Encuentro 5: Daniela De Miceli y Jimena Gutiérrez – El tiempo en el centro barrial
Daniela de Micheli y Jimena Gutiérrez
En este apartado vamos a trabajar y reflexionar sobre cómo utilizamos el tiempo en el acompañamiento a los chicos. Después de varios años de trabajar y ver a los pibes un día intentamos sistematizar algo de lo que hacemos, por supuesto atravesado por nuestro marco teórico, pero tiene que ver con la práctica.
Para empezar pensamos en describir qué es el Centro Barrial para nosotros. Es un lugar alojador, que da lugar, que lo ofrecemos como otro disponible y dispuesto, cada uno de los que participamos de ese lugar estamos centrados en el sujeto, lo que nos importa es el otro, el que viene, no la sustancia. Es un lugar donde se genera un encuentro con el otro y no apuntamos al control sino a acompañar procesos autónomos. Acompañamos al otro en su caminar. Ahora, ¿por qué decidimos hablar de acompañamiento?
En primer lugar, poder pensarse en que todos somos acompañantes, más allá de las disciplinas de cada equipo el psicólogo, el trabajador social, el operador. Todos decidimos llamarnos acompañantes porque: “para señalar el encuentro de los diferentes actores comunitarios que conforman el equipo a la hora de intervenir con la persona que se acerque al Centro Barrial con el fin de reconstruir el lazo social. Este acompañamiento tiene que ver con este sostén, con generar espacios más amorosos, más cuidados donde al principio todo es más literal. El sostén tiene que ver con llegar, realmente a acompañar al otro con el cuerpo, darle un lugar donde bañarse, donde comer y de a poco eso se va convirtiendo en un lazo, en un vínculo más a nivel simbólico.
Al principio, el acompañamiento es realmente con el cuerpo. Por un lado, decimos que con el acompañamiento construimos o ayudamos a construir el lazo social. Facilita el lazo social que es adonde apuntamos, pero ¿qué es el lazo social? Es un sostén, es una trama vincular que nos corre de la soledad del consumo problemático. Con los lazos sociales se construye subjetividad. Hablamos de un sostén que nos corre de la soledad del consumo problemático, no de todo consumo; hacemos una diferenciación entre cualquier tipo de consumo y el consumo problemático.
En el Centro Barrial, generalmente más allá de que trabajamos con toda la problemática que tiene que ver con el barrio, la problemática de consumo es el problema que más se acerca al Centro Barrial y se los presentan generalmente el consumo de paco y en situación de calle. Para trabajar con esto, apuntamos a generar lazos sociales promoviendo actividades, encuentro con otros. ¿Cómo lo hacemos? Lo hacemos estableciendo rutinas. Hay que empezar a pensar cómo llegan estos chicos. Nuestros pibes llegan, como comúnmente decimos, “rotos”. Vienen de situación de calle donde hay muy poca simbolización, no tienen ningún tipo de red y en esa situación es donde recién atraviesan la puerta del Centro Barrial.
Los chicos vienen hasta con una cuestión física. Alguien de la calle sobre todo en los barrios más marginales, que viene todo sucio, con la capucha, una cosa muy corporal de aislamiento, prácticamente no hablan, le decimos el pibe del volquete. Es recibirlos, darles un lugar para bañarse, para comer, una taza de mate cocido y de a poco empezar a generar este lazo, este vínculo, incluir la palabra, que pueda empezar a circular algo de esto.
En el acompañamiento podemos observar que se van desarrollando diferentes tiempos. Cada tiempo es subjetivo y no cronológico. Nos demandará diferentes intervenciones poniendo a prueba nuestra creatividad y nuestra plasticidad a la hora de revisar nuestra práctica cotidiana. Cuando el chico viene, cuando hablamos de estos chicos en situación de calle, no es que nosotros los invitamos a entrar, que cumplan horario de 10 a 16, la realidad es que los vamos esperando, vamos esperando sus propios tiempos. Lo que primero que hacemos es invitarlos a entrar, tal vez servimos un desayuno, la posibilidad de bañarse, de cambiarse de ropa.
Muchas veces algunos vienen solo una hora, dos horas y otros empiezan rápidamente a instalarse. Por eso esto de la plasticidad que es el Centro Barrial, no le pedimos tenés que entrar a determinada hora, salir a determinada hora, no. Los tiempos los va dando él y nosotros estamos atentos ahí para ver cuándo intervenimos. Esto no es una receta: tiempo 1, 2, 3, el pibe tiene que estar en esta instancia, pasar por acá. No hay receta en la que el chico tiene que ir encajando en la etapa para ir avanzando en el tratamiento. Es creatividad para cada uno, para cada caso.
Por supuesto que no es una posición cómoda para el equipo porque todo el tiempo hay que estar repensando para cada caso en particular, lo que me funcionó con este después no funciona. Genera incomodidad esta situación porque a veces uno pregunta y pregunta y no hay siempre tantas respuestas pero para eso está el equipo y poder empezar a generar estas discusiones. Y así pensamos en este Primer Tiempo.
En este primer tiempo el Centro Barrial es fundamentalmente un lugar donde pasar el tiempo sin consumo, un ordenador que lo diferencia de la calle, que se comienza a inscribir algo del orden y del tiempo. Inscripciones perdidas en tiempo de consumo y calle. ¿Cómo lo hacemos? Establecemos una rutina. Hay algo muy especial, muy particular cuando los pibes llegan, las conversaciones… no es que entran al consultorio de la psicóloga y están 45 minutos charlando, no. Entran, les ofrecemos un desayuno, un espacio para poder compartir, generalmente son reacios a hablar. Hay que empezar a generar este lazo, hay que empezar a hablar, empezar a preguntarles, empezar a invitarlos a participar de diferentes actividades.
Ahora, ¿por qué volver a enmarcar la rutina y e inscribir cuestiones relacionadas al tiempo? Vamos a verlo con un ejemplo. En una entrevista con una chica le empiezo a preguntar los datos y después de charlar un rato, me pasa su fecha de nacimiento y me dice cuántos años tiene. Cuando me dice la edad me dice 34, tengo 34. Yo miraba la fecha de nacimiento y veía que tenía que tener 35, le digo “tenés un año más”, me dice no y no por mentir, estaba segura. Tuvimos que hacer la cuenta con la fecha de nacimiento y me dice “ah, entonces me olvidé un cumpleaños”. Como pasó tanto tiempo en la calle se le “olvidó”. Realmente no registró que pasó un año más y, por eso, estaba convencida que tenía un año menos. Entonces, no está esta inscripción del tiempo, se pasa porque pasa.
Y por otro lado el espacio. El espacio también se ve afectado. En la calle se come, en la calle se orina, se defeca, tienen relaciones. Hay algo del espacio que también está complicado. Con eso es como vienen al Centro Barrial, por eso decimos es importante de a poquito poder tratar de que esto se vaya inscribiendo. Por supuesto que es amoroso pero no es tan sólo amoroso cuando uno lo invita a comer, a bañarse, a decirle “che, me parece que estás lastimado”, “¿no tenés ganas de que te acompañemos a ir al Centro de Salud?”.
Es empezar a decirles que alguien los está mirando, que alguien los está escuchando, que es un cuerpo que se toca y nos preocupa. En la calle no hay registro de esto, hay toda una intencionalidad nuestra cuando estamos haciéndolo. A veces, los horarios suenan caprichosos, hasta esta hora es el desayuno, hasta esta hora es el almuerzo, pero no es capricho, tiene que ver con esto, con empezar a marcar algo del orden, de la rutina. “Ahora tenés que esperar, terminó el desayuno, en una hora comemos”.
Esto tiene una lógica más allá de que, por supuesto, toda organización requiere de una rutina y un orden sino sería un desbande, además de eso, tiene otro sentido que es el de recuperar las inscripciones perdidas.
También el poder empezar a participar en alguna actividad, como grupos y talleres, donde puede empezar a circular la palabra, donde se empiezan a jugar otras cosas y donde, fundamentalmente, los pibes pueden empezar a hacer algo diferente. Igual, debemos aclarar que cuando hablamos en este primer tiempo de que participen en grupos o talleres, no es que el chico termina de desayunar y va a participar de un taller o de un grupo, no. Esto no ocurre. Es empezar a invitarlos y saber que en general no van a ir en este primer tiempo y, cuando van, muchas veces pueden estar cinco minutos, diez minutos. No pueden estar toda la duración del taller. Por eso, si bien hacemos hincapié en los talleres y grupos, no está todo el día programado con talleres con actividades para que los pibes hagan, hagan, hagan.
También tenemos la convicción que el estar sentados, tomando mate, charlando, preguntándose, conociéndose es una apuesta al lazo, una apuesta al lazo social y no es tiempo perdido, es tiempo invertido, de encuentro con los otros. El Centro Barrial es fundamentalmente esto, es encuentro con los otros. Empezamos marcando y respetando tiempos de inicio y de fin. En los grupos, a tal hora se empieza a tal hora se termina para poder ir de a poquito marcándolo. Es un camino a recorrer. Por ejemplo, en un grupo uno se para y se va, otro se va a fumar un pucho y es muy difícil sostener ese espacio. Aunque no se sostenga, la apuesta siempre tiene que ser ésta porque en algún momento esto se va a inscribir, hay que esperar. Estas actividades ayudan a generar lazo social que en un primer momento nos encuentra como producto del consumo problemático.
En esta etapa hay muchas idas y vueltas, cuesta sostener espacios terapéuticos individuales, no tiene valor la palabra, no hay relato, no hay historización; pero sí la solución que ofrecía las drogas fracasa. Y, seguramente, es por eso que recurre a nosotros. ¿Qué queremos decir con esto? Cuando decimos no hay relato, no hay historización, por supuesto que el chico se sienta y habla pero en ese hablar, no hay un por qué, no hay una causa. Cuenta cosas pero no puede relacionar. Algo muy común es que te diga “me gusta la droga” ¿por qué? “porque me gusta”. Y cuando empezás a escuchar el relato y seguís preguntando: “¿cuándo empezaste a consumir?, ¿a qué edad?”. A tal edad. Y empieza a preguntar uno: “¿qué estaba pasando en ese momento?”. Y uno ahí empieza a tejer algo de la historia, cosas que tal vez no se habían preguntado.
Un caso particular, que puede ilustrar esto: trece años, la madre había fallecido, se encontraba casi en situación de calle porque el padre estaba alcoholizándose, la abuela apenas podía cuidarlo; entonces había algo, no es “me gusta la droga”. Y eso es muchas veces la escucha responsable, ética que lo marca y dice “ah bueno, algo estaba pasando”. Y después decimos “la solución que ofrecía la droga fracasa”. Sí, porque la droga es una solución, por algo se consume, funciona como solución.
Por eso, en lo personal, no me gustan los slogans y las propagandas “no a las drogas” porque el que consume dice “pero si a mí me sirve” porque es una solución, viene a solucionar eso que no tengo otros recursos para solucionar. Estos slogans ponen, el acento en la droga y no en el sujeto. Cuando decimos que esa solución en algún momento fracasa, es en ese momento que tenemos que intervenir. Ahí tenemos que estar nosotros tratando, a modo de león, al acecho, de encontrar ese espacio.
Podemos pensarlo como una oración, un relato algo que está entre paréntesis, ahí hubo una pausa, ahí fracasó y ahí tenemos que estar nosotros a modo de cazador para proponerle algo, para hacer una apuesta. Así, un chico que estuvo mucho tiempo en situación de calle, cuando llega dice que tiene frío, que no tiene dónde dormir y uno lo mira y dice “hace dos años que vivís en esta situación”. Esto de que la droga ya no ofrece la solución es el movimiento para que a este pibe le empiece a hacer ruido estar en calle, tener frío, querer hacer algo, ahí es donde podemos realmente empezar a operar.
En esta instancia el equipo tiene que estar atento y saber diferenciar los casos de emergencia de los que no lo son, no dar respuesta a todo. La emergencia, riesgo real de vida, requiere atención inmediata. ¿Cuál es la emergencia? Llega el pibe, por ejemplo, lastimado y en consumo y quiere un lugar para estar. Primero hay que poder separar, tal vez la respuesta más inmediata sea proponerle un acompañamiento al hospital para curar esas heridas, ofrecerles el parador como algo más intermedio (en lugar de la casa amigable, que puede no ser la primera respuesta). Porque a veces cuando llega la demanda es mucho, uno tiene que separar cuál es la emergencia y no querer dar respuesta por la misma desesperación que le genera a uno, al que está escuchando que necesita en algún punto sentirse completo y dar respuesta porque uno las posee. No, no las tenemos todas y esto es responsabilidad y también ética del equipo saber decir “no, hasta acá”; o, “esto es lo apropiado, hay que esperar”.
Un Segundo Tiempo, una vez que se pueden ver estas instancias inscriptas, lo que señalamos para el primer tiempo, podemos observar reclamos para hacer cumplir las pautas de convivencia. Esto es lo más lindo cuando uno está ahí y puede ver los cambios. Un pibe que había llegado roto, después de lo difícil de empezar a hablar de las reglas, de los espacios, de los tiempos, en un tiempo ya transcurrido que ya está en el Centro Barrial (un tiempo subjetivo no se puede especificar cuánto), empieza a marcar cómo los nuevos no están cumpliendo. Y esto es maravilloso porque ese trabajo empieza a partir de ver esto de los pibes cómo se van quejando de cosas por las cuales ellos también han pasado. Es una etapa de conflicto ya que los conmueve a la relación con los otros. Empiezan a ser afectados, ya no estamos en esta relación auto erótica con la pipa, ellos con el objeto; ya hay otros.
Ahora, al estar inscripto este lazo empiezan a estar conmovidos. El otro molesta y también está bueno estar con otro, empieza a molestar porque es otro diferente. Y ahí empiezan los problemas con los pares del Centro Barrial, con las autoridades del Centro Barrial, con su familia porque es en esta etapa cuando empiezan a revincularse. Muchas veces han perdido contacto con la familia y el primer encuentro es maravilloso, las madres contentas los abrazan, son todos felices.
Después empiezan también los problemas. Muchas veces desde la familia lo ven bien y esto de “bueno, empezá a trabajar, empezá a estudiar”, ahí empiezan los reclamos y en eso hay que estar también ahí, poniendo el cuerpo.
Comienza la demanda de qué hacer con el tiempo libre, todo lo anterior no alcanza, o sea la rutina, venir, estar, sostener ya queda corto, hay algo más que se demanda. Se plantea junto a él actividad por fuera del Centro Barrial, poder pensar en terminar el colegio o hacer un curso de oficios. Es el momento también de organizar algo de los trámites, tener el DNI, algunos temas de salud, volver a vincularse con la familia. Empieza algo más, ya no es sólo venir y estar acá, no consumir durante ese tiempo sino que empieza la demanda “bueno y ahora ¿qué más hago?”. Y en ese momento también, insistimos, la importancia de la escucha, uno tiene que estar muy atento cuando empieza este tiempo porque si uno está desatento y lo deja pasar puede ser iatrogénico; empezamos a ser nosotros los que obstaculizamos su camino.
Entonces en esta etapa, en este momento es importantísimo estar ahí a la altura de las circunstancias. Para quienes continúan participando de los talleres del Centro Barrial éste se convierte en un espacio con mayor mundo simbólico y lúdico con la posibilidad de convertir alguno de los talleres en algún micro emprendimiento. Esto no es para todos ni es siquiera obligatorio, puede surgir, lo planteamos hasta como un deseo, que algo de esto ocurra. Se puede pensar y sostener un espacio terapéutico en el Centro Barrial o derivación por fuera. ¿Por qué es esto? Por que ya hay inscripción del tiempo y del espacio, ya empiezan a historizar y en esta historización es donde pueden sostener estos espacios individuales, donde podemos hablar recién ahí de un tratamiento propiamente dicho, hay algo que puede historizar.
Demandan salir del parador, buscar un lugar propio, ayudar a que se gestione el subsidio. Es aquí también donde podemos pensar en un ingreso a los planes que ofrece el Ministerio de Trabajo no sólo como una instancia previa al trabajo formal sino como actividades que fortalecen el lazo social pasando a un Tercer Tiempo. Esta demanda de salir del parador, también es muy importante.
Si vemos el Primer Tiempo, el parador era una solución: daba la posibilidad de salir de la calle. En el Segundo Tiempo también vuelve la responsabilidad del equipo de estar atentos y tener cuidado porque el parador que en el Primer Tiempo es facilitador, en esta etapa termina siendo obstaculizador porque el pibe empieza con una vida, una rutina, una cita o entrevista laboral o acompañamiento a otros pibes y el parador es muy estricto con respecto a los horarios entonces empieza a ser obstáculo para que él continúe con su vida. Entonces ahí sí hay que empezar a pensar, junto al pibe por supuesto, otro lugar donde poder estar.
Es preciso que hagamos una aclaración en relación a los planes del Ministerio de Trabajo. Si bien lo pensamos en esta instancia siempre hay alguna excepción. Por ejemplo, llega una mamá en una situación muy vulnerable en la que necesita realmente una ayuda económica la anotamos al principio, no es una receta: “como vas en el Segundo Tiempo acá no te anoto en el plan del Ministerio de Trabajo porque no es el momento”. Uno tiene que evaluar caso por caso cada situación, si viene una mamá que necesita por el motivo que sea se lo anota, hay una excepción. Además, si bien estamos puntualizando en los casos de pibes y pibas con problemas de consumo, al Centro Barrial van todas las problemáticas. Si hay que alojar a una mamá con hijos que se quedan en la calle obviamente no vamos a estar pensando en los tiempos, esto está claro. Nosotros la alojamos aunque no tenga una problemática de consumo y en esto del Ministerio no esperamos tiempos, ahí hay que salir a acompañar esas vidas.
Pero, volviendo a nuestro tema central, hay un Tercer Tiempo para ordenar, para desplegar y continuar trabajando: sentido de la responsabilidad, cumplir con horarios y rutinas y que empiecen a manejar el propio dinero. Acá le empezamos a pedir que ellos mismos acompañen a sus propios compañeros que vienen más vulnerables más rotos a hacer otras actividades, por ejemplo, llevarlo a la salita porque por ahí el pibe solo no se banca, en una primera instancia entonces le pedimos a alguno que lo acompañe. Que empiecen a manejar su propio dinero, esto también es una realidad.
Nosotros apostamos a que puedan vivir autónomamente, es una apuesta justamente ayudarlos con eso. El encuentro con el dinero es importante. Cada chico, por supuesto tiene su impronta, es lo subjetivo lo que nos va determinando, pero siempre apostando a la autonomía. Si sale mal, se gastó lo que era para todo el mes en el primer día, estar ahí bancando, será así, no por esto voy a controlarle el dinero, a eso nos referimos.
Tendrá que encontrarse con esto porque justamente en este tiempo es donde se incrementa la aparición de angustia y de ansiedad en relación a las nuevas actividades, en relación a los nuevos encuentros con los otros, a las responsabilidades y aparte en el manejo del dinero.
La desesperación del día de cobro, la desesperación que traen los pibes “tengo toda la plata en el bolsillo”. Esto genera mucha angustia y mucha ansiedad y habrá que acompañarlo. Como toda ansiedad y como toda angustia tiene sus temas, generalmente, puede ser antes también, se da más la vuelta al consumo. Nosotros decimos “vuelta al consumo” y “recaída”. Hablar de recaída es de mucha culpabilidad y apostamos a un sujeto enlazado, con un lazo con otros, en la recaída lo vemos como objeto, desde la culpa, desde la frustración. Y hablar de “vuelta al consumo” creemos que da la posibilidad de historizar, de preguntarse qué pasó y seguir con la vida como viene. Vemos ahí que hay un corte porque con el consumo pueden parar, hay algo por lo cual se dieron un tiempo, se para y en general vuelven al Centro Barrial diciendo y contando qué pasó. Allí, los llevan a su espacio generalmente con angustia y empiezan a relacionar el hecho puntual que los llevó al consumo, no con el exceso de otros tiempos.
No se vuelve al Primer Tiempo, ya que ha habido una problematización del consumo, una pregunta construida en torno a esto. Generalmente se hacen muchas preguntas en relación a esto ¿no pueden volver al Primer Tiempo? en relación al consumo, como si consumir si fuera la misma cantidad sería lo mismo, no estamos hablando de otro tiempo y que aunque consuma y sean varios días, si pueden escuchar van a ver que hay algo que marca que hubo un corte, que pudo parar, que pudo volver a contar lo que pasó.
No vuelve parado en el mismo lugar que desde el primer día que llegó, se posiciona desde otro lugar y también nosotros darle ese lugar y seguir acompañándolo en esa instancia. No arrancamos de cero, todo el día en el centro barrial, hora de desayuno, hora de bañarse, estabas haciendo algo, manejabas tu propio dinero, “bueno te fuiste a consumir una semana, diez días, un mes, volvés bueno vemos cómo retomamos”. Por supuesto no se vuelve a empezar porque hubo un cambio de posición subjetiva, no es la misma persona que vino casi objeto y ahora es un sujeto atado a otro con un lazo.
Decía Floreal Ferrara, que la salud es la capacidad de ir resolviendo problemas y conflictos, eso es la salud para nosotros. Y ¿de qué se trata? que ese pibe tuvo algo que no pudo resolver, decide consumir pero lo trae problematizado, no es “me gusta la droga y no pude”. No. Hay algo que se pregunta y empieza a querer resolverlo, ese es el camino para nosotros y para Floreal de la salud.
Y simplemente creemos que todos nosotros, los de los equipos, somos esto que dice Eduardo Galeano “mucha gente pequeña en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo”
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