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La lucha de los curas villeros contra las drogas

Mientras el consumo y el narcotráfico avanzan en el Conurbano bonaerense, un grupo de sacerdotes se dedica a lo largo de su vida a salvar a los más desprotegidos en el corazón de las villas.

La muerte del sacerdote tucumano Juan Viroche sacudió por completo a la comunidad eclesiástica y a la sociedad en general. Ni bien se conoció la trágica noticia, no fueron pocos los que vincularon el hecho con “las mafias del narco-tráfico”. La autopsia no importó, y el de-senlace de la investigación pasó a un segundo plano. Tanto los vecinos de la pe-queña localidad de La Florida como los colegas eclesiásticos de Viroche sostienen que “a Juan lo asesinaron por sus denuncias contra del narcotráfico”. De hecho, el párroco estaba amenazado.

A lo largo y ancho del país son numerosos los curas que dedican su servicio a la lucha contra la venta de drogas y las adicciones. En el Conurbano bonaerense, al menos, son ocho los que trabajan en este sentido; liderados por el obispo Fernando Maletti, uno de los principales referentes del cordón urbano. Maletti asumió en el mando de la diócesis Merlo-Moreno en 2012, nombrado específicamente por orden del Papa Francisco y dedica su servicio a la ayuda de los olvidados por el Estado y alcanzados por la pobreza, la desocupación, la violencia y las adicciones.

La Iglesia Católica en sí misma no se ocupa de la lucha contra el crimen organizado, sino que lleva adelante tareas de prevención y recuperación para adictos, el último eslabón de la cadena del narcotráfico.

“Nuestra misión es contener, acompañar y prevenir, tanto a las familias como a los mismos chicos y chicas que ca-en en este flagelo en las villas y barrios del Conurbano bonaerense. Los sacerdotes que estamos allí tenemos un protagonismo muy fuerte, sobre todo en el acompañamiento”, contó a La Tecla el obispo.

Muchas veces, hablar de Conurbano bonaerense supone una cierta generalidad, más aún cuando se lo vincula con cuestiones relacionadas a la marginalidad y el abuso de estupefacientes. Los sacerdotes que trabajan día a día junto a esta problemática aseguran que si bien hay “puntos calientes” del Gran Buenos Aires en donde la droga golpea más fuerte, es una realidad “igualmente cruda en todos lados”. No obstante, en las villas de emergencia de Buenos Aires y algunos barrios de algunos partidos del Conurbano es donde se registra mayor fragilidad.

Por ejemplo: en el distrito de San Martín, donde se encuentra el padre José María Di Paola, más conocido como “padre Pepe”. En el corazón de La Cárcova, el párroco apunta a la prevención del consumo en los más jóvenes, un consumo que “crece en la medida que disminuyen las alternativas”, según sus propias palabras. Di Paola vivió en carne propia las consecuencias de las “mafias”, las mismas que, sospechan, terminaron con la vida del cura Juan Viroche, en Tucumán. “Me tuve que ir a Santiago del Estero dos años, perseguido por las mafias que operaban en la Ciudad de Buenos Aires”, señaló el sacerdote a este medio.

Los llamados “Hogares de Cristo”, donde nuclean las actividades para luchar contra la drogodependencia, se extienden tanto en el norte como en el sur del cordón. En San Isidro, el principal referente es Juan Manuel “Cheché” Ortiz de Rosas -descendiente del histórico caudillo de la Confederación Argentina-, quien encontró el método para sacar a los chicos de las calles: el fútbol.

Uno de los casos más emblemáticos es el del cura Miguel “Pancho” Velo, quien recibió amenazas tras denunciar a las “mafias” del ex intendente de Merlo, Raúl Othacehé. En la parroquia Inmaculada Concepción, de Pontevedra, debió soportar la presencia de infiltrados en sus misas que controlaban sus sermones. Velo recibió el apoyo personal del Sumo Pontífice, Papa Francisco, quien no sólo visibilizó la problemática, sino que también le puso un freno al avance de los mensajes intimidatorios.

Lo cierto es que cada uno de los párrocos utiliza sus propios métodos para contener a los más jóvenes. “No podemos ser la misma Iglesia de hace 50 años”, admitió uno de los curas villeros.

Y sí, hay que modernizarse. Tal es así, que el padre Hernán, quien trabaja en el distrito de Almirante Brown, abrió una cuenta en Twitter. A través de la red social del pajarito comparte las jornadas solidarias y mensajes de esperanza a sus seguidores. Recientemente anunció la apertura de un Centro de Atención y Acompaña-miento Comunitario, en el que brindarán respaldo a las víctimas del flagelo de las adicciones.

También se puede mencionar a Basilicio Britez Espínola, o el “padre Bachi”, como todos lo conocen en Villa Palito,
en el partido de La Matanza. Desde los 10 años vive allí, donde “todo es más cuerpo a cuerpo”, dijo, con relación a la cercanía con los vecinos.

Algunos tendrán mayor exposición que otros, pero lo cierto es que en cada rincón del Conurbano un sacerdote está dispuesto a dedicarse, por completo, a la pelea contra las adicciones y, así, hacerle frente al narcotráfico.

http://www.latecla.info/4/nota.php?nota_id=78845

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“El paco hizo explotar la marginalidad en las villas” Gustavo Carrara y Pablo Vidal

Ayer pasada las 20.30, en el Colegio del Huerto, el padre Gustavo Carrara (Vicario episcopal para los Curas Villeros de Buenos Aires) y Pablo Vidal (Director de los Hogares de Cristo de Buenos Aires) estuvieron en nuestra provincia como panelistas invitados al tercer encuentro organizado por la Pastoral de Adicciones de Tucumán.

El lema de la mesa panel era: “Una propuesta eclesial a problema de la droga”, y los visitantes fueron invitados con la intención de que hablen sobre la problemática de la droga, en especial de la juventud, temas que conocen en profundidad por su experiencia y labor en villas marginadas de la provincia de Buenos Aires.

En su relato, el cura villero Carrara expresó: “El paco hizo explotar la marginalidad en las villas. La ausencia de las familias, de los afectos, es algo que no muestran las estadísticas y es lo que más duele de todo esto”.

Carrara relata su mirada desde el lugar que le toca, en Bajo Flores, en la Villa 1-11-14, como principal artífice junto al, en ese entonces, cardenal Bergoglio de la creación del Centro Barrial allá por el 2008.

Allí los chicos que sufren adicciones llegan cada día pasadas las 17. Algunos se bañan, otros aprovechan para distenderse y practicar deportes, jugar a las cartas, lavar su ropa, toman su mate cocido y tienen las puertas abiertas para quedarse a dormir si gustan, pero nadie es forzado a quedarse en el Centro.

El aprendiz del Papa Francisco toma una de las frases habituales del Sumo Pontífice y la lleva como lema de su labor. “Hay que recibir la vida, como la vida viene”, repite y agrega: “No queremos perder ningún chico más, entonces los Centros Barriales se disponen a recibir la vida, como la vida viene. No podemos pretender que ellos vivan la vida que nosotros queremos. Ellos van a elegir lo que quieren de su vida y nosotros los acompañamos”.

Pablo Vidal, representante del programa Hogar de Cristo que brinda contención y atención de personas que se encuentran en situación de sufrimiento social por el consumo de drogas, dentro del Centro Barrial Huertado, indicó que “los Centros no buscan competir con nada, ni eliminar otro tipo de tratamiento. Buscamos, simplemente, potenciar el trabajo de los otros agentes que abordan la problemática”.

A su vez, el coordinador del Centro, accedió a las preguntas de los presentes en el colegio y opinó que “el Estado tiene la obligación de bregar por los derechos de todos. Podemos sugerir, persuadir, recomendar caminos, pero es imprescindible la presencia del Estado”.

Por último, resaltó el rol que cumplen los medios de comunicación y su importancia para intentar revertir la situación. “Son muy importantes. Si en vez de decir ‘cuántos chicos son adictos’ los medios pusieran el acento en ‘por qué los chicos están en la calle’, ‘por qué los chicos no van a la escuela ‘ o ‘por qué no están internados’, todo sería distinto”, finalizó.

Del evento participaron decenas de personas entre los que hubo enfermeras, voluntarios de parroquias, comunicadores y todos participaron del debate.

http://eltribunotucuman.com/webapp/paco-explotar-la-marginalidad-las-villas/

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