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Encuentro 7: La audacia de la Caridad – Beatriz Ballario

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Encuentro 7: La audacia de la Caridad – Beatriz Ballario

Beatriz Ballario

Para comenzar, quiero señalar algunas ideas sobre el tema de la audacia de la caridad:

– No hay nada nuevo: las primeras comunidades cristianas son el ejemplo más claro de la audacia. Se reunían, todo lo ponían en común, no había pobres entre ellos porque todo se compartía, eran perseguidas y buscaban la manera de poder juntarse para seguir proclamando el mensaje de Jesús. De hecho, Pedro y Santiago, cuando le dan de comer al mendigo que pedía limosna, fueron inmediatamente perseguidos. Podemos decir que desde ese entonces hay una audacia en la caridad, que implica muchas veces la persecución. Las comunidades reciben un impulso misionero.

– No hay nada que inventar: todos los carismas de las congregaciones religiosas, de sociedades de vida apostólica, han tenido en sus fundadores una gran audacia. Pensemos en Don Bosco, San Francisco, San Vicente de Paul, Don Orione etc. ¿Qué habrán pensado los que estaban alrededor de estas personas que pudieron dar una respuesta a una realidad de pobreza y fundar una congregación?

– No hay nada que no se sepa: siempre la audacia se enmarca en un contexto social, político, económico, eclesial.

Para seguir profundizando, quería resaltar dos conceptos. Por un lado, el de pobreza persistente, aquella pobreza que atraviesa varias generaciones y persiste en el tiempo. A pesar de las mejoras políticas, económicas y sociales que se pudieron haber dado, la situación de un núcleo de gente sigue siendo la misma. Por otro lado, esta palabra que empezó a aparecer hace un tiempo y es la aporofobia. Es decir, el miedo, rechazo y aversión hacia los pobres que en muchos casos termina generando el odio hacia los pobres.

Una de las causas de esta fobia es la meritocracia: “los pobres son pobres porque quieren, no quieren trabajar”, “son los planeros, quieren vivir del estado.” Son frases que escuchamos mucho e incluso dentro de la misma iglesia. Las causas de por qué las personas son pobres, aparece acá como que no tiene nada que ver. El concepto es que es por voluntad propia y por mérito uno puede salir de la pobreza.

Volviendo al concepto de aporofobia es necesario aclarar que no es lo mismo que xenofobia. Esta última es el rechazo al extranjero. En cambio, la aporofobia puede surgir de un sesgo ideológico (meritocracia), por una disonancia cognitiva (incomodidad de tener pobres cerca y no hacer nada por cambiar su situación) o prejuicios (falta de conocimiento real del otro). Sea cual sea la causa, está presente en nuestra sociedad y también lamentablemente en algunas de nuestras comunidades: el juzgar a los pobres.

Con respecto a la temática central del texto, por un lado, el significado de audacia (creatividad e ingenio) es la valentía, fuerza, coraje y atrevimiento para actuar, afrontar riesgos y superar los fracasos que impiden realizar un proyecto. “Es el arrojo evangélico que deja huella en esta vida” (Alégrense y regocíjense número 129). Por otro lado, la Caridad, para los cristianos, es una virtud teologal. San Pablo en 1 Corintios 13,13 dice: “Ahora permanecen estas tres cosas: fe, esperanza y caridad, pero la mas excelente de ella, es la caridad”. Todo el mensaje de Jesús tiene que ver con la caridad, con el amor. A veces es una palabra que para los que no son cristianos es asociado a señoras gordas, o sociedad de beneficencia. A lo largo del tiempo se fue haciendo una palabra disminuida, muchas veces asociada a Cáritas, a dar limosna y entonces se le fue quitando sentido a la palabra.

El texto de Lucas 8,26-39, nos permite reflexionar sobre ello.

Para desglosarlo lo recordamos:

Sanación integral de Jesús a un hombre oprimido

Luc 8:26 Llegaron a la tierra de los gerasenos, que se halla al otro lado del lago, frente a Galilea.

Luc 8:27 Acababa Jesús de desembarcar, cuando vino a su encuentro un hombre de la ciudad que estaba poseído por demonios. Desde hacía mucho tiempo no se vestía ni vivía en casa alguna, sino que habitaba en las tumbas.

Luc 8:28 Al ver a Jesús se puso a gritar y se echó a sus pies. Le decía a voces: “¿Qué quieres conmigo, Jesús, hijo del Dios Altísimo? Te lo ruego, no me atormentes.”

Luc 8:29 Es que Jesús ordenaba al espíritu impuro que saliera de aquel hombre. En muchas ocasiones el espíritu se había apoderado de él y lo había llevado al desierto. En esos momentos, por más que lo ataran con cadenas y grillos para someterlo, rompía las ataduras.

Luc 8:30 Jesús le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?” Y él contestó: “Legión.” Porque muchos demonios habían entrado en él;

Luc 8:31 y rogaban a Jesús que no les ordenara volver al abismo.

Luc 8:32 Había en ese lugar un gran número de cerdos comiendo en el cerro. Los demonios suplicaron a Jesús que les permitiera entrar en los cerdos, y él se lo permitió.

Luc 8:33 Salieron, pues, del hombre para entrar en los cerdos, y toda la piara se precipitó de lo alto del acantilado, ahogándose en el lago.

Luc 8:34 Al ver los cuidadores lo que había ocurrido, huyeron y llevaron la noticia a la ciudad y a los campos.

Luc 8:35 La gente salió a ver qué había pasado y llegaron a donde estaba Jesús. Encontraron junto a él al hombre del que habían salido los demonios, sentado a sus pies, vestido y en su sano juicio. Todos se asustaron.

Luc 8:36 Entonces los que habían sido testigos les contaron cómo el endemoniado había sido salvado.

Luc 8:37 Un miedo muy fuerte se apoderó de ellos y todo el pueblo del territorio de los gerasenos pidió a Jesús que se alejara. Cuando Jesús subió a la barca para volver,

Luc 8:38 el hombre del que habían salido los demonios le rogaba que lo admitiera en su compañía.

Pero Jesús lo despidió diciéndole:

Luc 8:39 “Vuélvete a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti.” El hombre se fue y publicó en la ciudad entera todo lo que Jesús había hecho por él.

Entonces, ser audaces en la caridad implica:

◊ 26 – Salir a las periferias y fronteras. Las periferias son los que no están. Los lugares de inhumanidad. Inserción social y territorial (desembarca). Jesús llega con otros a tierra de los gerasenos. Estos eran paganos, por lo tanto no sería bien recibido. Ahí hay un movimiento de Jesús de pasar de un lugar a otro. Para ser audaces en la caridad es necesario tener una inserción social y territorial con un pie en la realidad y otro en la reflexión teológica/pastoral.

◊ 27 – Hacerse débil con los débiles. Encarnarnos en los límites humanos.

◊ 28 – Escuchar (sensibilidad) sus clamores. Los jóvenes que se acercan a nuestros centros vienen con tantas necesidades y dolencias, que podemos asociarlo con este endemoniado, poseído de tantos pesares. En el hombre había un clamor

◊ 29 – Repensar lo comunitario y sus expresiones a la luz de los nuevos y complejos contextos. Las realidades cambian y se complejizan; necesitan ser discernidas. La opción por los pobres implica una opción sería de lo comunitario. La única respuesta que tenia la sociedad en ese momento, era ponerle cadenas y grillos, era una contención muy similar a la represión.

◊ 30 – Establecer con los otros una relación de presencia, cercanía y vínculo. “El mundo no quiere llorar: prefiere ignorar las situaciones dolorosas, cubrirlas, esconderlas” (GE 75). Jesús le pregunta cuál es su nombre, personaliza y reconoce su dignidad. Nosotros no ocultamos el llanto, lloramos con los mismos jóvenes con los que nos relacionamos.

◊ 31-33 –Buscar el bien del otro y liberarlo de sus ataduras. Es importante que se dé una reciprocidad en la que nosotros reconozcamos que también tenemos ataduras. Participar de sus dolores, alegrías, logros, avances y recuperaciones.

◊ 34 – Animarse a ir más allá de lo conocido. ¿Solos? Jamás, siempre en equipo. El trabajo con otros nos enriquece la mirada, completa nuestros saberes y potencia nuestras acciones.

◊ 35 – Una incansable búsqueda de respeto a la dignidad de la persona. “Uno de los desafíos mayores de la pastoral actual es, pues, devolver a las personas las razones de vivir” 188. Encontraron al hombre sentado a sus pies (pacificado), vestido (dignidad recuperada) y en su sano juicio (protagonista de su propia vida).

◊ 36-37 – Proponer un proceso que va del vacío existencial, a la existencia comunitaria. Poner a la comunidad en actitud de respuesta. No tener miedo: 2 Tim 1,5-7 “Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino de fortaleza, amor y buen juicio”.

◊ 38-39 – Arriesgarse a ir a contracorriente… caminar, “patear” con equilibrio. En nuestro servicio debemos poner Corazón, amor verdadero por el otro. Cabeza, es decir, ser inteligentes, astutos como serpientes y sencillos como palomas, ser creativos. Coraje, algo que tantas veces nos falta, incluso como iglesia. Cuidado, no solo hacia los otros, sino también, hacia nosotros mismos. En la medida que nosotros no nos cuidamos, estamos ansiosos, nerviosos, descuidamos cosas que son importantes en nuestra vida, con ese estado no ayudamos mucho al otro que no viene pacificado. Hacer un análisis critico, reflexivo y orante de la persona y su contexto.

◊ La fiesta. Para celebrar las conquistas solidarias frutos de la organización y el protagonismo de los más pobres. Es importante que nadie nos quite la alegría y podamos festejar las conquistas pequeñas y grandes.

Con su actuación Jesús denuncia toda la injusticia y opresión que sufría ese hombre y a todo el sistema social que lo mantenía de esa manera. También consideramos clave no perder de vista las causas de las injusticias, de las pobrezas, preguntarnos siempre por qué hay pobres.

Puebla 1159: “Comprometidos con los pobres, condenamos como antievangélica la pobreza extrema que afecta a numerosísimos sectores en nuestro continente”

Por último, dejaremos algunas cuestiones planteadas:

◊ Lo territorial, lo comunitario, articular prácticas de articulación territorial y pastoral

◊ ¿Cuánto tienen de acogedoras, cercanas, comprensivas nuestras comunidades para que las personas se acerquen?

◊ El equipo: escucha, cuestiona y revisa sus prácticas, acuerda criterios de intervención, divide roles y funciones. Los otros nos complementan.

◊ Repensar el concepto de compromiso, reinventarlo. En los años 70 había un gran compromiso social. Se hablaba de intelectuales comprometidos, militantes comprometidos, cristianos comprometidos. La acción en ese entonces era fruto de la reflexión ideológica y teológica. Hoy tal vez el compromiso es menos utópico, político, revolucionario o escatológico, pero no por eso menos urgente.

◊ Tal vez la revolución que tenemos que hacer hoy, es la de la acogida a todas las sensibilidades, entendida como un estilo de vida solidariamente sintiente que mantenga vivo, despierto, atractivo un sentido de justicia, de verdad, de libertad y de cambio.

 

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