a lo mejor mucho más lejos: visitándolos, apoyándolos de todas formas, incluso a lo mejor con recursos económicos o tiempo.
Padre Sebastián
Centros de Vida Padre Misericordioso de Rosario.
En Rosario empezamos con unos dispositivos para jóvenes que les llamamos centros de vida hace casi tres años. Este año hace unos ocho meses comenzamos uno para niños porque veíamos que uno abre las puertas a los chicos más grandes del barrio y vienen con los hermanitos. Y también hay muchos chiquitos en el barrio que quedan dando vuelta.
Empezamos con los más grandes y después avanzamos también abriendo las puertas en otro o el mismo lugar, a los más chicos. ¿Cómo se acompañaba a los equipos en Rosario? Arrancamos nueve centros de vida juntos. Entonces un lunes cada quince días se juntaban las nueve parroquias distintas gracias a la asociación, que nuclea a todos los centros y se llama Padre Misericordioso. Gente de la asociación y el padre Fabián ofrecían un espacio de formación, de diálogo, de contención, y de ir compartiendo la mística de la que venimos hablando.
Con el paso del tiempo nos dimos cuenta que eso era insuficiente. Necesitábamos que el acompañamiento sea en el lugar para acompañarnos entre nosotros. No todos podíamos participar el día de la actividad y no se hacía tampoco en el lugar donde funcionaba el Centro de Vida.
Sin embargo, había algo que a nosotros personalmente nos trababa mucho y con el tiempo pudimos superar. Básicamente, nos trabajaba tener que cerrar el centro para reunirnos entre nosotros. Habíamos ido creciendo paulatinamente en la apertura del Centro Barrial y no queríamos cerrarlo para juntarnos a hablar, no queríamos dejarle de ofrecer al chico la oportunidad del espacio. Y eso nos taladraba la cabeza. A veces nos juntábamos cada quince días, pero el día que no nos juntábamos igualmente los chicos no venían porque habían perdido el hábito de venir ese día porque eran las reuniones. Eso nos daba vuelta y decíamos que, aunque nos hacía bien a nosotros, al dejar cerrado el centro un día, se cortaba el trabajo con los chicos. Además, la mayoría de nuestros Centros Barriales suelen abrir en el momento que los dispositivos del Estado cierran.
En Rosario, a las dos de la tarde los dispositivos que dependen del Municipio en su mayoría cierran. Los Centros de Salud, que deberían cerrar a las siete, a las cinco de la tarde no entregan más números para poder cerrar a las seis. Entonces se van antes. Por lo tanto, en nuestro barrio el único espacio que había para chicos de esa edad, en esa situación, era el de la parroquia. Por eso nos costaba mucho la idea de cerrar para reunirnos. ¿Es necesario que cerremos el Centro un día para reunirnos entre nosotros? Pensamos después en no cortarles a los chicos la semana a la mitad y no hacer la reunión los miércoles. Todos tuvimos que ceder algo.
En mi caso, como cura, tuve que resignar mi día de descanso que suelen ser los lunes. Los operadores, los voluntarios, también tuvieron que dejar alguna cosa. Y empezamos a juntarnos los lunes. Ahí apareció una nueva dificultad. No tenía que ser un espacio solo para organizar el centro o para resolver dificultades. Necesitábamos que sea en primer lugar un espacio para acompañarnos. Para quienes trabajan diariamente en el Centro de Vida, que es un espacio de mucha tensión. En mi caso, al ocuparme de la parroquia no estoy diariamente y en todo momento en el centro. Entonces, se necesita un espacio para distendernos. Así como quienes entrenan para maratones tienen que poder relajar los músculos porque si siempre corren al cien por ciento los músculos se desgarran.
Necesitábamos espacio y finalmente lo asumimos como propio. Un día un cura amigo al que le estaba pasando lo mismo nos dijo: “Cierren el Centro de Vida un día de la semana, porque en realidad no lo cierran lo abren más. Porque es un espacio para que se abran entre ustedes, para que se distiendan entre ustedes, y también para que compartan juntos, recen juntos, e incorporen juntos a la mística.” Esto nos cuesta un montón porque las urgencias son tantas que a veces no tenemos espacio para proponer que alguna de las horas que nos reunimos leamos juntos un documento y compartir lo que sentimos.
Eso también es ser Centro Barrial, Centro de Vida, Hogar de Cristo, o como quieran llamarle. Que nos conozcamos los que somos parte del equipo, que nos acompañemos en lo cotidiano.
Dardo
Esa misma dificultad nosotros la abordamos con una reunión semanal. Nos reuníamos y nos seguimos reuniendo los días miércoles. Es una reunión de equipo donde podemos hablar de cómo distribuir los roles para no superponernos, reflexionar sobre nuestras prácticas, volver sobre las cosas que nos salieron bien y sobre las cosas que nos generan dudas. De esa forma podemos hacer circular la palabra y enriquecernos mucho.
A veces nos planteamos el modo de hacer crecer al equipo, cómo convocar a más voluntarios siendo poquitos. ¿Lo hacemos masivamente, los llamamos por los medios, o los llamamos al final de la misa? ¿Lo hacemos en forma personal o mirando a nuestro alrededor a quiénes son las personas que pueden ser nuestros aliados? ¿Quiénes se acercan o se motivan por lo que nosotros estamos haciendo? Hay diferentes formas de ir enriqueciendo los equipos y de ir acompañándolos.
Sebastián
Un elemento más estratégico. Es sumamente positivo para acompañar a los equipos que una persona que no esté todo el día en el centro sea quien acompañe al equipo. Como una cabeza de todos los demás. Puede ser el cura, el laico que empezó, o la monja. Pero necesitamos a alguien que esté fuera de lo diario porque lo cotidiano nos pasa por encima. Además, cuando hablamos de nuestras cosas delante de alguien que no está todos los días, nos ayuda a tener cierta objetividad, a mirar las cosas de otra manera, a dialogar entre nosotros y resolver conflictos de otra manera.
En nuestros Centros de Vida, esas dos herramientas puntuales, tanto la reunión de equipo semanal como la presencia de alguien que no está todos los días en el territorio tensionado o atravesado directamente por la realidad, nos viene sirviendo mucho. El otro día tuvimos problemas con los chiquititos del centro de niñez. Era un caos. Todos contra todos rompiendo la capilla, se agarraron a trompadas, escupían. Un desastre. Nos juntamos en la reunión de equipo. Yo me vine a una convivencia con la secundaria porque también tenemos escuela.
Tenía una hora y media para estar con cada equipo. Una hora y media en el Centro de Niñez y una hora y media en el Centro de Vida. Estuve dos horas en el Centro de Vida, dos horas y media, y en el Centro de Niñez los primeros cuarenta minutos fue escucharlos a todos los operadores.
Una vez que ya se cansaron del no podemos, de que estamos mal, les dije: “Miren, yo soy cura. No sé cómo hacerlo. No me preparé para poner límites en este sentido. Busquemos juntos la verdad.” Era necesario que hubiera alguien que escuchara el caos de todos los demás. Porque si yo hubiera sido parte de ese caos, hubiera llegado sobrepasado a esa reunión como ellos. Yo estoy excedido por otras cosas pero por eso justo no. Entonces, que haya alguien que nos escuche objetivamente y que conozca la realidad también, que participe algún día es muy bueno. Es muy sano para el trabajo en equipo.
A nosotros, en Rosario, en mi parroquia particularmente, esas dos cosas puntuales nos ayudaron mucho. Para tener un día o aunque sea media jornada dedicada al equipo, hay que bancarse también la puteada de los pibes, que nos tiren piedras en la Iglesia porque ellos no quieren que cerremos. También, nosotros somos el Hogar de Cristo. Por eso, tenemos que acompañarnos mutuamente entre nosotros. Necesitamos un espacio para orar juntos, para reflexionar, y para acompañarnos.
La Federación tiene un fin en común que todos deberíamos compartir. Este fin en común es que todos nuestros dispositivos son la Iglesia que le abre el corazón a los más rotos de la sociedad. Si yo no tengo un espacio para vivir la Iglesia, una pequeña comunidad con mi equipo, nunca voy a poder transmitir eso. Seremos una ONG, una organización no gubernamental, pero no un Hogar de Cristo porque no va a ser Iglesia.
Si quiero ser Hogar de Cristo, Centro de Vida, Centro Barrial, tengo que ser Iglesia. Para ser Iglesia tengo que vivir la Iglesia. Para vivir la Iglesia tengo que estar en torno a la Palabra en comunidad.
¿Cómo actuar frente a la amenaza de un miembro del equipo? Sebastián
Nosotros tuvimos la amenaza de muerte de una de las chicas y la capacidad de tener varios espacios hizo que se la pueda reubicar en otro lado, para que pudiese continuar con su trabajo y con el estilo de trabajo. Para que no se quede fundida en su casa y teniendo que buscar uno nuevo, la asociación misma como familia le dio un nuevo espacio.
No hay una respuesta acabada a todas estas situaciones, pero en la medida que uno teje una red en todos los sentidos y con todos los integrantes nos podemos ayudar mucho. En los equipos a veces hay psicólogos. Si los psicólogos de los hogares de Cristo se juntasen entre ellos alguna vez hablarían un lenguaje común que no es el mío.
Yo hablo como cura, no puedo no hacerlo. Me sale hablar así porque ya estoy formateado así. Creo que tenemos que empezar a buscar redes transversales y longitudinales para todos lados para poder sostenernos y no caernos en estas situaciones. Al menos, creo que sería una alternativa para paliar estas situaciones y la otra es dar tiempo. Entre la sangre y el tiempo, elijo el tiempo. ¿Para qué vamos a derramar sangre inútilmente?
Frente a ciertas situaciones, que son muy complejas, hay que saber tomar tiempo, cosa que a nosotros nos cuesta mucho porque somos muy ansiosos. Vivimos una sociedad muy ansiosa y queremos que todos los problemas que tuvimos se nos solucionen hoy. Entonces, tuve un problema en el Centro Barrial, o el Hogar de Cristo, y ya lo tenemos que solucionar. Y no nos bancamos que no se solucione hoy. Tenemos que aprender que las cosas no se solucionan siempre en el hoy. Si se solucionan, es con tiempo y hay que bancarse también la cruz.
Volvemos a mirar a Jesús. Parte de todo nuestro trabajo, nuestro servicio, es ser como Él. Para eso, es necesario bancarse la cruz. Sé que esto no vende mucho, pero la realidad es que la cruz hay que bancársela. Porque a Jesús le hubiera gustado atravesar toda la cruz en cinco minutos y estuvo horas arriba de la cruz. A la Virgen María, también le hubiera gustado y estuvo días esperando la Resurrección. Entonces, hay que bancarse también estos momentos de cruz. No solos, sino en comunidad. María, san Juan, María Magdalena, María la mujer de Cleofás… se sostuvieron mutuamente.
Dardo
En nuestros encuentros de equipo en referencia a cuestiones complejas, veíamos que se repetía algo que nos ayudaba. Principalmente, teníamos que aceptar el hecho de que solamente acompañamos. No tenemos que ser la solución a todas las cuestiones que se presentan. Pero sí estar en el lugar, en el momento y a la altura de las circunstancias, acompañando desde encarnar los valores del Evangelio, encarnando la misericordia en nuestro propio estilo. Ese ubicarnos en acompañar nos baja mucho el desborde y nos evita mucho agotamiento.
También, entender que nosotros empezamos cuando todo lo demás fracasa. El Hogar de Cristo aparece cuando ya todos dijeron: “Esto no es para mí… Hasta acá llegué, se agotaron todas las posibilidades…”. Ahí se pone en marcha ese laboratorio de ideas que es el fracaso, y el Hogar de Cristo, en equipo, empieza a generar respuestas creativas. Esas dos cosas nos ayudaron mucho y nos aliviaron frente a situaciones muy difíciles.
Además, otra cosa que se repitió bastante es el sostener la pregunta. Es no querer siempre tener respuestas para todo. Sí, estar. No claudicar en el amor, pero sostener la pregunta. Hay preguntas que la verdad cuesta mucho responderlas. Me refiero a preguntas de vida.
Dificultades para armar un equipo técnico interdisciplinario
Dardo
Cuando empezamos, éramos un puñadito de personas y la verdad que nadie se sumaba desde sus saberes de la universidad o de lo que había aprendido. Nos fuimos sumando como personas. Yo me sumé como Dardo, después resulta que Dardo traía algunos conocimientos de la facultad de medicina y algo podía servir. Pero muchísimo menos de lo que yo pensé. Sirvió mucho más la persona que los conocimientos. Es más, desde que estoy en el Hogar de Cristo aprendí mucho de la vida y de cómo acompañar a personas no solamente con adicciones, sino a todas las personas, hasta las de mi casa.
Una cosa que tratamos de descubrir cuando las personas se acercan como voluntarios o que quieren participar del equipo es si vienen como un trabajo. En este caso, les decimos que trabajo no tenemos pero podemos ofrecer la posibilidad de formar parte de un equipo, de acompañar personas, y de a ir buscando la forma de poder hacer eso. Tratamos de priorizar la persona y el acompañamiento a otras personas.
Resulta que tenemos un equipazo. Tenemos un equipo de lo mejor buscándolo así. Contamos con psicólogos, psicólogos sociales, psiquiatra que apareció bastante tiempo después de que abrimos el Hogar de Cristo. También integran el equipo abogados, contadores. Tenemos todas esas cosas pero fuimos buscando a las personas primero, mirando a quienes teníamos alrededor, quienes estaban más cerca.
Sobre todo quiénes estaban más cerca del corazón, quiénes estaban más cerca del vibrar con esto de acercarse al que está más roto, quien decía: – “Che qué bárbaro lo que hacen…” – “¿No querés venir con nosotros?”. – “Me gustaría pero yo no sé hacer nada”. – “No te imaginás… Yo soy lo más inútil que hay. Y yo tampoco sé hacer nada.” Pero resulta que si sabés jugar al fútbol te llevas a todos los chicos a jugar al fútbol a la vuelta del hogar, y cuando volvés y están contentos decís en la charla, yo soy escribano cuando necesiten alguna certificación de la firma… Y así se va haciendo todo el equipo y tenemos un equipo fabuloso.
La gente nos pregunta: “¿Cómo armaron este equipo tan interdisciplinario con tantos saberes sumados?” Se va armando. Primero considerando que nadie sobra. Cualquiera que se acerca, seguro que tiene la vocación, seguro que tiene ganas de salirse de sí mismo, y dar lo que tiene. Nadie puede dar una cosa distinta de lo que es. Lo que tenés para dar es lo que vos sos. Eso es lo que hay que transmitirle al equipo y también que quiero que esté conmigo para acompañarnos entre todos para ser una respuesta a la complejidad.
Eso nos ayudó mucho tenerlo claro, transmitir bien ese mensaje en el momento oportuno, y después también salir a buscar. A veces decimos “si tuviéramos tal persona…”. Bueno salgamos a buscarla, miremos dónde puede estar esa persona. Por ahí son personas que no tienen nada que ver por la Iglesia, nada que ver con las creencias que nosotros tenemos y después terminan siendo los más fervorosos. Terminan creyendo más en Jesús que nosotros. Así que indudablemente depende mucho de eso.
Sebastián
¿Cuáles son las tres características que le pediría a una persona que venga a formar el equipo profundo, la primera línea de la barra? A mí me gustaría siempre que los de la primera línea, que son los que van a morir conmigo, que están al lado mío, tengan fe, tengan iniciativa, y tengan creatividad.
Fe porque somos familia, somos Iglesia. Iniciativa porque si no después son todos unos aplastados y no hacemos nada, nunca arrancamos como un auto sin motor. Por último, creatividad porque el amor, y esto que decía Brenda de enamorarte del dolor, que en el fondo es enamorarte de la persona que está en una situación de dolor, te hace creativo.
Esas tres cosas yo le pediría a los que mueren conmigo y después como decía Dardo abrir el panorama a todos los que vengan. Si no logro encontrar profesionales dentro de gente que reúna estas tres características -lo óptimo es enemigo de lo bueno- buscar quizá en alguna organización del barrio, en algún centro de salud.
Acá vamos al tema de la red institucional en el barrio. Gente que nos pueda dar una mano hasta que encontremos, hasta que Dios nos mande, porque también está la mirada la providencia hasta que Dios nos mande el profesional que tiene que ser.
Nosotros, al principio, estábamos muy acomplejados en los Centros de Vida con que el equipo contara con profesionales . Hoy, cada vez, me convenzo más que es al revés. Tiene que haber gente que tenga fe, iniciativa, y creatividad… y si son profesionales mejor. Claro que se necesita un psicólogo, un profesor de educación física, pero yo necesito a la persona con estas virtudes o que tenga un deseo de desarrollar estas virtudes. No quiero a santa Teresita del niño Jesús conmigo, ojalá. Pero que tenga un deseo de desarrollar la fe, de desarrollar su creatividad, de desarrollar su iniciativa. Después, si no encuentro entre esta gente un psicólogo, le pediré ayuda a algún psicólogo de la vecinal que nos puede dar una mano.
Apostar a formar animadores comunitarios
Dardo
Me parece bárbaro en el tema de los animadores comunitarios, por ejemplo que uno pueda involucrar a mi amigo psiquiatra del hospital a que se motive y que sea parte de ese armado comunitario. Pero, que entienda que no va a ir al Centro Barrial a hacer consultorio de psiquiatría, sino que se va a sentar a la merienda y va a estar mirando y va a decir: “Mirá aquel pibe tal vez necesite medicación… Vamos a llevarlo a la consulta mañana.” Entonces, otro de los chicos lo acompaña hasta el hospital.
Entonces ahí empiezo a tener ese soporte específico que hace grande lo inespecífico. Para mí las dos cosas son muy importantes en un equipo. No necesariamente tengo que tenerlo dentro de mi equipo de primera línea que como se mencionó. Podemos ir involucrándolos o tomándolos desde la misma comunidad.
Si yo no tengo un trabajador social, puedo ir hasta el servicio social del hospital, hablar un poco de lo que es el hogar, qué estamos haciendo y por qué estoy acompañando esta persona. Y al rato tengo las cuatro o cinco trabajadoras sociales trabajando para el Hogar de Cristo, porque se entusiasma la gente, es contagioso cuando ven lo que hace el hogar. La primera vez te atienden más o menos, la segunda vez ya te conocen, y la tercera están contentos con participar y sentirse que están modificando la sociedad también así.
Nos pasó también con lo del club. Veíamos el club enorme de Madre del Pueblo y decíamos qué lindo tener esto. Entonces nos preguntábamos: “¿Cómo vamos a hacer nosotros en un pueblito del interior para tener un club tan grande como esto? ¿Cómo se llega?” Teníamos la posibilidad de hacer alianzas con clubes locales, clubes chicos. Fuimos a preguntar si podíamos llevar a los chicos y terminamos haciendo canotaje, teniendo los profesores del club al servicio del hogar. Haciendo todo ese intercambio que fue muy bueno. Ahora, estamos haciendo otras alianzas con otros clubes más grandes.
A veces, no necesito tener dentro del equipo todo lo que estoy viendo que necesito como respuesta. En educación nos pasó lo mismo. Necesitábamos tener talleristas, formadores, e hicimos acercamientos con el consejo de educación y tuvimos todos los talleristas y educadores que el hogar no tenía. Entonces, por ejemplo, se puede hacer alianzas con una facultad, o con otro tipo de personas que respaldan y hacen más grande el equipo.
Herramientas para acompañarnos mutuamente
Dardo
En el encuentro regional de los hogares, justamente, el tema fue el cuidado de nosotros. ¿Cuándo nos sentimos cuidados? ¿Cuándo cuidamos a otros? Para eso hay que darse un tiempo.
Esto de haber podido venir a este encuentro nacional todos ha sido también un cuidado para nosotros como equipo. En un lenguaje a lo mejor no tan verbal pero si presente en este compartir e intercambiar entre todos.
Sebastián
Otra herramienta concreta para acompañarnos mutuamente es tener capacidad de celebrar los pequeños logros. También el Papa Francisco lo menciona en la Evangelii Gaudium: “ser capaces de que lo pequeño que hacemos que nos sale bien, celebrarlo juntos como familia”. Si se ponen a pensar las veces que celebraron en sus casas: cada uno celebró 30, 20, 40 veces los cumpleaños, pequeñas cosas. Te graduaste una vez pero todos los años celebraste tu cumpleaños, celebramos las cosas lindas que nos van pasando cada día, nos juntamos a comer por pequeñas cosas en familia.
Creo que otra herramienta concreta junto con las reuniones de equipo, semanales en la medida de lo posible, junto con la persona que nos ayude a tener una mirada más objetiva, es ir haciendo el ejercicio de celebrar la vida en los pequeños logros de la semana. No los grandes, que ojalá vengan, y lo haremos con fuegos artificiales sino que lo pequeño de cada día o de cada semana también poder celebrarlo de alguna manera.
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