Un nuevo modo de ser Iglesia
15 de Septiembre de 2019
Un nuevo modo de ser Iglesia
Quienes conformamos la Familia Grande Hogar de Cristo somos conscientes de nuestra identidad eclesial. Tan es así que lo repetimos a menudo. ¿Pero qué decimos cuando decimos que somos un nuevo modo de ser Iglesia? De la misma manera que en 2018 invitamos a todas y todos a que durante este año consideráramos que lo que nos une es un método que resumimos en eso de Recibir la vida como viene, ahora queremos invitar a todas las personas a que durante el año próximo miremos y profundicemos en nuestra identidad eclesial.
Ofrecemos algunos puntos que creemos importantes para lanzar la reflexión, quedando abierta la convocatoria a que todas comunidades ofrezcan su palabra y puedan proponer también otros aspectos que aunque no estén mencionados aquí, puedan enriquecer la reflexión general.
1. En primer lugar, queremos traer a la memoria una definición del papa Benedicto XVI sobre lo que implica ser una comunidad eclesial: “La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: 1) anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), 2) celebración de los Sacramentos (leiturgia) y 3) servicio de la caridad (diakonia). Son tareas Que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra.[1]Somos Iglesia en la medida en que esas tres tareas se viven en nuestras comunidades.
2. Esa definición es importante para nuestra Familia porque nos distingue de las instituciones asistenciales. En esa línea, también nos ayuda una propuesta del papa Francisco: “La Iglesia –lo repito una vez más– no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría, compartir el mensaje de salvación que el Señor nos ha dado. Es el Espíritu Santo quién guía a la Iglesia en este camino.”[2]
Intentamos desglosar esa propuesta:
• Una comunidad de personas:
– Los centros barriales no son la obra de un cura sino una comunidad de personas que vive y quiere vivir el Evangelio entre los más rotos.
– Lo que define a nuestros centros barriales no es la temática con la que trabajamos sino la calidad de los vínculos que se generan en ellos.
– Los vínculos que nos tejen y nos hacen comunidad son la solidaridad, la hospitalidad, el cuidado, la paciencia, el perdón, el respeto por las diferencias y muchos más que también surgen del Evangelio.
• Animadas por el Espíritu Santo:
– Durante este año hablamos del método y señalamos que por el principio de la Encarnación, el hecho de recibir la vida como viene es estar abiertos a Dios, y que por lo tanto nos corresponde discernir la realidad, ser contemplativas y contemplativos en la acción. Ese recibir a Dios, comprender el modo en que irrumpe en nuestras vidas y en nuestras comunidades no tiene otra finalidad que la de dejarnos guiar. Siendo dóciles a Dios que viene, podemos decir que es el Espíritu Santo el que nos anima y guía.
• Que viven la maravilla del encuentro con Jesucristo
– A lo largo de la historia escuchamos a muchos santos, varones y mujeres, decir que el pobre es Cristo. Los exégetas señalan que Jesús se quiso identificar con el hambriento, el preso, y el enfermo… Jesús llega a nuestras comunidades como el que tiene frío, hambre, sed, está en situación de calle, o sufre haber perdido todo por la adicción.
– Pero si Jesús está en el pobre, está todo Él, con su amor, su redención, su camino. Esto quiere decir que Jesús está en los pobres fundamentalmente como el que salva. Dios llega a nuestras puertas todo roto, el Espíritu Santo nos regala la compasión y nosotros respondemos un poquito, mezquinamente, pero entonces Él, que no se deja ganar en generosidad, nos sumerge en una relación y hace surgir la alegría. Nos salva.
– Más allá de la limosna, o de la justicia que busquemos, nuestro vínculo con los más pobres deja de ser una acción puntual y da origen a una relación, un vínculo de amistad y reciprocidad.
– Nuestra vida y nuestras comunidades de esta manera se acercan a Dios, y Él hace nuevas todas las cosas (Ap. 21,5) Por eso es que podemos hablar de un nuevo modo de ser Iglesia, porque siempre que de verdad nos acercamos a Dios, acontece la novedad, la descubrimos.
• Que desean compartir la experiencia de su profunda alegría
– Queremos compartir la alegría y la novedad que descubrimos. Queremos que las personas más rotas encuentren en la Iglesia el abrazo de una familia cariñosa. Sabemos que muchas veces nuestras comunidades no son así. Queremos compartir, ser fermento, signos de que es posible, bandera que señala un camino.
– Pero una tentación en nuestros centros barriales es perder la humildad, sentirnos que somos los buenos, los que sabemos, que la novedad de Jesucristo que descubrimos es toda su novedad, y que el resto de la Iglesia debe ser igual a nosotros, etc. Es una tentación muy peligrosa, porque la autorreferencialidad no deja lugar a Dios, y a la larga también se vuelve contra nosotros mismos.
– Ser Iglesia es saberse parte de un cuerpo y buscar la comunión. A veces nos encontramos con que otras instancias eclesiales no nos entienden. No hay que dejar nunca de buscar la comunión en todos los niveles, en nuestro barrio, con el obispo, con los curas, con la Caritas, con las pastorales, etc.
Proponemos entonces a todas las comunidades de la Familia Grande Hogar de Cristo que durante el próximo año pongamos la mirada en nuestra identidad eclesial. En la asamblea de la Federación, celebrada en la Villa Marista de Luján en el mes de Marzo, decidimos fortalecer los encuentros regionales. Por esta razón, le pedimos a TODOS los centros que compartan su palabra en forma escrita sobre el tema de nuestra convocatoria. Y en los encuentros regionales se trabaje este tema a partir de los escritos de los Centros Barriales. Para así lograr un documento regional a partir de esos trabajos.
Esos documentos regionales los vamos a recopilar en un libro para poner en palabras, este anhelo de nuestros corazones, este nuevo modo de ser Iglesia que vivimos en los Hogares de Cristo.
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