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2º Encuentro: No más chicos descartables

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2º Encuentro: No más chicos descartables

2º Encuentro: No más chicos descartables

+ 2º Festival de Arte joven en villas y barrios.

1 de junio de 2019

 

En el marco de este panel acerca de la convención de los derechos del Niño, volvemos a afirmar: No más chicos descartables…

 

En nuestro mundo domina la cultura de la voracidad y del descarte. El Papa Francisco nos invita a escuchar el grito de la tierra y el grito de los pobres (cfr. LS 49). Necesitamos trabajar por la cultura del encuentro, la cultura del cuidado de nuestra Casa común, de la hospitalidad, de la fraternidad.

 

La cultura de la voracidad y del descarte está retratada en la parábola de Jesús acerca del hombre rico y del pobre llamado  Lázaro, donde se describe la verdadera brecha (cfr. Lc. 16, 19-31). La cultura del encuentro empieza privilegiando a los últimos, invitando a la fiesta de la vida a los descartados, afirmando con toda claridad su dignidad para sentarse en nuestras mesas, de sentirse familia, de sentirse en casa entre nosotros. De algún modo es lo que dice Jesús en otro pasaje del evangelio: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos, no sea que ellos a su vez te inviten y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos, y serás dichoso, porque ellos no te pueden corresponder. Y se te recompensará en la resurrección de los justos” (Lc. 14, 12-14).

 

En nuestra sociedad como tendencia general podemos decir que el criterio de la acción ya no es tanto la conciencia del bien común. El criterio es ahora el éxito personal, el hecho de lograr fama y poder, buscar acaparar espacios, etc. Es importante entonces preguntarse por ejemplo: ¿para qué busca alguien conseguir un título universitario? El Papa Francisco nos lo invita a pensar: “hay una reflexión que nos involucra a todos, a las familias, a los centros educativos, a los docentes: ¿cómo ayudamos a nuestros jóvenes a no identificar un grado universitario como sinónimo de mayor status, sinónimo de mayor dinero o prestigio social? No son sinónimos. Cómo ayudamos a identificar esta preparación como signo de mayor responsabilidad frente a los problemas de hoy en día, frente al cuidado del más pobre, frente al cuidado del ambiente.”[1]

 

Es evidente que este diálogo sobre la cultura como estilo de vida un pueblo, no puede dejar de ser a la vez un diálogo político y social. ¿Qué respuesta vamos a dar como mundo adulto al hecho dramático de que la mitad de los pobres en la argentina son niños, niñas y adolescentes? “Un gran desafío de la política es lograr consensos, pero en torno a los últimos de la sociedad, lograr acuerdos, pero ¿para qué? Sobre todo, en primer lugar, para levantar a los caídos, para dar una vida digna a los que no la tienen, para recuperar e integrar a los descartados.”[2]

 

En este sentido de búsquedas de consenso sobre qué hacer concretamente, quisiera destacar un hecho acerca de las villas y barrios precarios de nuestra patria. Ha sido un muy buen paso la ley de “Integración socio urbana” que se votó de modo unánime en el Congreso de la Nación. Esta tuvo un trabajo de relevamiento previo de 4228 barrios populares, realizado por el Estado Nacional, las organizaciones sociales, ONG como Techo, Caritas Argentina, etc. Incluso se llegó a entregar en algunos casos certificados de viviendas familiares. Pero ciertamente es necesario destrabar muchas burocracias – que ponen en riesgo o hipotecan la vida de niños, niñas y adolescentes – para llevar soluciones reales.

 

Por eso el camino continúa insertando a todos los chicos en las escuelas, y a sus familias en trabajos dignos, generando espacios públicos de esparcimiento y recreación, habilitando instancias de participación de los vecinos y vecinas, servicios sanitarios cercanos y de calidad, acceso a los servicios básicos –agua, electricidad, cloacas-, por nombrar sólo algunas medidas. Ahí empieza todo proceso de integración socio urbana[3]de las villas y barrios precarios de nuestro país. Obviamente esto no se puede hacer de una vez, requiere un trabajo sostenido durante años y el consenso necesario para votar partidas presupuestarias que se sostengan el tiempo necesario. Estamos hablando de una política pública que trascienda los gobiernos de turno en cada zona. Son territorios bien concretos. Es probable que esto no resuelva totalmente el drama de la pobreza en nuestra patria, pero ciertamente será mirarlo de frente y poner manos a la obra de modo bien real.

 

 

Capilla, Colegio y Club: un círculo virtuoso.

Ahora quisiera compartirles algunas acciones que realizamos como Iglesia en las villas, que tienen que ver con el acompañamiento de los niños, niñas y adolescentes Así como el Papa Francisco plantea las tres `T´ -Tierra-Techo-Trabajo- como camino para que un pueblo pueda vivir bien, análogamente en las villas la Iglesia plantea como camino de prevención las tres `C´ -Capilla-Colegio-Club-, como espacios sanos y dichosos que ayuden a que los chicos y chicas, no queden expuestos a la droga, las armas y la violencia, en los llamados territorios calientes.

 

Hay que visualizar, en primer lugar, que no son instituciones que compiten entre sí. Muchas veces pasa en los territorios que hay competencia entre aquellos que tienen el deseo genuino de trabajar por el bien común. Se pierde así tiempo y la exclusión y la orfandad crecen. Todo lo contrario, se debe buscar que toda institución potencie el trabajo de las otras y se potencie con el trabajo de las demás. Se produce así un círculo virtuoso que ayuda a las familias en la crianza de sus hijos e hijas.

 

La comunidad de la capilla, del colegio, del club, se organiza para recibir la vida como la vida viene. Toda institución plantea una estructura, pero esa estructura tiene que estar en diálogo con la vida concreta. Si la estructura que plantea la institución, no está dispuesta a dejarse interpelar y transformar por la realidad de la vida que recibe, esa estructura termina siendo obsoleta y no sirve. Recibir la vida como viene y acompañarla cuerpo a cuerpo, requiere una actitud permanente de conversión pastoral.

 

 

Capilla como familia grande, como familia ampliada.

En el trabajo pastoral se visualiza, que el consumo de paco ha hecho explotar la marginalidad en las periferias urbanas, y esta enrostra la exclusión en la que viven tantos niños, adolescentes y jóvenes. ¿No podría haberse evitado tanto sufrimiento, tantas lágrimas? La tarea de prevención se concibe entonces como una acción de misericordia. En un sentido tal vez la mayor obra de misericordia, porque busca llegar antes, busca primerear.

En esto es también muy linda y muy decidora, la imagen del Papa hablando de la Iglesia como un hospital de campaña: “Veo la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas… Y hay que comenzar por lo más elemental… ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela a su prójimo. Esto es Evangelio puro”[4]

 

Por consiguiente la primera respuesta preventiva es la familia. Fortalecer a las familias. Es a su vez necesario plantear la capilla como una familia para el barrio, como una familia extendida, donde los chicos que se van acompañando puedan decir realmente: esta es mi familia, esta es mi casa, este es mi hogar. La respuesta tiene que ser dar calor de hogar, dar familia, sentir la capilla como familia grande que busca que nadie se pierda. Pedagogía del vínculo, eso es lo primero, sin ello no hay acompañamiento posible.

 

 

Un colegio que no pierde el patio…

La propuesta educativa de la Iglesia en las villas se ha desarrollado de modo más sistemático a partir del 2010, pero tiene riquísimos antecedentes como los jardines comunitarios, que se levantaron junto a las primeras capillas. El modo de trabajo del equipo de sacerdotes de las villas y sus comunidades, no es solo demandar al Estado, en este caso una mayor cantidad de vacantes escolares, sino también en la medida de lo posible ofrecer un aporte concreto a la solución de esta necesidad. Por eso se fueron iniciando en distintas villas, jardines de nivel inicial, escuelas primarias y también secundarias. Y para los adolescentes y jóvenes se abrieron centros de formación profesional.

 

En pastoral en las villas con niños, niñas y adolescentes en general, pero en particular en el ámbito educativo hay una fuerte impronta de Don Bosco. Y si hay algo que Don Bosco les pedía a sus colaboradores es “no pierdan el patio”. Aquí hablamos de pedagogía de la presencia. No perder el patio, es buscar compartir con los adolescentes lo gratuito de un encuentro, el dedicar tiempo a escuchar. Algo tan elemental como que un adolescente pueda y se sienta escuchado realmente. Eso baja notablemente los niveles de violencia que a veces vemos entre los adolescentes y jóvenes. Si los escucháramos más, si los escucháramos en serio, encontraríamos una llave para muchas cosas. Y a veces hay que poner límites entre los adolescentes y

jóvenes. Por momentos, hay que poner límites, pero como decía el mismo Don Bosco, cuando pongas un límite no descargues bronca por otras cosas y cuando pongas un límite siempre anda pensando antes qué puerta le vas a abrir, qué propuesta positiva le vas a hacer a ese adolescente o a ese joven.

 

No perder el patio: “Es a través de presencias humanas solidarias y atentas a su alrededor, que el adolescente en dificultades recibe la prueba, para sí mismo, de su valor y de su unidad. La conciencia de estar en el mundo ya es, entonces, conciencia de aceptación, de abrigo, de pertenencia, de integración, de comodidad. Vivir, ahora es estar junto.”[5]

 

 

Un club que busca dar pertenencia e identidad…

En nuestro reconocer los barrios, muchas veces nos encontramos con los pibes de la esquina. Esa esquina les da identidad, pertenencia. Pero muchas veces el mundo adulto que se acerca no les trae propuestas buenas. Entonces, es importante visualizar que es necesario generar “programas” para abordar a estas chicas y chicos que están muchas horas, todos los días de la semana allí. Pero esto nos hace pensar que es necesaria la creación de espacios sanos y dichosos que den pertenencia e identidad. En determinados contextos es importante visualizar que no alcanza solo con una propuesta para el fin de semana. Es necesario iniciar procesos de acompañamiento que se den a lo largo de la semana y que se sostengan en el tiempo. Es necesario de alguna manera institucionalizarlos, sobretodo en contextos donde el narcotráfico es una “institución” que todos los días y a toda hora pone el riesgo la vida de los chicos y las chicas.

 

Nosotros también tenemos que, todos los días y a toda hora, ensayar nuestra propuesta positiva. Esta es la experiencia de los clubes de barrio que se van generando en las villas. Hay ya cientos y tal vez miles de chicos en actividades deportivas, educativas, culturales, de manera sistemática, siendo acompañados. Y en algunos casos se ha vinculado a chicos y chicas con capacidades diferentes a este ámbito.

 

Estos espacios que dan pertenencia e identidad han permitido también tender puentes con otras instituciones deportivas y así favorecer a su vez el objetivo central de la integración urbana.

 

 

Liderazgos positivos…

En estos espacios se promueven los liderazgos positivos, en esta línea también se inscriben los trabajos con los movimientos infantiles y juveniles como Exploradores. Los adolescentes y los jóvenes verdaderamente van madurando cuando se confía en ellos y se le van delegando responsabilidades de animación, de conducción. Se les propone así el camino de la solidaridad como un modo concreto de hacer historia. Este trabajo pastoral busca ir formando y aportando líderes populares desde nuestros barrios para nuestra patria.

 

Me gustaría terminar con unas palabras de Francisco al respecto: “Cuando hablamos de “pueblo” no debe entenderse las estructuras de la sociedad o de la Iglesia, sino el conjunto de personas que no caminan como individuos sino como el entramado de una comunidad de todos y para todos, que no puede dejar que los más pobres y débiles se queden atrás: El pueblo desea que todos participen de los bienes comunes y por eso acepta adaptarse al paso de los últimos para llegar todos juntos. Los líderes populares, entonces, son aquellos que tienen la capacidad de incorporar a todos, incluyendo en la marcha juvenil a los más pobres, débiles, limitados y heridos. No les tienen asco ni miedo a los jóvenes lastimados y crucificados.” (CV Nº 231)

 

 

Gustavo Oscar Carrara

Obispo Auxiliar de Buenos Aires

Vicario para la Pastoral de Villas de CABA

Asesor de la Comisión de niñez y adolescencia en riesgo del Arzobispado

 

[1] Papa Francisco. ENCUENTRO CON EL MUNDO DE LA ENSEÑANZA. Pontificia Universidad Católica de Ecuador, Quito. 7

de julio de 2015.

 

[2]Mons. Víctor Manuel Fernández. 25 de mayo 2019.

 

[3]Desde el 2007 los curas de las villas venimos proponiendo el concepto de integración urbana. Habitualmente se habla de urbanizar las villas. Urbanización hace referencia a lo que la ciudad le da o le puede aportar a las villas que se han constituido en sus periferias. En realidad es mejor hablar de integración urbana. Este es un concepto que busca proponer la ‘Cultura del Encuentro’, ya que también las villas le aportan y le pueden aportar mucho al todo de la ciudad. Esto comienza por reconocer al pueblo, que vive en estos barrios, como sujeto colectivo con su cultura, su lenguaje, su modo de razonar, su ritmo, sus símbolos. Esto no es populismo, es sencillamente respetar al otro como otro. En este encuentro los barrios pobres recibirán mucho, pero debemos reconocer que ellos ya aportan mucho. Por ejemplo en una gran ciudad aportan, junto a otros miles de mujeres y hombres, una fuerza económica insustituible y dignificadora: el trabajo. Sobre todo en la construcción de nuestras casas, la ropa que usamos, las frutas y verduras que consumimos, incluso el cuidado de nuestros enfermos y de nuestros mayores. Y con laboriosidad trabajan con la ilusión de pasar del techo de chapa a la losa para poder cobijar a hijos y nietos.

[4]Antonio Spadaro SJ, Entrevista exclusiva del Director de la Civiltá Cattolica al Papa Francisco: “Busquemos ser una

Iglesia que encuentra caminos nuevos” 19 de agosto de 2013.

 

[5]A. C. Gomes Da Costa, Pedagogía de la presencia, Buenos Aires, 1995, pp. 47-48

 

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