Todas las tardes, a las 18, se sienta con su mate frente a la cámara y propone reflexionar.
Celular, computadora, parlantes y televisor: tiene todo listo para su transmisión por Facebook. Cada tarde prepara unos mates y a las 18 en punto se sienta frente a la pantalla para conectar con quienes están del otro lado. Observa cómo sale, se acomoda el pelo y empieza preguntando: ¿Cómo están familia?.
Javier Di Benedetto es cura. Estuvo en la Catedral de Bahía Blanca y desde hace un tiempo vive en Médanos, donde —a raíz de la cuarentena— decidió hacer videos en directo.
—Te damos gracias Jesús por estar conectados. Podemos hacer misión: cada uno desde su casa, con una palabra. ¡Vamos todavía! A ser misioneros desde nuestros espacios —insta a quienes lo siguen por la red social.
Java, como suelen llamarlo, cuenta que tuvo que aprender cómo hacer una transmisión. Como una especie de profecía, unas semanas antes del aislamiento había grabado en vivo uno de sus programas que sale por una radio de Médanos, por lo que no tuvo que arrancar de cero. Asegura que para él es todo un desafío y busca aggionarse: de hecho incorporó hashtags que copia en un papel con los temas más importantes del día.
Cada encuentro virtual dura una hora. No se trata de una misa en vivo sino de un espacio sin estructura previa que comenzó como un divertimento y fue dando lugar a la reflexión.
—Las primeras transmisiones fueron momentos para divertirse y pasar el rato. Después, por los mensajitos que fui recibiendo y por la conciencia de lo que estamos viviendo, dije “puede ser un instrumento para dar un poquito de esperanza”, ya que hay muchas personas con miedo. Así dio como un giro hacia el esperanzar: se trata de animarnos en medio de tanto bombardeo informativo.
La idea no es original: hay muchos evangelizadores en las redes sociales. En el caso de Javier, sintió la necesidad de acompañar y estar acompañado. Sus encuentros son una mezcla de humor y reflexión, en los que nunca faltan la Biblia ni la guitarra para compartir algún tema.
Confiesa que a él que le gusta andar, la vida le cambió bastante. Ya no tiene misas presenciales, bautismos, reuniones de catequesis, trabajos en los barrios ni visitas a las casas. Todo se reduce a la convivencia consigo mismo y el encuentro con otros mediante la tecnología.
Si bien no puede “callejear la fe” —un término que copia del papa Francisco— en un sentido material, cree que este tipo de conexión también es una forma de misionar. De hecho, le permitió reencontrarse con mucha gente, como aquel vendedor al que le regaló un rosario en 2008 durante la peregrinación a Luján y hace poco lo emocionó con un mensaje por Facebook.
—Estoy teniendo muchos diálogos por llamadas y videollamadas de personas con inquietudes —dice Javier, quien al término de los videos se pone a disposición por si alguien quiere charlar alguna cuestión por privado.
La grabación la hace desde la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, donde vive solo a diferencia de Catedral, en la que compartía su rutina con otros dos sacerdotes de Bahía Blanca.
—Estar solo todo el día es bastante desafiante y es una gran oportunidad para ir hacia el interior. Este aislamiento me hizo cuestionar el aprovechamiento del tiempo. Estoy muy pensativo, revisando mi historia de vida, un ejercicio que suelo hacer pero se está intensificando. Son tiempos de sembrar o arar la tierra para después ver los frutos.
Tal como se ve de fondo en las grabaciones, de una pared cuelga una bandera misionera del grupo que integró antes de entrar al seminario. Señala que tiene un significado muy especial: el Jesús dibujado con un mate en la mano es para él el símbolo perfecto del encuentro. Cree que de eso se trata: encontrarse y conectar desde lo profundo aunque cada uno esté desde su casa.
La repercusión que tienen los videos no para de sorprenderlo: los ven entre 70 y 100 personas por día desde distintos puntos de Argentina, como Rosario, Lobos, Algarrobo, Punta Alta, Bahía Blanca, Junín y Tornquist, entre otros.
—Lo que más me sorprende es la conexión: no me refiero a los megas sino a la conexión del corazón. Hay gente que se prepara el mate, como hago yo, y se sienta a esperar el video. Algunos piden oración por alguna persona o comparten una canción, texto o película que les gusta, ya que el eje es que cuenten cómo están viviendo esta cuarentena.
Sus compañeros de ruta no se quedan afuera: varios sacerdotes elogiaron a Javier con “muy bueno esto que hacés”. Él se muestra muy agradecido con todas las muestras de apoyo y aclara que también está abierto a las críticas: “Ojalá reciba, me ayudan a crecer”.
Está convencido de que algunos cambios son necesarios, incluso dentro de la Iglesia. Así como Santa Lucía de calle Israel dejó de ser un lugar exclusivo de mayores (como recuerda de su infancia) para dar espacio al coro juvenil que lo acompañó en varias misas tras su ordenación, reconoce que muchas otras cosas deben transformarse. Retomando las palabras de Francisco, apuesta por una iglesia más humana, más cercana y más comprometida. Hoy, conectada por internet. Mañana, volviendo a “callejear”.
Las claves de Javier
Durante sus encuentros, suele hacer mucho hincapié en términos que considera vitales para la vida cristiana.
-Ir a lo concreto: “No tomemos como sinónimo de espiritual algo etéreo: a veces cuando a uno le dicen “una persona espiritual” imagina a alguien levitando a un metro del piso todo el día o por ahí esa imagen tenemos de los santos; y bueno no, Jesús (que es Dios) se hizo hombre, se hizo bien concreto: nació en un lugar, en una historia, en un contexto socio-político, con una familia, con un lenguaje, con una cultura. El cristianismo no es rezar y desentenderse de las cosas; el cristiano es una persona comprometida, como se ve en Don Bosco, en la Madre Teresa de Calcuta y en tantos santos”.
-Cuidarse y cuidar: “Es una palabra que ahora se pone de relieve: cuidar nuestra salud física y también nuestra salud espiritual y psicológica. Por ejemplo, recibimos mucha información y reenviamos todo (¡tantos memes!) casi sin pensar ni preguntarnos si al otro le hace bien o no. Hoy estamos redescubriendo que cuidándonos a nosotros mismos también estamos cuidando del otro”.
-Reconocer los prejuicios: “Cada uno de nosotros está habitado por prejuicios, el tema es reconocerlo. Tenemos un prejuicio acerca de cómo son ciertas cosas de la iglesia, pensamos que es todo sin emoción. Y retomando lo de concreto, Jesús se hizo humano y asumió todo, también las emociones, el humor, las miradas, no lo dejó fuera del plan: así que todo eso forma parte de nuestro lenguaje. Hay mucha gente que se conecta que no es estrictamente católica o por ahí no va a misa ni es practicante, y muchas veces pido perdón por si dejo a alguien afuera cuando trato algo específico; pero la gente se siente a gusto: algunos me han dicho que han redescubierto ciertas cosas de la fe, que no se imaginaban que era así”.
-Cambiar: “Se están dando cambios en la Iglesia, pero falta un montón. Francisco siempre habla de la cercanía con Dios y con el hermano, pero todavía somos bastante distantes y eso no suma. Son importantes la cercanía, la sensibilidad, la empatía y la apuesta hacia lo humano. Eso nos trae un montón de vida nueva; el compromiso social también está en el corazón del Evangelio”.
-Poner en práctica la reflexión y la introspección: “Son muy importantes y las tenemos olvidadas, postergadas. Hay una canción de Jesús Adrián Romero que se llama ‘Mundo interior’, que es bellísima y habla del cuidado. Tenemos una interioridad que cuidar: no soy psicólogo pero creo que mucho de nuestro nerviosismo, de ese estar acelerados y disconformes con la vida que llevamos, surge de descuidar nuestra interioridad, que se cultiva en el autoreflexión”.
Sus escritos
En este tiempo de aislamiento, Javier también escribió y compartió algunas de sus reflexiones:
– “Y no quiero creer que todo esto haya sido sólo un sueño”
– Coronavirus: pandemia y oportunidad.
Nota original: https://www.lanueva.com/nota/2020-4-3-16-5-0-javier-el-cura-que-transmite-en-vivo-por-facebook-y-anima-la-cuarentena