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Hogar de Cristo: trabajo y nuevos desafíos frente a la pandemia

Desde hace más de un año, el lugar acompaña a personas en situación de vulnerabilidad. Durante la pandemia, también realizan entregas de viandas para personas del barrio.

La Familia Grande Hogar de Cristo es una iniciativa que tiene once años de trabajo en todo el país, y un año desde que se inauguró la casa en nuestra ciudad. A pesar de que una gran parte de su trabajo hasta la fecha ocurrió durante la pandemia, el proyecto siguió avanzando y nunca dejó de trabajar aunque haya tenido que transformarse.

“La pandemia nos abrió puertas a nuevos desafíos, un trabajo más personal con las personas que se acercan, un trabajo un poquito hacia adentro con el equipo, con algunos chicos que venían que estaban en situación de calle fueron alojados en la parroquia y ahí hicieron su cuarentena dos meses. Fuimos buscando distintas maneras, pero en ningún momento se cerraron las puertas ni perdimos el vínculo con los chicos”, aseguró el padre Hernán, referente de la organización.

Recibir la vida

El proyecto de Hogares de Cristo nació de una iniciativa del entonces cardenal Bergoglio, hoy papa Francisco, quien inauguró el proyecto en el primer centro barrial. El mismo se llamó Padre Hurtado, en honor a un cura chileno jesuita que fundó en su país lo que llamó Hogar de Cristo y era un centro para personas en situación de calle. Con Hurtado como guía, se empezó a extender por el país el proyecto de la Familia Grande del Hogar de Cristo, que en Argentina se ocupa principalmente de sostener y acompañar a personas en situación de consumo problemático de sustancias.

“En aquel momento el cardenal Bergoglio dio dos consignas muy fuertes, que son las que marcan la mística y la forma de trabajar en los Hogares de Cristo que son ‘recibir la vida como viene’ y ‘acompañar cuerpo a cuerpo’. Son como los dos lemas y método de trabajo que se extendieron por todo el país. Y acá en Mar del Plata específicamente me acuerdo que el año pasado el Obispo hablaba de que es un paso de otros pasos, porque ya se trabajaba en esa dirección. Y este año aún en medio de la pandemia también se inauguró en octubre un nuevo centro que es el Hogar de Teresa, en la ciudad de Vidal”, relató Hernán.

En la misma línea, el padre también explicó: “El Hogar de Cristo nace de un caminar de Iglesia, que de alguna manera ya veníamos trabajando y se concreta en este espacio específico para las personas con adicciones u otro tipo de vulnerabilidad, porque no es una comunidad terapéutica, ni para tratar adictos, es una comunidad que recibe a todos los que están necesitando ser acompañados, aunque el tema de adicción atraviesa a todos un poco también. Pero bueno es trabajar con la persona rota, vulnerable, y acompañarlos también desde nuestras heridas, porque no somos los sanos que acompañamos a los rotos, es un acompañarse mutuamente”

El trabajo en pandemia

La pandemia impidió que el Hogar de Cristo pueda recibir nuevas personas, pero se siguió trabajando con quienes ya formaban parte del mismo. Además de funcionar como asilo para algunos chicos en situación de calle durante la fase de cuarentena total, también se comenzó a trabajar con ellos en la cocina de viandas para el barrio, que se entregan tres veces por semana. Como destacaron, la idea de esto no sólo es brindar un servicio fundamental a la comunidad en un momento de crisis, sino también seguir afianzando el vínculo con los vecinos de la zona.

En su momento, este vínculo se hacía a través de talleres abiertos a la comunidad, pero a partir de la pandemia hubo que buscar formas nuevas. “A partir de la entrega de viandas las familias del barrio también nos empiezan a conocer y así en ocasiones las empezamos a asesorar en alguna cuestión que necesiten, algún trámite, se les orienta, y en general, se las acompaña en sus problemáticas puntuales”, explicó Suyai, una de las voluntarias.

A partir de esta nueva etapa de distanciamiento social, poco a poco los talleres están comenzando a retomarse, aprovechando la posibilidad de reunirse al aire libre, aunque seguirán siendo exclusivos para las personas que ya asisten al hogar. “La dinámica del hogar siempre es recibir con el abrazo, y aunque ahora en pandemia estamos un poco limitados para eso, seguimos trabajando desde la idea de funcionar como una gran familia”, concluyó Damián, voluntario del hogar.

Para leer nota original: https://www.lacapitalmdp.com/hogar-de-cristo-trabajo-y-nuevos-desafios-frente-a-la-pandemia/

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Mons. Gustavo Carrara: “La piedad popular es una mística con gran potencial de santidad y de justicia social”

¿Cómo evalúa la fe de los católicos argentinos, su práctica religiosa en el momento actual?
Me escapa evaluar la fe de todos los católicos argentinos. Sí me animo a acercarme al modo de vivir la fe que tiene mucha gente, el pueblo fiel de Dios, lo que llamamos la piedad o religiosidad popular. Como dice el documento de Aparecida, “es un encuentro real con Jesucristo”. ¿Cómo evaluar esa fe? Escuchando, siendo paciente, leyendo en los registros de los distintos temas que le preocupan al pueblo de Dios que, por ejemplo, va a un santuario. Cuando leemos los cuadernos de intenciones de un santuario como San Cayetano, o Luján, encontramos qué le importa verdaderamente a la gente. Esta mirada de la piedad popular integra la fe y la vida. Dios tiene que ver con la vida concreta y la vida concreta está religada con Dios. No es una fe clericalista, que está pendiente todo el día de qué dicen los obispos o los curas. Tampoco se trata de una fe secularista que dice “Dios es un momento de la semana”, sino que Dios tiene que ver con la vida concreta, con lo que sucede todos los días. La fe y la vida están en diálogo.

¿Cómo advierte la adhesión a la Iglesia como institución, teniendo en cuenta los desafíos que afronta de piedad popular?

El principal desafío en este sentido es la crisis de transmisión cultural: cómo se transmite aquello recibido de los mayores a los niños y adolescentes. Y cómo se transmite en las villas porteñas también aquello que se trae del interior de la Argentina o de los países hermanos. Los valores de la vida y de la fe se transfieren en torno a una mesa, pero ¿cómo se hace cuando no hay una mesa para comer juntos? ¿Cómo se hace cuando la familia está separada porque algunos tiene que ir a un comedor comunitario y el resto, a otro? ¿Cómo ayudamos como Iglesia en esa transmisión? ¿Qué mirada tenemos acerca del pueblo de Dios, que expresa su fe de modo sencillo y heroico? ¿Cómo lo tratamos cuando llega a un santuario? En este sentido, se abren dos perspectivas. Se podría decir “es necesario dar contenido para todo lo que falta para crecer en la fe”. Claramente esta espiritualidad, como otras, tiene que tener un crecimiento. Si nos plantamos desde una perspectiva más ilustrada, que sostiene que “hay que formar mucho a esta gente que no sabe, que es iletrada”, se estaría perdiendo mucho. Desde mi punto de vista, la actitud sería tratar como discípulos-misioneros tanto a aquellos que se acercan a un santuario como aquellos que viven la fe de esta manera en un barrio. Es decir, hacer un anuncio sencillo del kerigma, que sea audible y entendible, para que ellos lo puedan transmitir en su casa, en su barrio. De este modo se puede llegar a lugares que los agentes de pastoral, más calificados, nunca llegarían, porque son ambientes que no aparecen en su radar.

¿Qué modo de presencia debería tener la Iglesia en el ámbito público?
Tomo de Pablo VI: “Nada de lo humano nos es ajeno”. Si para Dios nada de lo humano es ajeno, para la Iglesia nada de lo humano debería serlo. Recordemos las palabras del papa san Juan Pablo II en Redemptor Hominis: “El camino del hombre es el camino de la Iglesia”. Profundiza en lo mismo. Una Iglesia que está alejada de los problemas de la gente no sería la Iglesia de Jesucristo. Por eso no hay que preocuparse tanto por lo que dicen los medios o cómo nos enfocan, sino que es mejor escuchar al pueblo de Dios en concreto, cómo recibe esta cercanía y, evidentemente, esa cercanía no se agota en la cercanía de los obispos, de los presbíteros o de los consagrados, sino que es una cercanía de todos. Esto es central. La Iglesia tiene que tender puentes, invitar al diálogo, escuchar a todos y después pasar a acciones concretas porque nombrar cosas y no hacer nada puede ser peligroso para la vida de la Iglesia.

¿Cómo se está reaccionando entre los fieles ante el programa FE, recientemente anunciado en la Conferencia Episcopal? ¿Es posible aplicar la lógica FE en los barrios más humildes, como las villas?
Es clave comunicar bien y con claridad sobre qué hace la iglesia, dónde está presente muchas veces de modo silencioso y anónimo. Esto constituye un paso adelante más allá de lo que después económicamente se consiga. Comunicar bien y mostrar hace a la comunión y genera conciencia. A la vez, confiar en la Providencia es inherente a nuestra fe.
En este contexto, quizás no se puede hacer a través de un medio digital. La pandemia ha puesto de manifiesto la desigualdad digital que existe entre los barrios populares y las ciudades. El acceso a Internet se ha palpado en el tema educativo. De todas maneras esta dificultad no significa que no se pueda adaptar a un barrio popular porque, de hecho, a veces se logra.

En estos tiempos, ¿ha mermado la autoridad de los obispos frente a su clero y a los laicos?
Tengo intuiciones, no algo acabado. Estamos caminando hacia una Iglesia sinodal. El próximo sínodo de los obispos que convoca el papa Francisco para el año 2022 tiene como tema “la Iglesia sinodal”. La Iglesia del Tercer Milenio es la Iglesia sinodal, donde se deben escuchar todas las voces, no sólo las de los obispos o de los presbíteros, como marco general. Hablando cristianamente, la autoridad está en el servicio, en el lavatorio de los pies. Ahí se juega la autoridad de cualquiera en la Iglesia, principalmente de los obispos. La contrafigura de la Semana Santa es el lavarse las manos de Poncio Pilatos. Un obispo que es cercano a los problemas de la gente, que escucha, que es prójimo con lo que le pasa al pueblo de Dios de su diócesis, gana autoridad. Lo que dice gana autoridad. No me preocuparía por quién tiene más comunicados de prensa o no, sí me importaría y mucho si no estuviéramos cercanos a los problemas de la gente y si no buscáramos resolverlos en concreto.

La formación en los seminarios, ¿está a la altura de los desafíos que presenta la vida pastoral y la transformación de la cultura actual?
En la Argentina “la ratio” (el camino de formación presbiteral) está en proceso de reflexión. Esa ratio tiene que entrar en diálogo con la Evangelii gaudium del papa Francisco, porque es bueno recordar que se trata de un documento programático para la pastoral, y los seminarios forman para la vida pastoral en sentido amplio. Es clave cómo el Papa une las cosas. En el Nº 177* dice que el kerigma tiene una inmediata consecuencia social. No pondría la expectativa sólo en la formación en el seminario sino en cómo acompañar este proceso de la vida de los sacerdotes. Cuando un hombre sale del seminario y es ordenado sacerdote es como el pan al que le falta un golpe de horno: el encuentro con el pueblo de Dios. Es el pueblo el que modela el corazón del sacerdote. El pueblo tiene olfato: si bien quiere que los sacerdotes estén preparados, no mira cuánta biblioteca tienen, y aclaro que a mí me gustan mucho los libros y las bibliotecas. El pueblo mide, sobre todo, la caridad pastoral, que es el corazón de la vida sacerdotal, es su entrega al pueblo de Dios. El sacerdote aprende del pueblo fiel, especialmente de la fe de los sencillos y pobres. Aquel que está atravesando una periferia existencial tiene un punto de vista a ser escuchado, porque capta cosas de la realidad que otros no ven. Volviendo a la pregunta, diría que la formación en los seminarios es decisiva pero hay que seguir acompañando a los sacerdotes, incluso a los obispos, para seguir creciendo en las distintas dimensiones. El presupuesto teologal es que Jesús llama también jóvenes entre los más pobres para que lo sigan más de cerca en la vocación sacerdotal. ¿Cómo hacemos como Iglesia para ayudar a discernir esa llamada y cómo facilitamos los caminos para el ingreso al seminario? Por otro lado, la formación no tiene que hacer tabula rasa con todo lo previo. Se debe respetar y favorecer el modo de rezar característico de los jóvenes de barrios populares, que han aprendido de sus abuelos y padres, y que se expresa a través de la religiosidad popular. Como enseña el magisterio en Aparecida, la piedad popular es un lugar de encuentro con Cristo, es una mística popular con un gran potencial de santidad y de justicia social. Además, atesora una rica hermenéutica de la realidad: Dios es providente, Dios tiene que ver con la Vida y la Vida tiene que ver con Dios. De esta manera la fe se vincula con la historia de un pueblo. La fe se vive en una cultura. Dios habla en lenguaje humano. La respuesta adecuada a esta Palabra es la fe. La fe también sigue la ley de la encarnación, tiene como tendencia hacerse carne y sangre en la cultura de un pueblo. En este caso estamos hablando de la cultura popular latinoamericana, cuyo corazón se dejó plasmar por la gracia de Dios y abrazó la fe. Los jóvenes de las villas y de los barrios más pobres son hijos de esta cultura. No es extraño pensar que si el Buen Pastor llama al sacerdocio a hombres de esta cultura particular, quiera que no pierdan su lengua materna a la hora de anunciar el Evangelio, esa lengua de su cultura.

¿Cómo fue elegir la villa para vivir?
Yo soy del barrio de Lugano, de clase media. Nunca faltó demasiado y nunca sobró demasiado. Antes de llegar a las villas estuve tres años en el santuario de San Cayetano de Liniers; ahí crecí mucho en el conocimiento de la piedad popular, su dimensión social, los valores que se juegan detrás de las devociones, no como valores de un museo o con olor a naftalina sino como algo hacia lo cual caminar. En el pedido del pan hay un pedido de justicia. El pedido del trabajo implica pedir dignidad. Esa experiencia fue mi introducción a las villas. El cardenal Bergoglio me invitó a participar de su iniciativa de crear una nueva parroquia en el Barrio Carrillo y pasé a formar parte del equipo de curas de las villas. Había sacerdotes de la primera generación como el padre Rodolfo Ricciardelli; el padre Pepe Di Paola, de la generación media; y los más jóvenes que nos íbamos incorporando.

¿Cómo es vivir en la villa hoy? Hay conceptos como “salvación comunitaria” que allí adquieren un corpus real pero que por fuera de los barrios humildes no se comprenden.
El concepto de salvación comunitaria pertenece al papa Francisco en su encíclica Laudato si’, en el Nº 149**. Hay comedores comunitarios que han fundado mujeres hace 30 años, en el Bajo Flores, durante la crisis de la hiperinflación en el año 1989. Ellas no sólo querían que comieran sus hijos sino también los hijos de sus vecinos. Esa experiencia de salvación comunitaria no quedó allí sino que se extendió a un Jardín comunitario y hoy en día acompañan también a chicos que están en situación de consumo de sustancias. Algunas de estas mujeres ya fallecieron pero muchas siguen dando de sus recursos y de su tiempo para el bien de los demás. Esa preocupación que nace en la vida comunitaria, de lo que le pasa al otro, es tomado por la vida de la Iglesia. El libro del padre Lucio Gera, Nuestra mirada, que una vez editamos, contiene dos documentos de los curas de las villas: el que aborda el tema de la integración urbana y el que habla de la droga despenalizada de hecho, con el comentario de Gera sobre ambos textos. En el prólogo, dice: “Les damos gracias a los vecinos y vecinas por haberle hecho lugar en sus vidas a estos curas”.

¿Qué es la Familia Grande del Hogar de Cristo?
En el documento del 2009 “La droga en las villas despenalizada de hecho” describimos una realidad y la denunciamos; pero ese documento también habla de algunas propuestas de acción; fue cuando buscamos un camino para acompañar a chicos y chicas que estaban en la calle y en consumo. En el pasillo de una villa, hay un chico o una chica tirados: ¿Qué vemos? Quizás algo de esto o combinaciones: consumo de paco-tuberculosis-embarazo-no terminó la Primaria-problemas con la justicias-descarte-invisibilización. Miremos más profundamente: orfandad-falta de amor-de familia. Nosotros le pusimos a esta experiencia, que ya es nacional, Familia Grande del Hogar de Cristo. Las palabras “familia” y “hogar” las tomamos de estos chicos; estamos constituidos como familia ampliada. El corazón de la Familia Grande del Hogar de Cristo, si bien tiene granjas, pequeños hospitales, hogares para dormir, cooperativas de trabajo, está en los centros barriales que se plantan en territorios de sufrimiento y de dolor, como una familia dispuesta a recibir la vida como viene y acompañarla cuerpo a cuerpo. Son dos principios que en su momento nos dio Bergoglio. Son estructuras sencillas en las que transmitimos que somos parte de una misma familia-comunidad. Es lo que dice San Pablo en Corintios 12 sobre el cuerpo: a los miembros más frágiles los tratamos con más decoro, con más cuidado. Este es el espíritu que debe animar. Aquel que viene, aquel que se sale a buscar no es un cliente, no es un paciente, no es un asistido sino que es un miembro de la comunidad y esto cambia el eje. Los hacemos protagonistas.

¿Cómo se combina esto con otras acciones de la Iglesia?

Combina muy bien porque, por ejemplo, los chicos del Hogar Santa María iban tres o cuatro veces a misa en la semana, no sólo el domingo. Antes estaban tirados en un pasillo, sin ser bautizados; hoy participan de la eucaristía. Falló el Estado, falló la Iglesia, falló el mundo adulto. Hoy también hacen retiros espirituales, peregrinaciones, misiones. La experiencia de “Las 3 C” (Capilla-Club-Colegio) entra en diálogo con el sistema preventivo de Don Bosco; no inventamos la pólvora. Y así como el Papa habla de “Las 3 T”, Tierra-Techo-Trabajo, como derechos sagrados, nosotros acoplamos “Las 3 C” como modo preventivo para acompañar.

¿Qué reflexión particular surge en este tiempo de pandemia?
Estamos atravesando el peor momento [N. de la R.: esta entrevista fue realizada el 5 de agosto], no sabemos cuándo el pico de contagios quedará atrás. Como lo plantea el Papa, esta pandemia nos habla también de lo ligados que estamos como humanidad. La respuesta tiene que ser la fraternidad. En la Argentina quedó de manifiesto que muchos de sus 4.416 barrios precarios y villas no tienen accesibilidad al agua potable. Y el agua es esencial, nunca nos hemos lavado tanto las manos con agua y jabón como este 2020. Hay hermanos que no acceden al agua y esto propicia los contagios. ¿La nueva normalidad será acostumbrarnos a que haya gente que no tenga agua potable? Estamos hablando de un derecho humano.

* “177. El kerygma tiene un contenido ineludiblemente social: en el corazón mismo del Evangelio está la vida comunitaria y el compromiso con los otros. El contenido del primer anuncio tiene una inmediata repercusión moral cuyo centro es la caridad.” (Evangelii gaudium, I. Las repercusiones comunitarias y sociales del kerigma)

** “149. También es cierto que la carencia extrema que se vive en algunos ambientes que no poseen armonía, amplitud y posibilidades de integración facilita la aparición de comportamientos inhumanos y la manipulación de las personas por parte de organizaciones criminales. Para los habitantes de barrios muy precarios, el paso cotidiano del hacinamiento al anonimato social que se vive en las grandes ciudades puede provocar una sensación de desarraigo que favorece las conductas antisociales y la violencia. Sin embargo, quiero insistir en que el amor puede más. Muchas personas en estas condiciones son capaces de tejer lazos de pertenencia y de convivencia que convierten el hacinamiento en una experiencia comunitaria donde se rompen las paredes del yo y se superan las barreras del egoísmo. Esta experiencia de salvación comunitaria es lo que suele provocar reacciones creativas para mejorar un edificio o un barrio.” (Laudato si’, III. Ecología de la vida cotidiana)

Ver nota original: https://www.revistacriterio.com.ar/bloginst_new/2020/11/10/mons-gustavo-carrara-la-piedad-popular-es-una-mistica-con-gran-potencial-de-santidad-y-de-justicia-social/

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“Voy a Palito conmovido y contento”

En diálogo con Radio Pan y Trabajo el Padre Charly Olivero habló de todo: de su próximo destino pastoral en villa Palito como párroco de San Roque González y Compañeros Mártires -continuando la enorme tarea iniciada por el Padre Basilicio “Bachi” Brítez- de sus primeros pasos pastorales, de su experiencia misionera en el Hogar de Cristo y de la Jornada Mundial de los Pobres.

El Padre Charly Olivero ha estado viviendo -durante los últimos 18 años- en Caacupé Barracas, en la villa 21-24, en donde participó del nacimiento de los Hogares de Cristo. Actualmente es capellán del Hospital Santojanni, que desde que se inició la pandemia es un hospital de campaña, donde viene realizando la tarea fundamental de asistir a personas mayores con coronavirus: darles de comer, darles la comunión, palabras de aliento, la extrema unción. Este año Charly tuvo dengue, coronavirus y vió morir a su amigo el Padre Bachi Brítez, de hecho la persona que despidió a Bachi de este mundo fue Charly. A pesar de todo lo vivido en este año tan intenso -o quizá por todo lo vivido en este año- Charly está feliz: el 8 de diciembre asume como párroco de San Roque González y Compañeros Mártires en villa Palito, para continuar con la enorme tarea iniciada por el Padre Bachi.

En una entrevista con la Radio Pan y Trabajo realizada ayer viernes 12 de noviembre Charly compartió su camino vocacional y habló de todo. 

Despedir a un amigo

“Yo era muy amigo de Bachi, de hecho fui el último que lo vió. La familia estaba en cuarentena, Julia, la mamá de Bachi, había dado positivo y estaban todos en cuarentena, (después doña Julia falleció también) y el médico les había dicho “estaría bien que vinieran (a ver a Bachi)”. Y yo entendí que si decía eso era porque estaba muy mal y posiblemente se vaya.

“El Padre Bachi camina con nosotros”

Entonces le pedí a la familia de Bachi la posibilidad de ir yo a verlo, y bueno, fui al San Camilo donde estaba internado y le prometí que le iba a cuidar a su familia y su comunidad. No me imaginé mucho más, pensaba más bien estar atento a lo que hiciera falta.

La cosa es que un tiempito después el Arzobispado de Buenos Aires ve la necesidad de acompañar esta situación de esta parroquia allá en la Matanza, y me lo propusieron y la verdad es que estoy conmovido y contento”.

La Virgen de Caacupé en su vida

“En 1998 yo estaba en el primer año del seminario, y mi párroco que era en aquel momento el padre Oscar Ojea, hoy obispo, arma un grupo y nos manda a la villa 21 a hacer un poco de apoyo escolar.

Y no sé si fue en la primera o en la segunda visita a la villa que me paro delante de la Virgen de Caacupé y le digo: ´¡Virgencita traéme!´

Luego, en el año 2002, yo estaba en la mitad del seminario, yo estaba mal, y surge en el diálogo con los superiores del seminario y con el cardenal Bergoglio la posibilidad de ir a vivir a Barracas, y desde ese momento yo estuve en Barracas porque me llevó la Virgen de Caacupé. Y bueno, ahora me voy de Paraguay a Paraguay, porque la villa 21 son todos paraguayos y la Palito también. Entonces te lo digo desde Bachi y desde la Virgen de Caacupé: estoy dispuesto, contento, me siento llamado”.

El Hospital de campaña Santojanni 

“Desde 2002 estoy en la villa 21 de Barracas y venía coordinando el Hogar de Cristo, que es una red grande, para acompañar personas que tienen problemas con la droga… la cosa es que en agosto haciendo Ejercicios Espirituales que hago todos los años me doy cuenta de que me tengo que correr de la conducción del Hogar, empiezo a caminar eso, hablo con el Obispo, y termino en el hospital Santojanni.

Llego al Santojanni el 1° de marzo y el 7 de marzo me agarro dengue. Estuve 15 días -porque me pegó fuerte- y cuando volví ya estábamos con la cuarentena puesta. Y al poquito tiempo declaran al hospital Santojanni como uno de los hospitales de referencia del Covid, de los 4 hospitales públicos de la ciudad elegidos por sus características. El Santojanni tiene la particularidad de tener oxígeno central, con lo cual en todas las camas tienen oxígeno.

Entonces progresivamente el hospital se va llenando más y más y más de casos de Coronavirus, de 4 pisos pasa a haber 3 pisos enteros relacionados con el Corona. 

Y el hospital, por precaución, les dijo a las voluntarias que no fueran más, voluntarias que son un lindo equipo pero son señoras grandes, de riesgo,  y es entonces cuando se les prohíbe el ingreso de las familias, como pasó en los hospitales en general desde la pandemia.

Entonces me empecé a encontrar personas que llegaban de geriatricos, de hogares o con algún problemita de salud mental que no podían comer solos, o porque eran grandes y necesitaban que les dieran de comer, o porque estaban contenidos, viste cuando se sacan las vías y se quieren ir, entonces me di cuenta que lo que había que hacer era dar de comer. 

Al principio había muchísima tensión en el hospital, mucho miedo en general, en las trabajadoras y los trabajadores de la salud, porque aparte les decían que no podían estar más de 15 minutos y el trabajo que tenían que hacer llevaba más de 15 minutos.

Entonces entendí que el lugar mío era humanizar un poco la situación generada por la pandemia”.

Humanizar la pandemia en el hospital

“En primer lugar humanizar es escuchar y atender las necesidades básicas de una persona que no puede comer.

En segundo lugar, como es una enfermedad que te aísla, es tener un trato humano, personal, hablar, acordarse el nombre, todas las cosas que sufrieron las consecuencias del miedo.

Entonces era también entrar vestido como de astronauta, con camisolín, barbijo quirúrgico, antiparra, máscara, cofia, botas, ¡de todo! Y eso que yo no usaba el mameluco. Entonces me dí cuenta de que los guantes transmitían la temperatura de la mano, entonces poder acariciar una persona convaleciente, mirar a los ojos, un montón de cosas, el corazón tenía que ser un soplete de ternura para que atravesara toda esa indumentaria que uno tenía que ponerse para conectarse con el otro porque sino era muy difícil.

Y después me conseguí esas bolsitas tipo ziplcoc que tienen el cierre, y empecé a meter el teléfono ahí y empecé a contactarlos con su gente. Les hacía la videollamada, porque había mucha gente que no tenía teléfono, gente más grande, gente que había quedado aislada y por ahí se pasaba 2 meses en el hospital y no tenía contacto con nadie. Eso también fue muy lindo. Incluso gente que estaba por morirse el día que podían ver por la pantalla a la familia se volvían locos.

Y también expresarle a la persona que está enferma el cariño de la familia. A veces es una comida que las familias me traían y yo se las llevaba, era como decirles mirá, no te olvidaron, aunque no los ves, no te olvidaron, están con vos, te quieren, te mandan esto… (les daba) el cuidado que le daría la familia y que por todas las circunstancias que había en el hospital no lo podían dar”.

Reverdecer de la fe en la pandemia

“Desde ya que a partir de eso las preguntas religiosas agarraban un cauce enorme también, y no porque yo pensaba en imponerlas sino porque la caridad habla, es el vehículo para Dios.

Imaginate la cantidad de personas de otro credo que vinculé con la familia, ¡muchísimos!

Había una mujer, divina, que tenía corona y tenía un tumor en la base del cerebro, y entonces yo le hacía la videollamada con toda la familia que eran Evangélicos, y traían a la pastora, entonces era muy lindo porque ellos rezaban por mí, y me pedían que le diera la unción de los enfermos. O gente bautizada católica y que después se había alejado a otros credos y me pedían la unción, la comunión. Este año en el hospital es impresionante cómo germinó la fe”. 

El Hogar de Cristo

“Yo en los últimos años me dediqué a viajar, por el país por todos lados, porque estaba animando el Hogar de Cristo que son 200 comunidades en todo el país en todas las provincias, en otros países, en Uruguay. Me la pasé viajando muchísimo y cuando volvía a la villa 21 -que es mi casa- bueno, me recostaba sobre la comunidad de la parroquia y de las chicas y los chicos que estuve acompañando durante años y que son como mi familia.

Encuentro de la Federación de Hogares de Cristo, Luján, septiembre 2019.

Pero estuve todo el tiempo viajando, que también fue providencial porque este año me tenía que inventar un trabajo porque no podía viajar. Y esta situación del hospital me obligaba a ponerle el cuerpo yo, porque generalmente yo entendía lo que había que hacer, lo empezaba a hacer, armaba un equipo, daba un paso adelante… pero acá no pude organizar, acá tuve que poner el cuerpo sí o sí. Y eso fue también un escalón que Dios me dio para volver a tocar la carne de Cristo en los más rotos. Porque en los últimos años me la pase pensando en la estrategia, cómo íbamos a hacer los cursos del Hogar de Cristo, cómo íbamos a entrar en una provincia discutiendo las políticas, todas cosas pastorales. La animación tiene eso, a veces tiene pocas raíces en un lugar concreto. Bueno, el hospital me devolvió eso”. 

Ser Cura Villero

“Soy un afortunado, soy profundamente feliz porque al seguir a Jesús el vínculo con Dios es un canal de gracia… pero no es la repetición de una fórmula o la vida acomodada a una estructura sino justamente es ir encontrando el espacio que Él te señala. A mí desde el primer día de mi vocación me llevó a los más rotos. La experiencia de Dios y la experiencia de los más rotos a mi vida llegaron juntos. 

Charly, el Tano Angelotti, Pepe di Paola, Mons. Joaquín Sucunzza, Mons. Gustavo Carrara, Eduardo Drable, Toto de Vedia y Pedro Bayá.

Capaz que de chico… de chico tengo recuerdos de estar muy en Dios. De entrar a mi parroquia y ver la luz entrando por los vitrales, yo era del Socorro (Juncal y Suipacha), y escuchar el órgano de Segade, esa es la imagen que tengo de la infancia.

Dios a mí me llamó para estar con los más rotos, y si estoy ahí estoy con Dios.

Los más rotos también son los destinatarios de la predilección de Dios y cuando estás con ellos también te contagias esa bendición”. 

IV Jornada Mundial de los Pobres

“El Papa propone superar el aislamiento que nos coloca la sociedad del descarte. Tender la mano es superar las distancias, es sentir la temperatura de la mano, sentir lo que le pasa al otro en carne propia, es comprender que también a cada uno de nosotros nos tuvieron que dar la mano, sino no podríamos vivir.

El Papa plantea que cuando nos empezamos a sentir parte del mismo destino ahí se abre otro horizonte.

A los más pobres no hay que mirarlos como gente que hay que ayudar, los tenés que ver como alguien que podría estar sentado en tu mesa, que podría ser tu amigo, tu amiga, con quien podés confraternizar, sentir lo que siente en su corazón.

Esta imagen de dar la mano le pone cuerpo a algo que podría ser superar la beneficencia, no se trata de dar una limosna y nada más, es superar la distancia, los muros simbólicos.

Cuando Jesús toca al leproso es todo un símbolo, nadie los tocaba. Jesús supera esa grieta, ese muro, acorta esa distancia y se conecta. 

Esta imagen que pone Francisco que la saca del Libro del Eclesiastico, del Antiguo Testamento, apunta justamente a esto, a acortar la distancia; hacéte amigo, si vas a darle algo de comer sentáte a comer vos también y disfrutá del momento, apunta a achicar la distancia”.

Ver nota original: https://curasvilleros.wordpress.com/2020/11/14/voy-a-palito-conmovido-y-contento/

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Declararon ciudadano ilustre post mórtem de La Matanza al Padre “Bachi”

La iniciativa para homenajear al sacerdote y referente del barrio Almafuerte fue promovida por el Departamento Ejecutivo local. Entre los argumentos, se encuentran la “destacada labor comunitaria que desarrolló en pos del bienestar de los humildes” y su papel preponderante en la urbanización de Villa Palito.

Este jueves, en una nueva sesión ordinaria, el Concejo Deliberante de La Matanza declaró ciudadano ilustre post mórtem del Distrito al párroco Basilicio Brítez, popularmente conocido como Padre “Bachi”, quien falleció a fines de agosto por complicaciones de salud derivadas del COVID-19 y luego de luchar varios meses contra la enfermedad. El reconocimiento local llegó una semana después de que, mediante una iniciativa similar, lo hiciera la Legislatura bonaerense.

Entre los argumentos presentados en el proyecto que se transformó en ordenanza, el Ejecutivo expresó su rol fundamental, desde la parroquia San Roque González y Compañeros Mártires, en la “transformación social y espiritual en la comunidad del barrio Villa Palito” y de ser referente de otros barrios como Puerta de Hierro, San Petersburgo, 17 de Marzo y 17 de Marzo (bis). Además, destacaron su desempeño en Colonia Mi Esperanza, en Isidro Casanova, el trabajo junto a Madres del Paco, la creación de comedores, centros para la recuperación de adicciones, centros de formación profesional con talleres de costura y panadería, y jardines de infantes.“Después de gestionar con las autoridades del Municipio y la Provincia, logró la transformación de la Villa Palito en el Barrio Almafuerte, exiliando a mil familias de la marginalidad”, destacaron.

Al mismo tiempo, reconocieron que, “después de años de gestionar con las autoridades del Municipio y la Provincia, logró la milagrosa transformación de la Villa Palito en el Barrio Almafuerte, exiliando a casi mil familias de la marginación”. Por último, recuperaron las palabras que el obispo de San Justo, Eduardo García, expresó en el marco de la misa celebrada en su memoria, en la que aseguró que “’Bachi’ cargó con la cruz de ser distinto, de ponerse al hombro a los marginados”.

En una votación cargada de emoción, el titular del bloque del Frente de Todos, Ricardo Rolleri, recordó el día de su despedida al destacar “la pasión y sensibilidad de la gente que lo acompañó a su última morada” en un hecho que consideró “increíble por la cantidad” pese al contexto de pandemia.
“Ahí se reflejó su grandeza, aun después de muerto. Por eso, hoy, pasó a ser ciudadano ilustre post mórtem de La Matanza”, añadió el titular del espacio oficialista. Al mismo tiempo, entre lágrimas, la concejala María del Carmen Cardo lo recordó con el lema que “Bachi” eligió para su ordenación y que obtuvo de Carlos Mugica, el sacerdote asesinado por la Triple A: “Señor, sueño con morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos”.


Para ver nota original: http://www.el1digital.com.ar/articulo/view/97335-declararon-ciudadano-ilustre-post-mortem-de-la-matanza-al-padre-bachi?fbclid=IwAR2feUnSLXznJf54x4iHIy0zD87ZnyOiUCRoyNqzQXhtCsiCU_PDaqRV2rU

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Un nuevo Hogar de Cristo abrió sus puertas en Moreno

Con el lema “Abrazados a Martín y María queremos seguir caminando por las sendas de la paz, la justicia y la alegría”, la comunidad de San Martín de Porres, en Moreno Sur, diócesis de Merlo-Moreno, inauguró un Hogar de Cristo.

El acto de inauguración se llevó a cabo el martes 3 de noviembre, en el último día de la novena patronal. Durante el día, la imagen fue misionando las diferentes comunidades que integran la parroquia. 

Los festejos finalizaron en el predio de la capilla Sagrado Corazón con la celebración de la Eucaristía: reunidos alrededor de la mesa del altar, los presentes pidieron la gracia del Santo de la Escoba, en especial para este tiempo de pandemia.

La celebración tuvo lugar en el predio abierto con las normas establecidas, y  estuvo presidida por el obispo de Merlo-Moreno, monseñor Fernando Maletti. Concelebraron la Eucaristía monseñor Gustavo Carrara, obispo auxiliar de Buenos Aires; el presbítero Fabián Sáenz, vicario general de la diócesis; el párroco del lugar, presbítero Leonardo Silio, y el presbítero Nicolás Angelotti.

El acto de bendición de las instalaciones contó también con la presencia de autoridades nacionales, provinciales, municipales y representantes de la Familia Grande del Hogar de Cristo, que en esta nueva sede ya tiene trece nuevos integrantes.

En su homilía, monseñor Maletti expresó: “Este lugar en el que estamos es un signo: la Iglesia es una comunidad de creyentes, donde reina la misericordia”. Además, recordó que en nuestras comunidades “nadie está llamado a quedarse afuera”.

“Dios quiera que muchos podamos imitar al santo de Porres, en su servicio silencioso y fecundo a los hermanos”, anheló el prelado.

La celebración de la Eucaristía se vivió con una profunda emoción por parte de los fieles y de los nuevos integrantes.

El presbítero Leonardo Silio, párroco del lugar, en sus palabras de agradecimiento manifestó: “Queremos ser hermanos en la acción, poder mirarnos los unos a los otros y saber que el otro me necesita. Que ese hermano que está a mi lado, es un hermano que camina conmigo, y como camina conmigo en algún momento vamos a tenderle la mano. Por eso nos acompaña este lema: ‘La vida como viene’ corazón de los Hogares de Cristo”.

Para finalizar, el presbítero Silio compartió unas líneas escritas y dedicadas a estos jóvenes que comienzan a transitar en el hogar, de puño y letra del papa Francisco. Allí los estimula diciéndoles: “¡Adelante!  ¡A no aflojar! Hay muchas cosas lindas para hacer, para construir… no se desanimen por las dificultades.”

Monseñor Gustavo Carrara, por su parte, saludó a la comunidad en este nuevo paso, alentando a los jóvenes a seguir poniéndose de pie para salir a buscar a otros: “Sabemos que nuestra alegría está en llegar al hermano que estaba caído y hoy está de pie”.

Seguidamente, uno de los jóvenes integrantes del nuevo hogar compartió su testimonio, y la celebración finalizó con la bendición de las instalaciones de parte del obispo Fernando Maletti.+

Ver Nota original: https://www.aica.org/noticia-un-nuevo-hogar-de-cristo-abrio-sus-puertas-en-moreno?platform=hootsuite&s=08

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