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Encuentro 2: Mons. Oscar Ojea – Laudato Si

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Encuentro 2: Mons. Oscar Ojea – Laudato Si

EL SÍNODO DE AMAZONÍA: LAUDATO SI’

Monseñor Oscar Vicente Ojea

  • Francisco de Asís o la Fraternidad Universal

“Laudato Si”, significa “Alabado seas¨ y hace eco o referencia al “Canto de las Criaturas”, el conocido poema de San Francisco. Nosotros lo llamamos “El Cántico de las Criaturas”, pero es una alabanza a Dios nuestro Señor, por todas sus obras, reconociendo su belleza y su razón de ser en el orden del Universo.

El comienzo de Laudato Si’: “Alabado seas, altísimo, omnipotente, buen Señor, tuyos son el honor, la gloria y toda bendición. A ti solamente, Altísimo, pertenece todo y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre”.

El Cántico de las Criaturas es, en primer lugar, un canto al Creador, un canto a Dios. Toda la fascinación de Francisco, su admiración por la naturaleza, su admiración por el mundo creado, su conexión con el universo parte de su enamoramiento de Dios y luego comienza a cantar a las criaturas, al hermano sol, a la hermana luna y las estrellas, al hermano viento, a la hermana agua, al hermano fuego, a nuestra querida madre tierra por la cual “nos sustentas y gobiernas”. Luego alaba al Señor por los hermanos, pero especialmente por aquellos que por tu amor perdonan y los que padecen enfermedad, tribulación y persecución.

Esto va a ser una constante en Francisco, va a ser el gran hermano de la tierra, de las maravillas de Dios, pero desde un lugar que es el lugar del pobre, es el lugar del hermano, es el lugar de aquel que se ha hecho pobre por propia decisión. Francisco ha cortado con todo: con su familia, con un destino importante, con la fortuna familiar, con el reconocimiento social y se ha vuelto pobre. Está cantando al mundo desde un lugar que está muy unido con toda esa fraternidad hacia la naturaleza creada.

Alaba a los hermanos, especialmente a los que perdonan. Y así va instalando un tema que va a ser típico en Francisco de Asís en su poesía interior: el tema de la compasión. Es decir, toda esa alabanza, esa admiración, ese canto a las criaturas, ese don de poder entender la creación, conversar con los pájaros, ese don se va a entender desde la compasión, desde un corazón que intuye que todas las cosas tienen corazón, típico de Francisco: hay un corazón en las cosas. Lloran las cosas, gritan las cosas, gimen las cosas. Hay algo que late detrás de las cosas. Él es el hombre de la comunión.

No podía faltar en esta concepción integral de Francisco el hecho de cantar a la muerte, a la “hermana” muerte porque Francisco nos recuerda que para un cristiano la muerte es parte de la vida. La salud va a ser la búsqueda de un equilibrio aceptando limitaciones y enfermedades. La aceptación de la enfermedad también forma parte de la historia personal, la aceptación del límite también va a formar parte de la vida y de la felicidad.

Francisco interpreta la creación de Dios. El Señor nos ha creado para vivir en armonía con toda la naturaleza y con los hermanos. No somos distintos del cosmos. El cosmos no está frente a nosotros como si fuera un marco, un espectáculo al que yo accedo y frente al cual yo puedo intervenir como quiero, de cualquier manera, sino que yo también soy agua, soy tierra, soy aire.

Primero me reconozco como parte de todo ese cosmos el cual yo integro con un nivel de autoconciencia único porque soy hombre, soy persona humana, entonces, de alguna manera, yo puedo tener algunas intervenciones, pero tengo que ver cómo intervego en el mundo.

Voy a insistir en la figura de Francisco por muchos motivos. Primero porque el Papa elige este nombre, es el primer Papa que lleva este nombre lo cual es muy importante, es un lenguaje. También insisto en la figura de Francisco de Asís porque el Papa, siguiendo la tradición iniciada por Juan Pablo II en 1987, ha reunido en Asís a representantes de todas las religiones del mundo. Se trata de una reunión importantísima. No sólo participaron religiones monoteístas, sino también una enorme cantidad de cultos en el mundo en una oración universal por la paz. Ahora se va a realizar allí una reunión que tiene como tema la economía de Francisco: Asís se convierte en un símbolo de fraternidad universal que permite un diálogo, en un lenguaje común a todos los seres humanos.

 

  • Llamados a cuidar la casa común

Por un lado, aparece el dominio del ser humano sobre la tierra. En la Sagrada Escritura ese dominio no es despótico, la tierra está muy lejos de ser un elemento pasivo ante el cual yo puedo hacer lo que quiero y puedo “succionarle” todos los beneficios que me da para lo que yo quiero o para lo que yo deseo o para lo que yo proyecto. “Dominar la tierra” significa hacerlo en el Nombre del Señor que domina, en latín, Dominus. Soy imagen de ese Señor que no es cualquier Señor, no es un déspota, no es un tirano ni un libertino, es un Señor que cuida, que protege, que ama. Soy imagen de ese Señor, mi relación con la tierra tiene que ver con ser “imagen de Dios”.

Pero por otro lado también esa tierra, como dice el mismo libro del Génesis, yo la cultivo y la cuido porque estoy llamado a cuidar. Labrar la tierra es cuidar la tierra, no solamente es intervenir sobre ella sino, de alguna manera, es apacentarla.

En la Sagrada Escritura, sobre todo a través del libro del Levítico que es la legislación judía, aparece claramente en el capítulo 25, versículo 23: “La tierra es mía, dice el Señor, y ustedes son forasteros y huéspedes en mi tierra y esta tierra no puede venderse a perpetuidad porque la tierra es del Señor”. Acá hay algo muy judío, muy del Antiguo Testamento de lo que nosotros culturalmente estamos lejos y es el ritmo del hombre en relación estrechísima con la naturaleza que tiene que ver con el descanso cada siete días. El descanso sabático es fundamental en la Sagrada Escritura, no es para que el hombre descanse solamente, ni para que el hombre haga fiestas solamente, ni para que el hombre esté con su familia solamente, sino que el descanso es también para el animal, para el buey y para el asno, eso está clarísimo en el Levítico, en el capítulo 19. La tierra también descansa. Esta cosa tan del campo, del hombre nuestro del interior del país. La tierra se cansa, la tierra está cansada. Hay que tener mucho cuidado con este tipo de expresiones porque estas expresiones revelan una intuición fundamental sobre la naturaleza. ¿Cuándo la tierra se cansa?

Nosotros hemos perdido total dimensión de lo que significa este fenómeno porque, de alguna manera, nos hemos alejado de la naturaleza. En cambio, el hombre bíblico sabía que la tierra tiene que descansar cada siete días y después cada siete años. Y que la esclavitud no es perpetua, existía la esclavitud pero no era perpetua, se liberaban los esclavos cada siete años por los jubileos y la tierra no puede ser totalmente de una persona porque la tierra es de Dios.

Si vos cosechás tenés que guardar para el pobre, para el huérfano, para la viuda porque la tierra es de todos, los bienes primarios son de todos. La tierra, el agua, el aire. Entonces hay que tener muchísimo cuidado con la terminología de la privatización. El aire no se privatiza, el agua no se privatiza.

Sobre la tierra, la privatización tiene un sentido clarísimo en la doctrina de la Iglesia.

Hasta acá la visión de la armonía frente al universo creado y por qué el Papa parte del Cántico de las Criaturas para escribir esta notable Encíclica que es su legado.

“Alabado seas, mi Señor”, leo el comienzo de la Encíclica, cantaba Francisco de Asís, en ese hermoso cántico nos recordaba que:

“nuestra casa común es también como una hermana con la que compartimos la existencia y como una madre bella que nos acoge en sus brazos (…) Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso en los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla”,[1]  así comienza la Encíclica.

La tierra clama por el daño que le estamos haciendo —continúa—,

la violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes.  Por eso entre los pobres más abandonados y maltratados está nuestra oprimida y devastada tierra que gime y sufre dolores de parto. Olvidamos que nosotros mismos somos tierra, nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.”[2]

Aquí comienza un tema muy viejo en nosotros, por eso la primera parte del Instrumento de trabajo del Sínodo va a hablar de lo que significa el río como vida y la tierra como vida, lo que es la belleza de la obra de Dios, pero inmediatamente va a hablar de lo que significan las amenazas al agua, al aire y al territorio, que es la segunda parte del Instrumento de trabajo del Sínodo.

 

  • Clamor de la Tierra, clamor de los pobres

La irrupción del pecado es un desequilibrio profundo del ser humano con la naturaleza, con el hermano, con Dios. Es esta relación de armonía, sufre una especie de sabotaje interno, una feroz autodestrucción que hace que el hombre tenga una relación conflictiva con la naturaleza, una relación conflictiva con el hermano y también con Dios. Entonces se rompe ese equilibrio y esa violencia adquiere formas distintas, diferentes.

Cuando nosotros pensamos en el misterio del pecado del hombre al que el Papa va a aludir inmediatamente cuando empieza la Encíclica, se va a detener un poquito en el tema de la violencia.

Pienso que la violencia nace en el miedo, nace en el temor de que el otro me pueda aniquilar. Es una sombra que yo proyecto, una sombra de desconfianza absoluta sobre lo que significa el otro compartiendo la vida conmigo.

Que a Abel le vaya bien y esto no sea una amenaza para sí mismo y para su futuro, es lo que el mismo Caín no puede entender. Hay algo que pasa en el corazón de Caín, (capítulo 4 del Génesis), que para nosotros es el relato etiológico que nos habla de las causas de la violencia, el relato bíblico que expresa como una narración causal la violencia entre Caín y Abel. Caín siente que el otro es el elegido, que el otro es una amenaza, que el otro lo va a dejar de lado. Por eso cuando Dios quiere animarlo le va a decir “¿por qué estás con la cabeza gacha?” (Gn 4,6), levantá la cabeza, si obrás bien podés levantar la cabeza, podés mirar de frente, no caviles pensando que el otro es tu competencia, que te aniquila. En esa proyección miedosa aparece la violencia. Cuando yo proyecto que el otro me va a aniquilar.

Entonces cuando mata al hermano, la palabra bíblica en boca de Dios dice: “la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra” (Gen 4,10), o sea, el asesinato, el crimen está vinculado con la tierra. Es la tierra la que me está gritando porque está la sangre de tu hermano. Todo está unido, el clamor del hermano está en el clamor de la tierra.

Como consecuencia de todas estas situaciones vemos la relación conflictiva con el hermano y con la naturaleza, relación histórica. Este es el dato causal de toda guerra. La relación conflictiva con la naturaleza aparecerá en el capítulo anterior donde dice: “ganarás el pan con el sudor de tu frente” (Gen 3,19), que para la Biblia el sudor de su frente es también el sudor del corazón, son las condiciones de trabajo, es la explotación, miles de hechos humillantes que pueden estar detrás de ese sudor de la frente, detrás de una la relación conflictiva con la tierra y con los otros seres humanos.

El Papa pone en la violencia la causa de la ruptura de esta relación armónica y las consecuencias que nosotros vemos. Es el mismo Papa que va a comenzar a enumerar cuando destaca la profunda raíz humana de la crisis ecológica. La crisis está en el corazón del hombre mismo, se ha acentuado en los últimos siglos un subjetivismo que coloca al hombre frente a naturaleza como si fueran diferentes. Ella se ha convertido en el marco de la vida humana, en un objeto de dominio del cual se puede extraer y succionar todo lo que se quiera. No importa que la tierra se canse a través del enorme perjuicio que crean los agrotóxicos. Cuando se toca un punto se empieza a tocar otro. Esto va a ser el leitmotiv de Laudato Si’: todo está conectado, todo tiene que ver con todo. Cuando se hace un perjuicio grave a alguna creatura esto va a aparecer, tarde o temprano, en otra.

El tema de la tierra, el tema del cansancio de la tierra, el tema de la contaminación. Pero el tema de los agrotóxicos, en realidad… ¿cuántas migraciones se dan por este motivo? Porque ya la tierra está devastada.

El Papa tiene esta mirada: lo que está pasando con el deterioro y la depredación de la tierra inmediatamente está pasando también con el hermano. El clamor de la tierra y el clamor de los pobres son uno y esto va a estar continuamente presente en la Encíclica.

No importa que la tierra se canse, no importa que el agua se contamine a través del extractivismo que busca petróleo, gas, hierro, oro y que va a infectar el agua provocando enfermedades, provocando que los peces no puedan sostener a los pescadores.[3]

No importa que suban las emisiones de gas provocando el efecto invernadero con graves consecuencias para el cambio climático. No importa la tala de árboles indiscriminada que ya está provocando incendios. Tampoco parece que importara el  daño en la capa de ozono que provoca los incendios que hemos tenido en las Islas Canarias, en Groenlandia, en nuestro Amazonas. Como si la voracidad y los planes económicos y la necesidad de las inversiones en los países del Tercer Mundo de parte de aquellos que quieren estas riquezas naturales fuera lo único que verdaderamente interesara.

  • Cada ser es único y tiene su lugar en la creación

Permanentemente la Encíclica va a hablar de lo que significa la pérdida de la biodiversidad y acá Laudato Si’ cita un texto de Benedicto en el comienzo de su pontificado, en la homilía de inicio de su pontificado,  donde dice:

“fuimos concebidos en el corazón de Dios y por eso cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios, cada uno de nosotros es querido, cada uno de nosotros es amado, cada ser es necesario”. (LS 65)

Clara alusión a la delicadeza de Dios para cada una de sus criaturas, hasta el último mosquito, hasta el más pequeño de los vegetales. Esta pérdida inmensa de la biodiversidad y en los océanos con las experiencias atómicas, el lecho de los mares, los corales, todo lo que se está dando, inmediatamente está puesto en paralelo por el Papa, junto con la pérdida de las raíces culturales y valores humanos.

Así como los ecosistemas tienen su equilibrio natural y se necesita de todo y de cada ser, así también, en la vida social, las culturas tienen su riqueza complementaria con otras culturas, necesarias para dar motivaciones espirituales profundas a la vida. La vida sin raíces es una vida sin esperanza y dan lugar a una globalización que tiende a neutralizar aquello que es particular de cada cultura.

Es mucho más terrible, va a decir el Papa, la pérdida de las raíces culturales que la pérdida de la diversidad biológica, pero hay una estrechísima relación entre la una y la otra.

El ser humano se ha constituido en déspota, dominador absoluto de la tierra y ha abandonado su condición de administrador. Sabiamente decía Víctor Frankl en el siglo pasado que Occidente había construido un monumento a la libertad, una estatua a la libertad. La estatua a la libertad es lo que nosotros más admiramos, encomiamos, se nos llena la boca hablando de libertad, pero la contraparte de la libertad es la responsabilidad y no había, decía Frankl, ninguna estatua de la responsabilidad. Entonces, de alguna manera, la Encíclica es un llamado a la responsabilidad de los seres humanos, a todos los hombres de buena voluntad.

Todos los temas que provocan una profunda crisis en el planeta fueron vistos en los distintos congresos y conferencias que se han realizado en los últimos años. Fueron señalados por científicos, absolutamente competentes y además, hombres sensatos. Sin embargo, los poderes centrales del mundo hacen hoy oídos sordos a estas advertencias de la misma ciencia, del sentido común y de las iglesias, entre las cuales la palabra del Santo Padre adquiere un peso y un significado enorme.

Los temas planteados por el Papa en la Encíclica han llevado a que muchos hermanos de distintas confesiones, muchos hermanos de distintas raíces culturales se acercaran a la Iglesia interesados en esto, para preguntar, para aportar cada uno lo suyo, en esta invitación del Santo Padre al trabajo por el cuidado de la casa común.

  • ¿Qué mundo les vamos a dejar a las futuras generaciones?

El ambiente, dice el Papa en Laudato Si’, se sitúa en la lógica de la recepción, es decir, es un préstamo que cada generación recibe y debe transmitir a la generación siguiente. Esto pone en crisis el sentido mismo de nuestro paso por la Tierra ya que está en juego nuestra propia dignidad. ¿Qué le vamos a dejar a las generaciones futuras? ¿Un basural, un mundo lleno de escombros, de desierto y de suciedad?

Vivimos un inmediatismo sumamente egoísta que excluye pensar tanto en las generaciones futuras mirando hacia adelante cuanto a los pobres de hoy mirando a nuestros costados. Un gran deterioro ético y cultural acompaña el deterioro ecológico. Existe un consumo inmediatista, ilimitado, que hace que tengamos que buscar los modos, los caminos para lo que el Papa propone que es una ecología integral.

  • El Sínodo: Propuesta de Ecología Integral

La propuesta de una ecología integral va a comenzar con una fuerte denuncia, en un lugar determinado del mundo, pulmón del mundo: la cuenca amazónica, con el 20% de reservas de agua dulce, con una cantidad de carbono que lo hace el pulmón del planeta, (parecida a otra cuenca del Congo), con un eco importantísimo en muchos lugares del mundo. El Papa propone, a través del Sínodo que convoca, una ecología integral para superar esta crisis fenomenal, humana y planetaria, buscando aplicar los principios de la Encíclica en una realidad concreta donde se dan todos estos elementos, de un modo arquetípico. Este Sínodo regional puede encontrar un eco en la Iglesia universal y a partir de ahí, plantear el camino pastoral para aquellos hermanos más pobres que viven concretamente en la cuenca del río Amazonas.

Para mí fue un verdadero privilegio poder compartir con mis hermanos Obispos de la región los dos encuentros que tuvimos de preparación al Sínodo de la Amazonía donde se inauguró el documento de trabajo. Me encontré con Obispos muy comprometidos con la vida pastoral de esas regiones, muchos de ellos tuvieron que aprender el idioma de las poblaciones de la cuenca. Está habitada por 33 millones de personas de las cuales, más de 3 millones son indígenas, también hay afrodescendientes, campesinos y ribereños, que son los habitantes de las orillas.

Fue un testimonio muy interesante de los obispos brasileños y de los obispos también de los otros países. En realidad, Brasil tiene el 67% de la cuenca, los otros países, menos. En un clima de verdadera fraternidad, ellos expusieron sobre la problemática humano-pastoral-social de la región en la que viven, las migraciones continuas a las ciudades, los índices de trata de personas, de prostitución. Sobre todo, las poblaciones indígenas que tienen que huir a las ciudades porque no tienen ya vida en aquellos lugares de los que eran sus antepasados, sus ancestros. Han narrado la adaptación de estas personas a la ciudad, la falta de trabajo, de vivienda, el narcotráfico, la explotación.

La REPAM que es la Red Panamazónica, presidida por Monseñor Barreto quien es el Cardenal peruano que aporta su experiencia —muchísima —  al Sínodo y el Cardenal Hummes, el relator del Sínodo y quien reúne en sí toda una pastoral importantísima en la región. El Cardenal Hummes une su capacidad pastoral a la experiencia en la curia romana ya que el Papa Benedicto lo llamó para presidir la Congregación del Clero durante 7 u 8 años. Secretario del Sínodo va a ser Monseñor Martínez, Obispo de Puerto Maldonado donde el Papa fue en el viaje que hizo al Perú.

La última parte de la Encíclica va a tratar un poquito sobre ¿qué hacemos?, ¿qué hacemos frente a esto?, ¿cómo operamos?, ¿cómo nos posicionamos?, ¿cómo trabajamos?

¿Cuál es el cambio de paradigma que propone el Papa? Justamente salir del paradigma tecnocrático que me hace creer que el hombre está en el centro de todo, que tiene la ciencia, la técnica y el poder. Todo esto ha conducido a que el 1% de la población mundial tenga tanta riqueza como todo el resto del mundo junto. Esta situación nos ha llevado a unos desequilibrios tremendos de poder, a una inequidad impresionante. El Papa va a proponer como eje el paradigma del cuidado, el que nosotros tenemos que buscar, construir, trabajar.

  • La Ecología Integral como ética del Cuidado

El tema del cuidado es un tema que trata Leonardo Boff en sus libros, es un tema muy profundo. Boff hace una cosa bastante ingeniosa que es contarnos la fábula y el mito del dios Cuidado. El dios Cuidado venía caminando por el río y tomó un poco de barro e hizo algo parecido al hombre, un muñequito. Se quedó muy contento con lo que había hecho el dios Cuidado y quiso ponerle un nombre al muñequito, lo llama Júpiter. Júpiter le había dado su espíritu entonces dice: como le di el espíritu yo le pongo mi nombre, se va a llamar Júpiter. Entonces la Tierra protesta, yo le tengo que poner un nombre porque se hizo con barro. Entonces empiezan a pelear y aparece Saturno y dice: yo voy a dirimir la pelea, vos Júpiter como le diste el espíritu vas a recibir su espíritu cuando se muera; vos Tierra, como está hecho de tierra va a volver a vos cuando se muera y vos, Cuidado, lo vas a acompañar siempre, vas a estar siempre al lado de él.

Toda esta historia hace que el dios Cuidado nos acompañe siempre como un modo de ser esencial, desde que nacemos hasta que morimos. Saturno decide ponerle él un nombre y lo llama Humus, lo llama Hombre, que es tierra fértil, la tierra que ha producido su fruto.

¿Qué es lo que pasa con esta fábula? Con esta fábula pasa que nosotros tenemos una experiencia esencial de lo que es el cuidado y, en el fondo, para que este paradigma, vamos a decir monstruoso, pueda corregirse es necesario que nosotros recuperemos lo que significa en nosotros la experiencia del cuidado y la transmitamos a los demás.

¿Cómo comenzamos a vivir esta experiencia? A partir del nacimiento. Nosotros tenemos una palabra hermosa en castellano que es la palabra “parto” que quiere decir cortar (en el parto se corta el cordón umbilical) y quiere decir viajar, partir, ir a un mundo nuevo. La misma palabra (parto) la utiliza Jesús para explicarnos la Pascua (Cf Jn 16,21).

Nosotros salimos de un lugar cálido que es el vientre de nuestra madre, cómodo, donde nadamos plácidamente y de pronto nos enfrentamos con este mundo, el oxígeno, la luz que son elementos hostiles a nosotros. Somos arrojados a la existencia. Todos nacemos llorando, en eso somos todos iguales. Pesamos unos tres kilos, necesitamos totalmente de los demás. Nadie es autosuficiente al nacer. Aquí no hay reyes, ni papa, ni jefe, ni empresario: todos nacemos con la misma fragilidad.

Nacer duele, nacer cuesta. Nosotros no nos acordamos cómo era, pero nacer está dentro de nuestro corazón, de nuestro pecho. Lo mismo que se da acá se da en la muerte. Es otro parto, es un parto diferente. Es otro corte y es otro viaje y es otra pascua. Nuestra vida está entre estos dos fenómenos fundamentales, que tienen que ver con el cuidado porque al estar llorando hay alguien que me abraza, que me habla. La escucha es el primer sentido que se desarrolla en nosotros. Nosotros no entendemos lo que mamá dice, no entendemos. Supongamos que el mensaje que nos dice mamá cuando nos habla es: sos bienvenido, tenés un lugar en el banquete de la vida, te estamos esperando, sos importante, acá estás, te damos la bienvenida.

Pensemos qué tremendo cuando este mensaje no se puede recibir. Si este mensaje no se puede recibir o se recibe de un modo distorsionado, de cualquier manera siempre hay alguien que nos alimentó, que nos llevó al pecho, que nos abrazó y que nos ayudó para adaptarnos a este mundo complejo y hostil, si no no hubiéramos podido sobrevivir, es imposible.

La clave es poder trasladar esta experiencia de haber sido cuidados: ¿cómo trasladarla a los hermanos y a la creación? Cómo ahondar en un estilo de vida, en una forma de vida que le dé prioridad a este modo de ser que es constitutivo nuestro porque nos acompaña toda la vida. No es solamente el trabajo, la acción que puede crear dominio, que puede crear poder, sino que es una dimensión de la existencia a la cual extrañamos poderosamente que es el cuidado, el respeto, la atención, la ternura, la compañía, el afecto. Toda esa dimensión de respeto, de vigilancia, de desvelarse por el otro, que implica salir de sí, eso es constitutivo del ser humano, lo que pasa es que está como bloqueado, está camuflado, como que no sale a la luz.

A mi modo de ver la clave está en lo que los pobres nos enseñan, la clave está no sólo en Laudato Si’ sino en Evangelii Gaudium cuando Francisco nos dice que los pobres son maestros… ¿qué quiere decir? Ellos tienen mucho que enseñarnos, dice el Papa, no solamente por el sentido de la fe sino porque participan de los sufrimientos de Cristo. Entonces, en el pobre, en el contacto con el pobre se me revela mi propia pobreza. En el pobre yo me acuerdo de que fui un niño frágil de tres kilos y medio, necesitado de todo, redescubro mi debilidad, mi fragilidad, mi impotencia, mi llanto, mi desvalimiento, mi necesidad de madre. Todo eso lo descubro cuando se me revela, dandome la posibilidad de cambiar este estilo de vida. Todo está vinculado, conectado, va a decir el Papa Francisco.

Es indispensable el contacto con nuestros pobres en una relación honda, personal, directa, no una relación mediada, una relación concreta donde yo aprenda, donde yo recree, donde yo pueda ahondar en mi experiencia fundamental y después trasladarla porque está como bloqueada.

La pregunta clave es: ¿En qué lugar tengo que ponerme para poder escuchar el grito del pobre y el grito de la tierra?

Sobre Francisco de Asís se escribieron varias vidas, muchas leyendas, como sucede con todos los grandes personajes de la historia. Una de ellas es la biografía de Celano[4] en la que se destaca la humildad de Francisco.

Ustedes saben que Francisco renunció a los bienes materiales respondiendo a un llamado del Señor. Siendo rico, renuncia a todo y se convirtió en un pobre más. Se le suman hermanos, pasa el tiempo y aún en vida de Francisco, la orden por él fundada se fue corrompiendo a punto tal que él mismo fue discutido dentro de su comunidad.

Entonces, cuenta una historia que no sabemos si fue tal cual, pero podría haber sido, en la que él emprende un viaje en una noche de un frío tremendo, en la que los pies se le ponían duros en el camino, lastimado, con hambre, hace una caminata larguísima, de una punta a otra punta de su región, de la Umbría, y cuando llega a una casa de su orden (que había sido su casa), toca la puerta, es tarde, tardan en abrirle, busca abrigo, calor, refugio, comida y le dicen, por una rejita: “¿quién sos? Ah, no te conozco, andate”. Insiste y pide por favor que se le abra la puerta, es su casa, ha sido su casa, él no podía pensar que le iban a cerrar la puerta. El de adentro le vuelve a decir que no lo conoce: “andate”.

Entonces Francisco de Asís vuelve adonde había empezado su vocación, al leprosario. En aquel tiempo los leprosos eran los pobres más pobres, imagínense hoy pobres entre los pobres, nadie se juntaba con ellos, pero ahí había nacido su vocación. Porque no tenía más remedio, porque en su casa no lo reciben, se va de nuevo al leprosario donde sí lo reciben. Así empieza a sentirse en paz, empieza a sentir calor, empieza a sentirse en casa, se olvida de todo, perdona a todos, se ubica en el eje del cuidado entendido ya como suprema humildad que da alegría.

El tema de la ecología integral y cómo lo llevamos adelante desde la vida cotidiana en la educación, en la cultura, requiere de una espiritualidad que tiene una fuerte motivación, una espiritualidad que está relacionada con la pobreza. Sólo a partir de allí podemos plantear el aprendizaje concreto de la experiencia fundamental del cuidado.

  • El Cuidado como tarea del futuro de la Iglesia

El Papa nos ha querido elegir a mí y a Monseñor Macín, que es el Obispo de Reconquista y trabaja en ENDEPA, porque nosotros recibimos inmediatamente por nuestra selva chaqueña, por el acuífero guaraní, los ecos concretos de lo que puede ser este Sínodo. Es muy conmovedor poder participar en este momento de vida de la Iglesia, pero también es de una gran responsabilidad.

¿Qué tenemos por delante? Llevar a la vida cotidiana de nuestras comunidades el cuidado de la casa común. Eso se traduce en una nueva conciencia de ecología integral, que tiene que ver con conocer la naturaleza, saber cómo proteger y cuidar la tierra, pero también con el cuidado y la atención de los más pobres. En la medida en la que nos acercamos a los pobres y nos dejamos tocar por sus necesidades, (que podemos comprender bien porque todos somos seres humanos con fragilidades), podremos colaborar con el cuidado de los hermanos, integrando la cadena de ecología integral. Tenemos mucho por hacer: nuestra catequesis, nuestro trabajo en Caritas, nuestra pastoral juvenil, todo tiene que permearse con esta conciencia de cuidado, que es un “signo de los tiempos” (GS 4) y de la que depende nuestro legado a las próximas generaciones.

[1] LS 1-2.

[2] LS 2.

[3] Recuerdo, cuando yo era muy joven, la predicación del obispo de Recife, monseñor Helder Cámara, un hombre santo, un hombre de Dios, un  profeta que ya en los años ´60 había hecho una denuncia frente a una fábrica de productos químicos que estaba envenenando el océano e impedía el trabajo de sus pescadores.

[4] Tomás de Celano,  c. 12601270 fue un fraile italiano medieval de la orden de los Franciscanos (orden de los frailes menores), además fue un poeta autor de tres hagiografías sobre San Francisco de Asís. Escribió dos vidas de Francisco de Asís Vita prima S. Francisci (1228/1229): se trata de una biografía de carácter histórico. Vita secunda S. Francisci o Memoriale in desiderio animae (1246/1247): conocida como Memoriale, más bien hagiográfica, muestra la imagen de Francisco que la Orden franciscana quería promover. Ver: San Francisco de Asís. Escritos. Biografías. Documentos de la época, Madrid, BAC, 2018.

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