¿Qué dijo el padre Pepe en la charla? Comunidad-Dignidad-Compromiso-Sentido Común-Espíritu de Asumir Escuchar AUDIOCompartimos algunos tramos clave de su intervención: El trabajo de los Hogares de Cristo en Mar del Plata merece un aplauso. Asumieron este compromiso. En esta marcha vamos a lugares donde recién están arrancando y acá vemos la vida que hay en la Mar del Plata del Hogar de Cristo. Y hay otros que están naciendo. [Refiere a un Hogar que se está planeando en Necochea.] El Hogar de Cristo nace como una respuesta de la Iglesia de los barrios populares porque veíamos que era muy difícil acceder a un tratamiento de adicciones para los chicos de nuestros barrios. O ellos o la familia venían a la parroquia y no había respuestas del Estado. Las respuestas que había eran de comunidades muy caras. Había muchas dificultades, teníamos un problema y no teníamos una solución. En aquel momento había poca receptividad de Estado para darse cuenta de que la solución tiene que ser inmediata. Un poco por la necesidad, un poco por el cansancio de respuestas infructuosas por parte del Estado y de la sociedad en general dijimos: “tenemos que hacer algo nosotros”. Me preguntarán si yo había hecho algún curso: no. Nos sentamos alrededor de una mesa a analizar con sentido común qué podemos hacer para que los chicos tengan su propuesta de recuperación. Lo primero que salió es que los chicos se tienen que sentir queridos acá, en su comunidad, en su barrio. Que no solamente lo miren de reojo y le tengan miedo porque a lo mejor tuvo algún hecho delictivo sino que lo miren como alguien que está tirado, descartado. Lo que nos enseña la parábola del buen samaritano. Vamos a abordar esto desde el territorio: no el espíritu de derivar sino el espíritu de asumir. La comunidad asume y nosotros sabemos —porque lo vemos— que la persona se realiza en la comunidad. Y en el espíritu del Hogar de Cristo decimos que la persona se recupera en la comunidad. Cuando se recupere también tendrá su dignidad en la comunidad a la que pertenece. Así nace esta propuesta: abordamos en el territorio y en comunidad el problema de este joven o este adulto que está descartado de la sociedad porque está preso por las drogas y muchas veces atravesado por la marginalidad. Nosotros teníamos que ir a buscar a estos chicos por eso el primer centro se llama San Alberto Hurtado porque nosotros reflexionábamos a partir del santo chileno que hizo una especie de gran revolución en Santiago de Chile: él buscaba a aquellos chicos que estaban en las calles, sin nadie que les dé una mano y con su camioneta los llevaba, les dio educación, salud y la posibilidad de desarrollar sus capacidades. La comunidad es importante y también los profesionales —psicólogo, psiquiatra— tendrán un lugar muy valioso indiscutido porque nos ayudan muchísimo. Va a ser muy importante quien los reciba con un abrazo, quien les cocine con cariño, quien los acompañe para hacer un documento, quien se banque 3 horas en un hospital público hasta que le den el turno. Va a ser importante todo ese gesto de amor de la comunidad encarnado en distintas personas. Y nosotros nos llamamos Centro Barrial. Y aparece la otra pata: el abordaje integral de las adicciones. En las poblaciones con las que trabajamos nos encontramos con multiplicidad de problemas —una familia, hijos, una perimetral— que tiene la persona, no es solamente dejar las drogas. Ayudarlo a que deje las drogas y nada más implica una mirada corta. Nosotros tenemos que ver la vida completa. |