Gustavo Carrara, vicario episcopal para las villas de emergencia de la capital, es el nuevo obispo auxiliar de la arquidiócesis de Buenos Aires y Jorge García Cuerva, párroco de la villa La Cava, en San Isidro, fue designado obispo de Lomas de Zamora.
A medida que se van produciendo vacantes y nuevos nombramientos en el episcopado católico argentino también se nota el cambio de criterio impulsado por el papa Francisco que ha privilegiado en las designaciones a sacerdotes que tienen experiencia de trabajo pastoral con los sectores populares y que, varios de ellos, vienen compartiendo su vida con quienes viven situaciones de exclusión y padecimiento social. Por eso no sorprendió al anuncio del nombramiento de Gustavo Carrara, vicario episcopal para las villas de emergencia de la capital, como nuevo obispo auxiliar de la arquidiócesis de Buenos Aires, y de Jorge García Cuerva, párroco de la villa de La Cava, en San Isidro, como obispo de Lomas de Zamora. La trayectoria de ambos sacerdotes los sitúa en una línea pastoral de compromiso con los pobres, una de las características que Jorge Bergoglio pretendió imprimir a su gestión como máximo responsable de la Iglesia Católica.
Carrara, nacido en 1973 y sacerdote desde 1998 fue ordenado cura por el propio Bergoglio. Entre sus diferentes tareas en la ciudad capital se desempeñó en el santuario de San Cayetano (Liniers), entre 2003 y 2006, y desde el 2009 hasta la actualidad es párroco de la iglesia Santa María Madre del Pueblo, en la villa de emergencia 1-11-14 del Bajo Flores. Es también un teólogo que ha seguido de cerca la obra del papa Francisco, convirtiéndose en uno de sus propagadores. En un reciente libro que lleva por título “Francisco y los movimientos populares” (Editora Patria Grande, 2017), el ahora obispo escribió que “no hay miradas neutras de la realidad y Francisco elige mirar desde el Evangelio de Jesús”. Y agrega Carrara en el mismo texto que “es así que (Francisco) nos interpela a liberar nuestra mirada cautiva, encandilada por un mundo que se organiza en torno al poder, la riqueza y la codicia; y nos invita a hacernos prójimos de aquellos que más sufren” y, de tal manera, “nos llama a cuestionar la idea práctica dominante que afirma que algunos nacen con más derechos que otros”.
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