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Tensiones en el barrio

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Tensiones en el barrio

Romina y Graciela

CB Virgen del Carmen – Yerba Buena, Prov. de Tucumán

Nuestro Centro Barrial está en una zona de Tucumán donde hay una diferencia social y económica importante. Estamos en Yerba Buena cerca de las montañas, del cerro, y tenemos la particularidad que nuestro centro funciona en los salones de la capilla. Antes, funcionaba un poquito más metido en el barrio en una fundación que vio crecer desde niños a los chicos que hoy recibimos en el centro.

En una primera instancia, estábamos en ese lugar pero, a raíz de algunos inconvenientes, nos mudamos al salón de la capilla. Teníamos bastante miedo y fue la primera tensión que se generó en nuestro centro por mudarnos de casa porque pensábamos que los chicos no iban a seguir al Hogar.

También creíamos que estaban muy cómodos donde había sido el inicio y que cambiar de casa al salón de la capilla ya era el primer gran desafío. Para gran sorpresa los chicos han continuado la experiencia y funcionamos hace casi ya dos años en el nuevo lugar. La presencia del Hogar en el barrio va generando muchísimos cambios.

La tensión que se vive es que estamos separados por una calle de los barrios privados con paredes de hasta 5 metros de alto. Si bien los chicos son los que van y les dan servicios de jardinería, o albañilería, muchas veces, cuando entran al barrio también han hecho el trabajo de logística para después entrar a robar a los vecinos.

¿Cómo se va trabajando con eso? Hay cosas que no se pueden modificar y se plantean como un desafío para el equipo para después trabajar adentro. Pero también ver cómo puede ser la presencia del Hogar como muestra y signo de que el cambio es posible y como invitación permanente al otro a acercarse, colaborar y participar en la generación de un cambio.

Para sorpresa nuestra, después de casi tres años como centro y de hacernos visible en diferentes organismos, en las misas, y en el mismo barrio participando de las actividades más sociales, hoy tenemos gente del country que están colaborando en el Hogar. Han apostado en vez de seguir haciendo la vista gorda y pasar rápido en el auto por la calle, a bajarse, a parar, a saludar y ver qué pasaba. Ese cambio que se estaba gestando ahí llamaba la atención. Ya tenemos gente que está colaborando activamente como voluntario del Hogar. Esto genera y ha muchos sentimientos encontrados.

Entendemos que es un proceso que lleva tiempo. Es muy puntual para nosotros porque es una ciudad que tiene esta particularidad, la gente se va sumando. Las tensiones no solamente con los vecinos sino también con los organismos que tenían como estereotipados a estos chicos. Los chicos de la plaza, a los cuales no les conocían la cara, ni los nombres. Hay un centro asistencial – de asistencia médica, el Carrillo- y hoy en día los chicos tienen la entrada, incluso sin necesidad que ninguno de nosotros los acompañe aunque lo hacemos. Pero ellos pueden ir y tienen otra mirada. Antes si iban no los atendían, o no los atendían como correspondía.

Hoy en día, a veces, han ido solos y los han atendido de otra manera. Empezaron a ser visibles. Esas tensiones que existían antes, incluso en la Municipalidad, el centro, el mismo comercio… Al ser tan chico todos se conocen. Ellos los han visto pequeños y de pronto estos chicos entraban a robar en su propio comercio. Entonces, hay gente ahora que también nos hace donaciones.

Esa tensión que había porque entraban robar, a la vez que ellos están generando un cambio, la gente está apostando a ese cambio por mínimo que vaya siendo. Por lento que vaya siendo ellos colaboran también con donaciones. Otra tensión se da en los colegios y con la policía, esa es una de las más marcadas. Hay momentos que uno quiere tener la seguridad de que hay alguien que te protege, pero a veces, los abusos de autoridad nos llevan a estar parados en otro lugar. No porque los estemos socapando, o siendo un aguantadero como dicen de nosotros… Lejos de la realidad. Ellos se van dando cuenta que no es así. No los estamos encubriendo en algo que están haciendo, sino simplemente los recibimos y los acompañamos en todos los procesos que tengan. Si van presos los acompañamos, si están lastimados los acompañamos. Ser considerados encubridores es también una tensión que vivimos todos los días.

Cuando estamos llegando al Hogar y vemos una moto de policía es sentir la tensión en el cuerpo porque pensamos que les puede estar pasando algo a algunos de nuestros chicos. Todavía no se ha generado una manera de trabajar en conjunto. Si bien se han logrado cambios, se siguen generando esas tensiones con la policía, en algunos lugares donde ellos también se presentan. A su vez, va cambiando la mirada de la gente, ahora ya son chicos visibles.

El hecho de tener voluntarios que viven en el country y que de pronto nunca se hubieran imaginado antes estar tomando mate con ellos y sentir que los aman. Hay momentos en que se van aflojando y otros donde todavía continúan. Eso es permanente y lo sentimos en el cuerpo.

Abel

CB Virgen del Carmen – Yerba Buena, Prov. de Tucumán

A pesar de que llegó el Hogar al barrio, cambió mucho y ahora los chicos están yendo mucho, no podemos pararnos en la esquina porque la policía viene y lo saca disparando. Y eso que ya cambiamos todo. El Hogar significa mucho para nosotros porque para mí me cambió mucho la vida. He estado mucho tiempo en el tema de la droga y hasta el día de hoy, gracias a Dios, les agradezco a los voluntarios que estoy saliendo adelante.

Celina

CB Virgen del Carmen – Yerba Buena, Prov. de Tucumán

A todos nos debe pasar, en cada uno de nuestros grupos, que en algún momento nos tensionamos, nos enojamos o discutimos con el otro. Esto pasa y va a pasar siempre, porque somos personas distintas con opiniones diferentes. Graciela contaba el tema de los distintos dispositivos del Estado o de distintas fundaciones que también nos acompañan cuando lo necesitamos. Cuando necesitás una mano porque el acompañamiento desde el Hogar no es suficiente, tenés que acudir a otras personas.

Contábamos el tema de la policía, es difícil. Cuando la necesitás y la tenés que llamar y vienen a decir “ahora me necesitan a mí”. ¿Cómo cortar esa tensión? Es un trabajo muy grande, muy fuerte, que se hace pasito a pasito. Lo mismo con la gente del barrio que cambió mucho pero no significa que no haya tensiones. Para muchos siguen siendo delincuentes, drogadictos y muchísimos otros adjetivos que se pueden imaginar.

Visualizar quiénes son ellos es el recurso más importante para mí. Él no es un delincuente o un drogadicto o lo que quieran llamar. Es una persona, se llama Abel, tiene 22 años y es un extraordinario chico y muy valioso. Cada una de las personas que están yendo como voluntarios, como una persona que asiste buscando ayuda, los curas o quien sea, un profesional, son personas valiosas que necesitan ser visualizadas por el otro.

Creo que para cortar la tensión se tiene que utilizar este recurso. Mostrar lo que hace el Hogar de Cristo porque es una tarea muy grande, muy importante. Será de la Iglesia, muchos no compartirán, muchos pensarán que no se puede sólo con el amor, solo con el acompañamiento… Es cierto, creo que tenemos que trabajar mucho con los otros profesionales, hacer trabajo en red, pero lo importante que es nuestra tarea para aflojar las tensiones y para crear vínculos entre estos chicos, su familia, su barrio, su entorno y la sociedad misma.

Esa es la tarea que el Señor nos pone en nuestras manos. Principalmente empezando por las tensiones no extras y personales. Romina Nuestro Centro Barrial tiene la particularidad de que el 90% de los voluntarios somos mujeres. A la hora de episodios puntuales que nos generan tensión, por ejemplo, cuando uno de los chicos se lastima y la ambulancia no quiere entrar al barrio porque tiene miedo que la apedreen los cargamos en el auto y llevamos.

La mayoría de las veces somos las mujeres las que tenemos que responder en estas situaciones. Cuando hay que acompañarlos en el hospital, con la misma familia, estas vienen enojadas y nos piden respuestas. A pesar de que el Centro Barrial produce un cambio significativo en el barrio y se ven las mejoras, las familias creen que el Hogar tiene que suplir las tareas de ellos muchas veces.

Asimismo, el Hogar se vuelve presencia de familia pero no es la familia que en nuestro Centro Barrial los chicos tienen. En nuestro Centro Barrial no hay chicos que vivan en la calle, no tenemos la tensión de la noche, pero sí pasan mucho tiempo en la calle. Nuestra tarea es quitarle horas a la calle abriendo las puertas del centro. La policía, de a poco, va haciendo el cambio con nosotros. Hemos tenido muchas reuniones con diferentes instituciones de nuestro Municipio: policía, asistencia pública, la guardia urbana. A veces, hasta se había vuelto como un hobby levantarlos al pasar y después soltarlos.

Tratar de reeducar esta mirada sobre los mismos muchachos y mantenernos permanentemente alertas ante cada tensión que se va generando y siempre buscar una respuesta.

Claudia

CB San Miguel Arcángenl – San Miguel, Prov. de Buenos Aires

Nuestro contexto es totalmente distinto, estamos emplazados en el centro mismo de San Miguel, a una cuadra de la estación, en medio de todos los negocios, del centro comercial. Trabajamos con chicos de todas las edades, nos llegan chicos de 10 años como de 70. Así que es bastante distinto al manejo pero también sufrimos las tensiones. ¿Qué es una tensión? Un cuerpo sometido a dos fuerzas opuestas que ejercen atracción. A nosotros nos ocurre con los comerciantes, vecinos, la policía, porque son comunidad. Es la comunidad.

Nosotros necesitamos de los comerciantes, necesitamos de los vecinos, necesitamos de la policía, porque solo en comunidad podemos sostener el recorrido que los chicos van a hacer para su recuperación. El problema es que tienen intereses diferentes. Cuando vienen los chicos al Centro Barrial buscando ayuda, pidiendo una mano, o un abrazo nosotros los recibimos, porque el Hogar de Cristo recibe la vida como viene.

Pero, los comerciantes o los vecinos sufren que ese chico que ahora está a una cuadra de su negocio es el mismo que les robó hace seis  meses o les puede robar mañana. Los chicos no llegan al Hogar y se recuperan de un día a otro –eso no se puede hacer- o toman la fuerte convicción de no volver a delinquir. Entonces, puede ser el mismo que se metió en mi casa o que se puso de joda o a jalar o a fumar en la puerta de mi casa y no quiero eso porque tengo hijos, porque tengo familia, y no quiero verlos en la puerta.

Invisibilizarlos es la mejor manera de corrernos y no sentirlo. También esas personas lo sienten en sus cuerpos pero si lo invisibilizo no lo siento. Anulo el dolor que me produce ver cómo está mi sociedad, mi comunidad. Ese es el recurso que buscan quizás. Me escondo de esto, me tapó los ojos y no pasa por mí.

El Centro Barrial tiene que estar sometido, por un lado, a esta fuerza que tiene la comunidad que pide protección, que pide estar tranquilo, que pide que no le hagan barullo, que no le roben, que no griten en la puerta, que no pasen corriendo: “Se esconden con ustedes, los protegen, es un aguantadero”, decían ellas. Por otro lado, también está sometido al pedido de una mano extendida de estos chicos que piden amor y cuidado.

La sociedad pide protección porque todavía no pueden entender quizás qué es lo que les ocurre. La única manera es tratar de alivianar esta tensión buscando estrategias que los haga participar de este proceso, que los puedan ver, que los conozcan. Es muy difícil y un proceso muy lento. Cuesta mucho, pero hay que ponerlo a caminar. Es lo que nosotros intentamos como Centro Barrial.

Daniela

CB San Miguel Arcángenl – San Miguel, Prov. de Bs. As.

Somos Caritas, pertenecemos a la catedral de San Miguel y hace cinco años venimos trabajando. Es un mismo edificio en el que recibimos hombres en situación de calle, adultos. Hace un año, se abre el Centro Barrial y formamos parte del Hogar de Cristo. Veníamos trabajando a nuestra manera, sin saber lo que era recibir la vida como viene, sin conocer esta parte de la Iglesia que se movilizaba.

Cuando abre el Centro Barrial hace un año se sumaron mis compañeros al trabajo que veníamos haciendo. Decíamos recibir la vida como viene… A la semana de abrir el Centro Barrial nos quedamos sin vidrios, sin rejas, sin puertas. Uno se entusiasma, a veces se embala, y malinterpreta la frase porque parece que no hubiera límites, parece que tengo que abrir y aunque destrocen todo tengo que seguir abrazando. Eso generaba tensión.

A veces, se llamaba a la policía porque los necesitábamos por momentos y nos decían dicen: “Dejá de llamarme y cerrá este lugar”. Nos sentamos con ellos para que comprendan nuestra postura, que entiendan a estos chicos y la tensión que se genera hasta que al otro le llegue el momento de que quiera sumarse este cambio. Hay muchos que quieren sumarse y no voy a cerrar el lugar por todos. Tendremos que esperar el tiempo del otro hasta que deje de rompernos las ventanas, deje de trepar los muros.

Genera angustia, genera bronca, genera frustración. ¿Qué hacemos? Al final no estás ayudando ni a la comunidad ni estás ayudando a los pibes. También exige del equipo todo el tiempo estar repensándonos. Tratamos de una vez por semana ponernos un día en que todo el equipo esté presente para pensar qué hacer con tal situación. Siempre está el más rígido, hay otro uno que es más mamá o más papá, otro más hermano. Tratamos de conversar para evitar la tensión porque a veces nos miramos hasta con odio.

Saber que esa tensión es con tus ideas, no con tu persona. Sino estos roces también generan tensión al resto del equipo. Además, está la tensión entre los mismos muchachos. Trabajamos con nenes muy chiquititos hasta personas de 70 años. Personas de 30, de 40. Muchos te dicen: “Yo fui adicto pero yo no era tan irrespetuoso, como estos pibitos”. Quizás uno tiene 30 y unos tienen 17. Y les decís: “¿No fuiste adolescente?” y te dicen: “Daniela, pero no así.” Cuando se genera una pelea o una tensión, son ellos mismos los que condenan a los pibes que están en la calle. “Lo van a echar… me imagino.” Si al otro día el pibe entra porque conversaste… “Bueno, acá pasa cualquier cosa.”

Estas cuestiones nos pasan todo el tiempo. El que está hace un mes que se está cuidando, ya se cree recuperado. Se genera esta tensión porque se pone el dedo acusador sobre este pibe que viene pero está en calle todavía. Tenemos mucha población en situación de calle, la mayoría. Algunos de los adultos algunos duermen en la hospedería. Lo que hacemos siempre todos los días es un cierre. Cuatro y media de la tarde se paran las actividades, limpiamos el lugar, y se da el momento para compartir cómo estoy. Todos tenemos que hablar, cantamos una canción o a veces rezamos, depende el día.

Aprovechamos el momento para decir qué nos pasa con esto, qué nos pasa que hacía un mes estaba comiendo de la basura y tomando acá a la vuelta y ahora soy el que quiere que este pibe no entre, o que porque como tengo 30 miro mal al pibe que tiene 15. Nació en otro contexto. Tenemos chicos que desde los 7 años están en la calle y hace 10 años que están en calle.

Por ejemplo, con los vecinos cuando se mandan alguna macana, acompañamos al muchacho a golpearle la puerta al vecino y le pedimos disculpas. Esa pequeña acción es la que pudimos hacer hasta ahora para que pueda entender nuestro lugar. El centro ahora cumplió un año en agosto. Fuimos casa por casa a invitarlos a un asado. Dentro de dos semanas tenemos el primer festival del Centro Barrial. Es totalmente una excusa para mostrar a los chicos que cantan y hacen alguna acción.

También invitamos a los vecinos: necesitamos la pata comunitaria. Muchas veces cuando nos acercamos con ellos a pedirles disculpas, aflojan.

Claudia

A veces no da resultado pero se sigue intentando. Para el cumpleaños se invitó a los vecinos, se llevaron las tarjetitas, pero no vino ninguno. Esperemos que para el festival venga alguno. Se sigue intentando. Son estrategias que a veces dan resultados y a veces no. Pero ya saben que estamos ahí.

Intervenciones de la gente

Lorena

Niños de Belén – Villa 21-24

Esperamos, acompañamos, y abrazamos. Esperamos que el pibe pueda llegar al Centro Barrial que es el Hogar de Cristo Hurtado. Es complicado. Con respecto al tema de las tensiones, están y van a seguir estando siempre. Porque es la sociedad que le cuesta amar como nosotros amamos, como los pibes necesitan y aman. También porque nos cuidan. En otra charla me preguntaba, ¿por qué cuidar el equipo, si los pibes también nos cuidan a nosotros?

Nosotros decimos que el vecino es quien se enoja cuando le roban el jean de la soga, o la zapatilla, pero el mismo vecino es el que le compra las cosas robadas a los pibes. ¿Porque dónde las venden? Es un círculo. En cuanto al tema de la policía, nosotros no la llamamos y no entran al Hogar. En los últimos años, respetan que el Hogar es de los pibes y entienden que no es un aguantadero. Sacamos del Hogar hacia la calle.

Por ejemplo, en los cumpleaños y en el día de la primavera, salimos con las mesas, con las sillas, con el mate cocido a compartir con el vecino. Tenemos como una canchita y sacamos el Hogar a la calle y transcurrimos el día en la calle para que el vecino vea lo que nosotros hacemos. Eso también es participar porque se suman los vecinitos, los chicos… Se va sumando, se va poniendo música, depende el día y la festividad de lo que celebremos.

Cuando los pibes fallecen de manera violenta o por tuberculosis despedimos todos en la capilla y está abierto a toda la comunidad. El vecino pasa a despedirse de ese pibe. La villa 21 es una comunidad muy en colectividad. Obvio que el vecino se enoja cuando le roban las cosas. Nosotros les hacemos ver que muchas veces son ellos quienes compran lo que los chicos roban. No pueden pretender algo distinto, pero si pueden acompañar este proceso.

Invitamos al vecino muchas veces a este tipo de actividades pero lo sacamos el Hogar afuera, no esperamos que el vecino entre al Hogar. Es muy importante que los vecinos sepan que el Hogar no es un aguantadero. Nosotros no dejamos ingresar nada al Hogar, ni bolsas, ni cosas que encuentren en el tacho de basura. Porque uno no sabe. Esas cosas el vecino las ve, las escucha, las presiente.

Con la policía también nos hemos agarrado un montón de veces. Asumimos el riesgo de no necesitarlos porque uno pone el cuerpo. Después, te das cuenta que quedás muy expuesto pero es como uno lo vive y lo transita al Hogar de Cristo. El riesgo está… Yo voy a confiar en ese pibe que conozco hace 4 o 5 años, que tengo un vínculo de amor, que sé que no me va a lastimar, y cuando yo o mis compañeros le pone el límite cuando se golpea con otro, sé que nos va a escuchar aunque esté brotadísimo.

Tenemos como norma que si se pelean o discuten en el Hogar, este se cierra. Ese día se cierra. Al otro ya volvemos a abrir. Volvemos a recibir. Volvemos a abrazar. Pero ese día cierra porque no permitimos violencia entre ellos en el Hogar, ni hacia nosotros, ni falta de respeto. Entonces ese día cerramos. Pero no es que no vamos al Hogar cuando cerramos y nos quedamos en nuestra casa mirando tele. Agarramos los termos de mate cocido y salimos a callejear, a primarear a los pibes que no llegan al Hogar y a los pibes que si llegan vamos a charlar, a invitarlos al Hogar. El Hogar sigue abierto pero de otra manera.

Ponemos esa norma que para nosotros es muy importante y es difícil. “Por culpa de aquel, ¿por qué tenemos a pagar todos? Porque es la norma.” Entonces después ellos mismos se empiezan a frenar en las peleas. Se manejan de manera distinto a lo cotidiano porque no quieren que el Hogar cierre. Sino que quieren sentarse, escuchar música, jugar el truco, desayunar, buscar la comida y comer ahí. Estar con nosotros, que los acompañemos al centro de salud, a hacer el DNI. Ellos no quieren que el Hogar cierre. Se enojan. “¿Por qué por culpa de ese que siempre viene? Tenemos que cuidar entre todos que esto no pasa porque somos familia.” Así que ese día se cierra, depende del grado de violencia decidimos cerrar uno o dos días.

Niños de Belén tiene una característica que esperamos a que den ese pasito, que puedan pensar en un camino, pero no le decimos: “te tenés que internar… fíjate”. No estamos insistiendo. Esperamos que ellos nos digan: “quiero hacer algo, no aguanto más”.

Leny

CB Santa Mónica, Prov. de Tierra del Fuego

Con respecto a las tensiones, en el año 2016, Myiriam promovió una invitación de sensibilización para los que trabajaban dentro de la Iglesia. Estaban los dirigentes scouts, los de catequesis y los distintos grupos de oración.

En lo personal, nos ayudó muchísimo esa charla de sensibilización. La dio el padre Charly y de otro momento se encargó Luis que era encargado de una comunidad de internación, y nuestro obispo. Fue abriendo un poco la mente y el corazón de la comunidad. Hoy por hoy, la verdad es que convivimos con la comunidad.

Dentro del centro pastoral tenemos catequesis, scouts, están los grupos de oración. Cuando tenemos las fiestas grandes de nosotros como Centro Barrial de Santa Mónica, toda la comunidad del centro pastoral participa. Somos familia.

Daniela

De la carta a los gálatas: “Hermanos, Dios los llamó a ustedes a ser libres pero no usen esa libertad como pretexto para hacer lo malo. Al contrario ayúdense por amor los unos a los otros, porque toda la ley de Dios se resume en un solo mandamiento: cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo. Les advierto que si se pelean y se hacen daño terminarán por destruirse unos a otros. Por eso les digo: obedezcan al Espíritu de Dios y así no desearán hacer lo malo, porque los malos deseos están en contra de lo que quiere el Espíritu de Dios y el Espíritu está en contra de los malos deseos. Por tanto, ustedes no pueden hacer lo que se les antoje pero si obedecen al Espíritu de Dios, ya no están obligados a obedecer la ley.”

Queríamos simplemente ofrecer todo lo compartido a Dios. Creemos que es un Dios que conoce la tensión, es un Dios que vivió en tensión. De hecho, generó mucha tensión en su época, y fue llevando todo eso a la cruz. Nos sentimos comprendidos y acompañados en esto que vivimos y que vamos a seguir viviendo.

Vamos a estar siempre en tensión con lo que yo quiero, con lo que quiere mi compañero del equipo, con lo que quiero para el pibe, con lo que el pibe quiere para sí mismo, con lo que quiere el vecino, con lo que quiere el policía. Aprender a escucharnos y a no destruirnos, a no dejar afuera a nadie. Tal vez el vecino dice: “Yo quiero estar tranquilo en mi casa”. A veces, nos agarra bronca y decimos: “pero no te importa la persona que tenés al lado”. Pero de todas maneras es algo legítimo, no es algo que podemos juzgar.

Entonces saber que la tensión existe. La primera tentación ante la tensión es que deseamos cortar, ver cómo se soluciona, y a veces no es tan simple. Hay que aprender a convivir con esa tensión y a escuchar los dos lados que nos tiran.

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