Mirando a las personas privadas de la libertad
Liliana
Casita Libertad – CABA
San Dimas, el buen ladrón, es el patrono de la Casa Libertad. Es el primer ladrón que le “roba” el cielo a Jesús. La Casa Libertad, a diferencia de los Centros Barriales, es un dispositivo específico que nació en Marzo de 2017 ante la necesidad de continuar acompañando a los pibes una vez que salen de la cárcel. Luego de haber caído presos y ser acompañados a través del Centro Barrial mientras estaban privados de su libertad tenían el riesgo al salir por no tener un lugar a donde ir.
Si bien es un dispositivo específico, chiquitito, sabemos que la tasa de reincidencia está en las primeras 48 horas. Se trata de esperar en la puerta del penal a alguien que estuvo preso y ofrecerle un lugar para vivir, para acomodarse al principio. O en el caso tener libertad condicional, la idea es seguir acompañándolos con la causa, es decir, brindarle espacio donde pueda encontrarse con un abogado que lo asesore, con una familia que lo abrace. Es un lugar para ponerse de pie poco a poco.
Cuando uno pierde la libertad, sobre todo, cuando está privado de la libertad durante mucho tiempo, hay que ir rompiendo cadenas internas. Es mucho miedo. No es casual que a muchos de los chicos que estuvieron acompañados mientras estuvieron presos, la libertad no les juega una buena pasada. Es un momento difícil, un momento en que hay que contenerlos mucho. Es lo que tratamos de hacer en la Casita Libertad: acompañar a los pibes que están presos.
Quienes los acompañan son la gente que trabaja en la casa, parte del equipo que viene acompañando hace más de 10 años y los mismos pibes que salieron de estar presos. Chicos que estuvieron presos, que estuvieron privados de su libertad, hoy acompañan a otros que están presos. Eso es muy interesante porque ellos ven, viven y saben lo que sucede cuando estás atrás de las rejas. Como parte del equipo podemos conocer, podemos acompañar, pero no lo vivimos. Logramos estos acompañamientos a través de un convenio que tenemos con el Servicio Penitenciario Federal donde podemos ingresar sin ser requisados con las debidas diligencias que tenemos para ingresar a los penales. En un lugar o un espacio diferente que puede ser la capilla cuando visitamos en Devoto o en Marcos Paz o en Ezeiza. Tenemos la posibilidad de bajar a varios de los pibes que están presos y compartir con ellos alguna oración, algún escrito del cuadernillo que hizo parte de nuestro equipo, y trabajar tanto de manera conjunta como individual.
La Casita Libertad entendemos que no solo acompaña al que está privado de la libertad, sino a la familia que también queda rota. La familia que sufre, que quiere acompañar y que no puede porque no tiene recursos. Se trata de acompañar a través de recursos materiales ya que algunos chicos no tienen la posibilidad de trabajar en el penal.
Es muy importante que reciban algo, un paquetito con una encomienda, algo de comida, ropa, artículos de higiene. Los chicos que son trasladados al interior del país son los que más sufren estas consecuencias porque en las cárceles de distintas provincias los recursos son muy escasos. Ellos esperan esa posibilidad que les acerquemos –por ejemplo en Rawson- una frazada, un suéter. Son gestos que los ayudan a sentir que los seguimos acompañando.
Tratamos que los chicos que están en la Casa Libertad puedan entender al otro y compartimos también con ellos alguna carta de aliento, algún libro. Tenemos aproximadamente 140 pibes y pibas que están presos, en su mayoría son varones, en el presupuesto también contemplamos poder brindarles una tarjeta control para que no dejen de vincularse con su familia. La idea es que tengan la posibilidad de llamar en algún evento familiar complicado, que puedan seguir vinculándose con sus compañeros.
Como parte de ese acompañamiento, algunos de los chicos que salen de estar privados de su libertad empiezan a vivir en la Casa Libertad. Nosotros tenemos 12 vacantes. El dispositivo fue pensado para varones y mujeres, pero en la práctica nos dimos cuenta que los varones son los que siempre necesitan un lugar para estar. Las mujeres de alguna manera, por ser mamás, consiguen otro beneficio, un arresto domiciliario, y no ha surgido todavía la necesidad de que una mujer esté en la Casita Libertad. Así que si bien fue pensado mixto, la realidad hace que hoy todos los que vivan sean varones. Doce chicos que de a poco van tratando de pararse en distintos intentos.
Algunos salen y no tienen un lugar para vivir y tienen la posibilidad de la Casita Libertad. Otros, depende del acompañamiento, los recursos y las ganas que tenga a veces no pueden y los acompañamos dándoles la posibilidad de un trabajo. Un proyecto que tratamos de hacer con mucho esfuerzo es el emprendimiento de vasos. Realizar esta tarea que cuesta mucho y es muy artesanal tuvo que ver con organizar la cabeza, el psiquismo, de que puedan ver la posibilidad de un trabajo y, asimismo trabajar la paciencia. Lijar cada vasito con la mano sirve para trabajar mucho la tolerancia, la paciencia, no todos son buenos quizás lijando vasos.
Entonces se busca trabajar que el diferente también tiene que ser incluido. Sobre todo lo que buscamos trabajar es la inclusión para que no sigan sufriendo la exclusión que es lo que generalmente los llevo a estar presos. A su vez, las cárceles están llenas de gente pobre, muchos de ellos adictos al PACO como son nuestros pibes.
Hugo Vidal Fernández
Casita Libertad – CABA
Casa Libertad forma parte de la cooperativa AUPA -junto con ANIMI -para chicas trans- y Massantonio que se dedica a enfermedades complejas- y son dispositivos específicos. En nuestro caso, para aquellos que están privados de la libertad.
Desde un punto de vista institucional, somos una cooperativa federada en la familia grande Hogar de Cristo. Con respecto a lo no institucional y más importante es que Casa Libertad nace a partir de un sueño: romper las barreras que nos poníamos nosotros mismos al decir: “Ahora qué hacemos cuando un pibe recobra la libertad”. Se fue gestando esta posibilidad que quizás sea un dispositivo difícil de replicar en otros lados del interior del país pero que tiene una historia de muchos que lo soñamos de estar acompañando a los que están privados de la libertad sin estos recursos.
Queremos invitarlos a quienes seguramente lo hacen y aquellos que no a compartir junto con otros esas instancias de soledad tan fuertes. Porque la adicción es una cuestión donde la soledad está muy presente. Muchas veces, esa adicción los lleva a muchos a tropezar con la ley y se vuelven a encontrar con esa soledad tan angustiante. El estar junto a ellos es la posibilidad de esperanza que les tenemos que brindar.
En una sociedad que los estigmatiza, donde te pasan una serie como El Marginal en la que te muestran el lado más horrendo que tiene el ser humano y que no refleja los lazos de solidaridad, de compañerismo, que están ahí presentes también. En esta sociedad que quiere grietas, quiere muros, quieres celdas, quiere rejas, este dispositivo y la familia grande el Hogar de Cristo ofrece puentes: la de posibilidad de estrechar lazos, de cortar candados.
Creo que es lo más importante que tiene este sueño hecho realidad y del cual junto al equipo nos sentimos orgullosos de estar compartiendo con ustedes.
Michael
CB Piuke Hue – San Carlos de Bariloche, Prov. de Neuquén
Casita Libertad tenemos una sola. Hoy, como Hogar, quisiéramos tener en todo el país pero mientras tanto se abraza al penal. El Hogar abraza a los pibes privados de su libertad, abraza los pibes que están en la calle, en conflicto con la ley. Estamos permanentemente saliendo al encuentro. Cuando hablamos de salir al encuentro, en el Hogar tenemos como lugares preferidos donde no dejamos de estar siempre.
¿Cuáles son? Los lugares preferidos del Hogar donde todos los voluntarios, todo el equipo, están siempre son: la calle, el penal, y el hospital. Son nuestros lugares. Por eso es que está Casa Libertad, por eso está Massantonio, por eso estamos en la calle. Son nuestros lugares preferidos porque ahí abrazamos los pibes. A los pibes no los esperamos sentados detrás un escritorio, sino que estamos siempre en estos lugares con los pibes preferidos, que son los más vulnerados, los más rotos, que desde que estamos en el Hogar son nuestras familias.
Entonces apenas armamos en Bariloche, llevamos seis meses, hicimos contacto con el penal. Lo hacemos a veces directamente, o si no es muy conocido el Hogar en donde estamos, lo hacemos a través de la pastoral carcelaria. Desde el comienzo, así como salimos a la calle a visitar los pibes, salimos al penal y al hospital.
En el penal hacemos los encuentros y las rondas como lo hacemos en la calle y dentro del Hogar. Primero, por supuesto, nos hacemos familia, nos conocemos, tomamos mate, compartimos. Después, en la medida que se va dando el clima con los pibes adentro del penal hacemos ronda de sentimientos. En esta proponemos que todos compartamos cómo nos fue esta semana, cómo sentimos el corazón, cuáles han sido nuestras luchas.
Luego, tiramos un tema sobre la ronda que estamos haciendo ahí dentro del pabellón. Un tema elegido por ellos, propuesto entre todos para reflexionar, para pensar caminos y opciones. Por último, planteamos los objetivos: ¿cuál es mi objetivo, cuál es mi sueño, cuál mi proyecto para esta semana? En un lugar de encierro, el lugar donde no hay puertas abiertas, siempre vemos un camino… Siempre vemos una luz.
Lo mismo que hacemos en los grupos, lo hacemos en el penal porque el Hogar está ahí presente abrazando a los pibes del penal. Por supuesto también lo que podemos hacer con ellos tanto en los vínculos hacia afuera, con la salud, con los conflictos mismos con la ley, y con sus familias también lo hacemos en estos encuentros junto con los chicos.
No sólo hacemos encuentros grupales sino también personales. Cuando van llegando vamos charlando, vamos viendo cómo están. Al terminar la ronda nos quedamos charlando con alguno en algún rincón tomando unos mates y compartiendo la vida con ellos para ver cómo seguir buscando caminos juntos de libertad.
Michael
Con Michael y otra parte del equipo trabajamos en una escuela que es un centro de oficios. Es acá donde van los chicos que no pueden hacer el secundario porque son muy grandes… Tienen diferentes oficios: de herrería, carpintería, mantenimiento. Muchos de nuestros pibes estuvieron en el penal, muchos luego ingresaron al penal y tuvimos muchos alumnos que venían del penal también y quedó ese contacto.
Hay una casa que es la de pre egreso. Esto es cuando ya están por salir. Preguntamos si podíamos hacer unas hamburguesas para todos los chicos que están ahí y nos dijeron que sí. Entonces, conseguimos un lugar para visitar a estos chicos. Logramos que nos abran las puertas, porque pensamos que no iban a salir.
Los chicos querían hacer un gallinero, preguntamos si podíamos traer las gallinas y nos dijeron que sí. Nos fuimos metiendo. Muchas cosas no funcionaron, por ejemplo, a las gallinas se las comieron. Cuando egresó uno de los chicos nos pidió llevarse las gallinas y como habían entrado, había que sacarlas, pero se pudo arreglar. Entraron más fácil, costó más que salieran, pero se las llevó uno de los muchachos que quedó en libertad.
Tratamos de contactarnos con la familia. Muchos eran alumnos nuestros y, por lo tanto, hablábamos con sus familias. Tal vez uno piensa están pagando por algo que hicieron pero es necesario pensar toda la familia que tiene detrás, los sueños de los pibes. Uno que conozco por ejemplo, tiene 21 años y le dan 28 años de condena. No sé cómo lo sostiene. Lo nuestro es acompañar a los pibes. Cuando uno lo vive en carne propia… En mi caso, no estuve preso pero estuvo preso alguien que yo quiero y me pongo en el lugar suyo. Es una agonía.
Nuestro lugar no es cambiarle la condena, no podemos, pero sí acompañarlos, estar con la familia y ser un lazo con ella. He escuchado mucho cómo un preso tiene un celular y gracias a Dios que lo tenga. Podemos hablar porque si no quedan totalmente desconectados del mundo. Y esos lazos no tienen que parar: ni con los amigos.
Muchas familias que los pibes tienen son sus amigos. Hay otras familias que mejor perderla que encontrarla pero sigue siendo su familia. Ayer en una charla que escuchamos decían que la familia aún no siendo la mejor era elegida una y otra vez por los pibes. En este acompañamiento de no abandonar a los pibes creo que está una pata muy valiosa del Hogar y también por fuera del Hogar.
Lo que quería rescatar es primero el acompañamiento y segundo no abandonarlos: por ahí hay veces que no podemos ir y te sentís con un vacío gigante. Acompañarlos en la salida y el intentar entrar al penal, en Bariloche no fue relativamente fácil pero con intentarlo no perdemos nada.
Liliana
Fer cae preso en enero del 2015 había apenas cumplido los 18 años. Él ya estaba mal, estábamos esperando una internación en una comunidad. Por cuestiones burocráticas, realmente previas a las fiestas navideñas y de fin de año, y un análisis de sangre muy pavote que necesitaba, no pudo internarse. Las fiestas son complicadas para los adictos y en el barrio está todo pago en esa fecha.
En situación de consumo Fer cae detenido el 4 de enero habiendo cumplido los 18 años el 27 de diciembre. De esta manera, le tiraron todo el código penal encima: criminis causa en grado de tentativa con grado con arma… con una pena mínima de 15 años. Horrendo. Fer era primario, nunca había estado preso ni siquiera en una comisaría. La causa era mentirosa. Él sale corriendo cuando cometen el robo y aparecen casquillos de balas donde él no tenía arma de fuego y la policía testificó que se habían disparado.
Más allá de lo engorroso de su causa penal, no encontrábamos quién pudiera entender la situación de Fernando y terminó preso durante tres años y seis meses. Fer salió en libertad el 19 de junio después de tres años y seis meses de estar en Marcos Paz. Su historia es muy complicada. Él les va a compartir cómo la Casa Libertad y el Hogar de Cristo lo fueron acompañando. Ir contra un sistema judicial que discrimina.
Fernando es paraguayo. No sé si la condición hubiera sido la misma si él hubiera sido argentino. Fue difícil. La causa era tan complicada, ya estaba como cocinada, la pena era muy grosa y el fiscal no daba tregua. Conseguimos un abogado muy comprometido que entendió la mística del Hogar de Cristo y la importancia de dedicar el corazón en estas causas y pudimos llegar a un arreglo con el fiscal.
Si bien fue mucho tiempo de condena a los 18 años es muy fuerte y es muy doloroso pero pudo salir con libertad condicional y hoy Fernando está viviendo en la Casita Libertad.
Fernando
Casita Libertad – CABA
Yo me quería internar. Me pedían análisis de sangre, muchas cosas. No se dio. Así fue como seguí consumiendo igual y caí preso. Desde el 2015, como dijo Lili, que cayeron todas las causas sobre mí de todo el peso de la ley.. Que inventen cosas que no fueron, como por ejemplo, decir que hubo tiroteos cuando yo no tenía arma de fuego. Los únicos que tiraron fueron policías.
Al principio sentirse mal. Ser primario, no entender nada. Encima ingresar solo al penal, no tenía nadie que me explique cómo viene la cosa. No entender nada, empezar de cero. Después es como ir de a poco y esperar. Te gana la impaciencia. Querés saber qué va a pasar y no saber. Todo lo que pasa dentro muchos ya saben, y a los que no saben se lo habrán contado.
El Hogar siempre acompañó, desde el momento que caí preso. Una persona sin conocerla yo y sin saber su nombre un día me llaman, me bajan y ahí la conocí a Lili Sarmiento, quien estuvo muy presente a lo largo del tiempo. Fue impresionante como le puso la misma voluntad, el mismo cariño, como si me conociera de toda la vida por más que solo conocía mi nombre, apellido y en qué unidad y módulo estaba.
Después, fui conociendo a otras personas, a Francisco que es el acompañante de Lili y van juntos -con lluvia, frío, calor, enfermo, no enfermo- siempre están presentes. Comparten, te cuentan, te dan el cariño y el afecto que uno no siente adentro.
Uno siempre siente la soledad, el vacío. Muchos se deprimen y no logran superar sus problemas. Otros llegan al punto de matarse o de cortarse. Yo por suerte fui demasiado paciente y nunca me llegué a cortar, no les miento, si pensaba, pensaba mucho. Pero más que nada pensaba qué iba a pasar porque como tenía la causa y lo único que daban eran 15 años, pero no me daban fecha de juicio.
Saber que ni el juzgado, ni la defensoría hacían nada es como que impacientaba. En el 2015 me anoté en un taller de costura donde aprendí cómo hacer un peluche, cómo son los puntos de coser, entre otras cosas.
El Hogar siempre acompañó, siempre estuvo ahí presente como para decirme que le ponga ánimo, que no me deje tirado, que las cosas pasan por algo. Agradezco haber caído preso antes que en un cementerio. No todos tenemos la misma suerte. Capaz que la policía tiro por tirar como quien dice, pero mira si uno me daba a mí y yo terminaba muriendo. No iba a parar a la cárcel, iba a parar en un cementerio… No es lo mismo porque todos sufren, no sólo familias, sino también los del Hogar.
Trabajar la recuperación dentro del penal
Liliana
Con respecto al tema de la recuperación en un contexto de encierro depende de muchas causas y variables. Por ejemplo, existen dispositivos como son el CRD -no sé si existen en las cárceles provinciales-. Es un centro de recuperación de adicciones. Hoy si alguien de nuestros pibes que están en nuestros listados quiere ir al CRD existe la posibilidad de gestionar una vacante porque si no es casi imposible.
En la experiencia que tenemos, los equipos que también acompañan, algunos pueden y otros no. Tenemos casos que hay chicos que nos llaman y realmente te das cuenta que sigue habiendo consumo dentro del servicio penitenciario. Entonces, hay que darle vuelta a todo eso cuando alguien está triste, angustiado, solo, no sabe qué hacer… Creo que hay que seguir insistiendo en trabajar en el proyecto para que eso pueda cambiar.
¿Cómo articular con el Servicio Penitenciario para dar respuestas?
Michael
Desde todas las capellanías, de todas las pastorales carcelarias, es donde podemos por lo menos, dar pasos, presionar un poco para un mejor acompañamiento y una mejor atención de los pibes. Así lo hacemos también en Bariloche y algunos pasos se van dando. Tanto a nivel de salud como también de ir abriendo algunas puertas con los abogados que vamos contactando sobre el proceso penal o sobre el conflicto que están teniendo en este momento con la ley.
De todos modos, junto a las necesidades básicas, el primer paso esencial que damos es el abrazo que contrarresta un poquito la soledad que es –como decían los testimonios- uno de los mayores dolores de los pibes. Entonces, es hacernos familia, hacernos cercanos, permanecer. Sábado que no vamos, sábado que nos pasan la factura mal.
Estar siempre con ellos para sentirnos juntos, sentirnos familia y para proyectar aunque sean objetivos mínimos y a muy corto plazo, soñando con grandes sueños que se irán cumpliendo con el tiempo.
El día a día en Casita Libertad
Hugo
El día a día es entre los que residen, que permanecen allí alojados, empiezan el día realizando tareas de limpieza, tareas deportivas (porque tenemos un profe de educación física, tenemos psiquiatra, tenemos psicólogos). A la media mañana empiezan a llegar aquellos que egresaron de la casa, ya que la casa ya es un lugar de estar, de trabajar, de trabajarse.
El eje principal es lo transitorio, la casa está pensada para algo transitorio. ¿Cuánto es lo transitorio? Lo vamos viendo. Nuestra principal herramienta es el GPS: re calculando como dice el padre Edu Drable. Lo que eran 15 días pasa a ser un mes, un mes en algunos, pasa a ser dos meses, en algunos tres meses.
Lo difícil es conseguir un alquiler. Está muy caro el alquiler, en todo el país seguramente. También es complicado conseguir un trabajo digno. La casa sirve como ese lugar que abraza, que contiene, pero que, a su vez, está trabajando para que la persona pueda recuperar la libertad plena.
Hace un año que estamos como casa y el que más permaneció dentro fue durante casi seis, siete meses. Hay personas que a las pocas semanas dicen esto no es para mí. Y vuelven quizás a una situación en el barrio que en algunos casos los complica de vuelta. Es difícil sostener una situación reglada. Si bien es flexible, aquellos que ingresan a la Casa Libertad vienen de estar privados de la libertad. Entonces nosotros tenemos que decirle: “Esto no tiene rejas, no tiene candado, pero hay que cumplir normas horarios.” Es lo que les va a permitir a ellos también organizar su vida psíquica y poder ingresar en el mundo cotidiano.
El transcurrir va en función de esos talleres, de las labores que vamos tratando de crear y de compartir. Es la idea de familia. Por eso a nosotros nos gusta cuando dicen la casita, la Casita Libertad. Casita habla de Hogar, casita habla de familia, de desayunar no viendo la tele, de compartir, de almorzar, de cenar, de la merienda. Ese es el objetivo y el desafío diario que tenemos.
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